| Los
directores Ricardo Kistler, Juan Pablo Izquierdo y Boris Alvarado recuerdan
a continuación, desde sus ópticas protagónicas, sus
experiencias dando a conocer en vivo al público nacional, las creaciones
del compositor inglés. Ricardo Kistler: Britten es un compositor único
Mi trabajo siempre ha estado ligado a los compositores ingleses porque encuentro que son los más talentosos de Europa y Britten está a la cabeza de todos ellos. Algunos puntos de su obra merecerían ser analizados por un psicoanalista porque hay una suerte de liberación de algún trauma de juventud. Esto es más fácil de percibir en sus óperas, aunque es delicado meterse en este campo. Lo que más impactó en Chile fue el estreno de la “Cantata San Nicolás” en 1987. El público tenía gran interés de ver esta obra. La Cantata se distingue por una composición bastante inusual. Britten escribió para los coros algo que no es muy exigente porque su idea fue que la música llegue y pueda ser producida, no sólo por profesionales, sino por gente aficionada, y eso ayuda a que estas obras se difundan con más facilidad. Trabajamos con la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica, que estaba bajo la dirección de Juana Subercaseaux, con un gran éxito para el público, que supo valorar perfectamente esta obra tan impactante. De “A Ceremony of Carols”, que estrené con el Coro de Cámara de la Universidad Católica, tengo en el recuerdo el impacto de la belleza de la música, de la originalidad de las ideas y la forma como Britten trata las tres voces femeninas en conjunto con el arpa. Esa combinación es una solución ideal. Esta obra la hemos hecho mucho porque es relativamente corta, y como representante de música sacra, es muy útil. No es fácil, es exigente, y su belleza se encuentra también en el inglés antiguo en que están escritos los textos. Me atrevería a decir que, de todas las obras que he dirigido, me parece la más genial. Juan Pablo Izquierdo: El “Réquiem de Guerra” marcó un hito
En 1982 me había tocado dirigirlo por primera vez en París. Recuerdo que aquel ofrecimiento me extrañó mucho, pues venía de Gilbert Amy, uno de los compositores de vanguardia y entonces director administrativo de la nueva Orquesta Filarmónica de París. Yo le dije: “Mira Gilbert, me extraña que me pidas esto, sabiendo tu estilo de composición y el grupo al cual perteneces”. Me explicó que en ese momento había una nueva toma de perspectiva del significado de la vanguardia y una apertura a estilos muchísimo más eclécticos, como es el caso de Benjamin Britten. Luego de esa experiencia, pensé que era muy importante estrenarlo en Chile. Una de las razones es el hecho de que Britten es uno de los compositores más importantes del siglo XX en Inglaterra y la otra es la significación que tiene el texto del Réquiem. Hay un contrapunto muy interesante entre la liturgia en latín y los comentarios en inglés del poeta Wilfred Owen. Yo conocía la obra desde mucho antes, cuando era asistente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York [1967], y me pareció admirable, no por su eclecticismo sino por su emotividad directa, especialmente en cuanto al tratamiento de los textos de Owen. Hay una gran unidad entre la expresión poética del texto y su música. Una especie de posición humanista que está muy bien expresada en su obra. Una de las complejidades que presenta la obra para el director es manejar tres grupos orquestales en conjunto. Sin embargo, está tan bien hecha y calculada que es perfectamente posible de hacer, aunque en algunas ocasiones se lleva a cabo con dos directores. Otra dificultad es la combinación de estilos entre la parte litúrgica, que es la más monumental y simple en estructura, con la orquesta de cámara y los textos de Owen, que son muchísimo más complejos en la expresión. Esa dualidad requiere de un enorme trabajo de la orquesta para hacerle justicia a la obra. En Santiago [1984], la Orquesta Filarmónica estaba en uno de sus grandes momentos. También el coro del Teatro. Por eso pudimos hacer una versión que para mí fue muy importante y lograda. La crítica fue realmente memorable. Quedé enormemente satisfecho con la reacción del público. Fue muy inmediata. Hubo una gran concentración y la gente escuchaba con gran emotividad. Nosotros sentimos eso desde el escenario y, al final de la obra, la gente se manifestó calurosamente. Boris Alvarado: Britten desde su pueblo y su gente
Recibí un enorme apoyo de la embajada británica para ser invitado en varias ocasiones a Inglaterra a estudiar in situ la obra de Britten. Viajé en cuatro oportunidades a la ciudad de Aldeburgh, en donde año tras año se celebra su famoso “Festival de Las Artes y la Representación”. Allí es donde pude no sólo estudiar sus óperas de cámara y su obra, sino que pude constatar en terreno cada uno de los tipos sociales que estaban presentes en su trabajo y como ellos provenían de su diario vivir. Algo así como el “Ulises” de James Joyce. Como anécdota, recuerdo haber llegado en uno de estos viajes a un Bed and Breakfast, lo cual me extrañó pues esperaba desde la invitación una mejor coordinación con mi lugar de hospedaje. Sin embargo, allí estaba yo frente a un B&B que llevaba precisamente ese mismo nombre. Al atardecer me di cuenta que estaba frente a William Burrel, quien era por supuesto Billy Bud (B&B), aquel pequeño niño que originó uno de sus más importantes personajes en la ópera homónima de Britten. Desde ese momento tuve acceso a cartas y escritos del compositor que sólo estaban en su poder y que incluso ni siquiera se encontraban en la Red House (casa de Britten y Pears) y tampoco en la biblioteca de Britten-Pears. En cada visita iba conociendo más y más
de este grupo bastante especial que rodeaba a su obra, pues en cada
ocasión este pueblo de pocos habitantes me iba revelando un nuevo
personaje en vida que había originado una trama en sus óperas. Sin decir nada y sin darnos cuenta quizás, vivimos una experiencia única. Con la primera ópera, fuimos invitados al Teatro Municipal de Santiago, lo que nos permitió acceder con nuestro trabajo hacia el centro de la ópera en nuestro país. Del mismo modo, fuimos la única agrupación chilena invitada a participar en el concierto que ofreció The City of London Simphony para hacer junto a ellos el Salmo 150 de Britten. Además, editamos un CD institucional con la experiencia de “Noye’s Fludde”.
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