Capítulo 7
Cae Italia, 1943-1944

Las derrotas sufridas por el Eje en la URSS y el Mediterráneo fueron el primer indicio de que la balanza se inclinaba hacia los Aliados que, comandados por Estados Unidos, planearon la mejor forma de poner pronto fin al conflicto.

Un ataque directo a Alemania era considerado prematuro por los británicos, aunque les atraía la idea de que Hitler se viera obligado a sacar sus tropas del Este; para los norteamericanos, en tanto, lo primordial era la liberación de Francia por lo que quedarse en el Mediterráneo era visto como una pérdida de tiempo.

Desembarco en Silicia

Ponerse de acuerdo estuvo en manos de los altos generales de Estados Unidos y Gran Bretaña: Dwight Eisenhower, a cargo de las tropas Aliadas en el mar europeo; Harold Alexander, Comandante en Jefe aliado en África; Bernard Law Montgomery, a la cabeza de las tropas británicas y canadienses, y George Smith Patton, quien dirigió a las tropas estadounidenses.

Se le denominó "Operación Husky" al desembarco en la isla italiana de Sicilia. Mientras Eisenhower se estableció en Malta, las fuerzas de Alexander se dividieron en dos: Montgomery atacaría la costa oriental, mientras Patton desembarcarían por el oeste, movilizando en total más de 1.300 buques y sobre 1.800 lanchas.

La maniobra se inició con un bombardeo el 10 de julio de 1943 y el posterior desembarco de ocho divisiones en forma simultánea, en una operación de mayor embargadora que Normandía, a pesar de que es el "Día D" el más recordado.

Husky fue todo un éxito con la rendición instantánea de los italianos. El mayor problema para los aliados, de hecho, fue el clima que dejó a no pocas unidades de paracaidistas dispersas por el sur de Italia y el mar.

A pesar de que Mussolini recibió un tímido apoyo de parte de Hitler, la toma de Sicilia precipitó la caída del fascismo. El 25 de julio el rey de Italia Víctor Manuel III pidió la dimisión del líder italiano. En ese momento Patton ya había tomado Palermo, y los alemanes se replegaron hacia el norte de la península.

Roma, libre

Los desembarcos de Montgomery y Patton obligaron a los alemanes a abandonar Nápoles y a refugiarse en la capital, Roma. Los Aliados consiguen con una velocidad sorprendente avanzar al centro del país y la rendición de Italia se convierte en un hecho concreto.

El 3 de septiembre de 1943, en una tienda de campaña de la siciliana localidad de Cassibile, el Gobierno del Mariscal Prieto Badoglio, quien sucedió a Mussolini, firmó el armisticio. Terminaba la guerra entre Italia y los países Aliados.

Las tropas nazis que quedaban en el país comenzaron así un rápido retiro hacia el norte de Italia, donde se refugiaban en cada ciudad que podían hasta que llegaba el enfrentamiento con los Aliados que avanzaban desde el sur.

En la capital, Roma, resistirían algún tiempo, antes de tener que inevitablemente abandonarla al control aliado.

Sin embargo, los nazis no se retirarían del país que fuera su principal aliado con las manos vacías. El 12 de septiembre, un comando alemán de paracaidistas rescató a Mussolini de la prisión donde estaba en el Gran Sasso, permitiéndole vivir algunos años más y demostrándole que a pesar de todo, Hitler estaba a su lado.

El denominado Duce italiano, se haría cargo a partir de entonces (luego de pasar un tiempo en Munich) de la República de Saló, al norte del país, un gobierno títere de Alemania que resistiría hasta la caída definitiva del régimen nazi.

Roma finalmente es liberada el 4 de junio de 1944, cuando el Gobierno de Badoglio ya había declarado la guerra a Alemania y la Guerra se trasladaba de escenario, hacia Francia, otro país que tenía que se liberado.

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