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La historia de Exequiel Ramírez, el primer medallista de oro de Chile en unos Juegos Panamericanos

Su medalla, lamentablemente, fue destruida.

15 de Octubre de 2023 | 09:15 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Exequiel Ramírez hizo historia.

Agencias/Emol
En 1951 se disputaron por primera vez unos Juegos Panamericanos. La sede fue Buenos Aires y la delegación nacional volvió con un total de 39 preseas, pero Exequiel Ramírez se quedó con un honor especial. El ciclista ganó la prueba de eliminación a 40 vueltas y le dio a Chile el primer oro de la historia.

"Me acuerdo que al final me quedé pedaleando con dos argentinos y me dije: si a estos los supero por media rueda, no va a tener gracia. Así que le metí firme y los gané 'pampeados', como decimos nosotros. Les saqué medio velódromo", contó en una entrevista tiempo después.



Exequiel Ramírez murió hace 23 años. Viviana es la menor de sus cinco hijos, no alcanzó a ver a su padre competir. Se enteró de sus hazañas por otras personas.

"Era una persona muy humilde. No hablaba casi nunca de sus hazañas. Los que hablaban eran sus amigos, pero él no. Era bien callado, mi papá nunca se jactó de cosas por el estilo", le cuenta la mujer a Emol.

Ramírez era del barrio capitalino de San Eugenio y dijo que salió a su papá Elías "en lo loco" por el ciclismo. Cuando era un adolescente aún, fueron juntos pedaleando hasta Argentina. Ese viaje lo marcó. Se demoraron cuatro días en llegar a Mendoza y 19 a Buenos Aires. Luego la travesía la repitieron varias veces. Iban en bicicletas de madera y atravesando caminos que eran casi de pura tierra. Así se se fue curtiendo.

No demoró en destacar en el alto rendimiento. Fue campeón chileno de ruta, rompió el récord nacional de 25 kilómetros, se consagró como el mejor de Sudamérica, fue a los Juegos Olímpicos de 1948 y en 1949 la revista Estadio lo escogió deportista del año. Los Panamericanos de Buenos Aires fueron el pináculo de su carrera. El triunfo se lo dedicó a Alicia, su hija recién nacida.


Ramírez llevó una pena hasta el final. La histórica medalla que ganó en Argentina no existe. Fue destruida en un incendio. El único recuerdo de esa gesta es un diploma firmado por el Presidente trasandino Juan Domingo Perón y la Primera Dama "Evita".

"Mi papá tenía hartas copas, estaban guardadas en una especie de subterráneo que tenía en la casa y se quemó todo. El diploma lo alcanzamos a salvar porque estaba a la entrada", relata Viviana.

Ramírez iba en ascenso. Un año después de los Panamericanos estaba en el velódromo del Estadio Nacional preparándose para un Sudamericano. Lamentablemente allí su carrera se truncó por un accidente horrible, su familia comenta que hasta lo dieron por muerto. Terminó con varias fracturas, se cortó el tendón facial y quedó con un grave daño en el oído izquierdo, ya que sufrió la rotura del yunque y el martillo y se perforó el tímpano.

Ese accidente le dejó una parálisis en la cara y una placa en la cabeza. "Cuando yo nací mi papá no corrió más. Mi mamá se lo prohibió por el tremendo accidente que tuvo. Una vez le ofrecieron ser comentarista deportivo, pero como con el accidente le quedó chueca la cara, entonces no quiso", expresa Viviana.

Después de dejar el ciclismo de alta competencia se compró un taxi para trabajar. Le gustaba estar con su familia, salir a pasear. Era un padre exigente, pero querendón. A Viviana le heredó el gusto por el tango.

"Le gustaba mucho cantar. Mi papá cantaba muy bonito, incluso participó en una película, pero solamente la voz. Se escucha la voz de él cantando la canción El Manicero. Una vez cantó con 'Lucho' Gática. Eran vecinos, se juntaron y se pusieron a cantar. Cantaba los tangos, Carlos Gardel y toda esa onda", apunta la mujer.

Tras la muerte de su esposa, Exequiel se quedó viviendo solo. Siempre estuvo atado a la bicicleta. Tenía un taller en la casa y salía a andar con "los viejos cracks" o a visitar a sus nietos. Mantenía un estado físico impecable.

"Nosotros vivíamos cuando chicos en Puente Alto en el paradero 29, él en San Eugenio y nos iba a ver en bicicleta. Ida y vuelta el mismo día", relata María José Morell, su nieta, hija de Viviana.

Exequiel Ramírez siempre dijo que quería morirse arriba de una bicicleta. Tristemente así fue. Lo atropellaron el año 2000.


María José lo recuerda bien. Llamaron a su casa para avisar que su abuelo estaba en el Hospital Barros Luco.

"Fue el día de la madre. Después del cumpleaños de una de sus hijas, estábamos acá, era de noche y llaman los Carabineros. Contestó mi papá y nos dio la noticia que el tata había tenido un accidente y que había fallecido. Fue una noticia terrible. No lo podíamos creer. Me acuerdo que detrás de las carrozas se fueron muchas bicicletas. Mi hermano hacía ciclismo con mi tata, pero después del accidente mi mamá se lo prohibió", apunta,

Además del diploma de los Panamericanos, Viviana guarda fotos en sepia de su padre, recortes de prensa y el número con que corrió en los Olímpicos de Londres. Tiene una misión en mente, un reconocimiento. Quiere que el velódromo de Peñalolén pase a llamarse Exequiel Ramírez.
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