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Ante la denuncia de miles de chilenos contra Apple: ¿Qué es la obsolescencia programada?

En 2017 la gigante tecnológica reconoció que sus actualizaciones ralentizaban los sistemas de sus iPhones más antiguos. Hoy, más de 150 mil usuarios en Chile exigen un nuevo celular y $126 mil por daños.

18 de Febrero de 2019 | 14:40 | Por Patricia Marchetti Michels, Emol
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EFE
SANTIAGO.- Más de 150 mil personas son las que están inscritas -hasta ahora- en una demanda colectiva que presentará la Organización de Consumidores y Usuarios de Chile (Odecu) contra la gigante tecnológica Apple. ¿La razón? La obsolescencia programada de sus dispositivos.

Pero la denuncia chilena no es la única. La firma de la manzana ha tenido que enfrentarse a diversas demandas a nivel global desde diciembre de 2017, cuando reconoció que las actualizaciones de sus aparatos iPhones ralentizaban a los modelos antiguos para que éstos no se apagaran súbitamente.


El problema, para los abogados y representantes de Odecu, es que más allá del mal funcionamiento de los celulares -comprados entre 2014 y 2017-, la empresa jamás informó a los usuarios que deliberadamente ofrecía actualizaciones de software que generaban retrasos a sus aparatos.

Por lo anterior, los demandantes exigen un arreglo de los teléfonos y, si ello es inviable, que recompre el teléfono al precio del mercado en el momento en que el tribunal lo defina. Además, que se entregue a las personas la suma de $126 por la pérdida de tiempo y daños.

Pero, ¿qué es la obsolescencia programada y por qué las empresas recurren a ella?

"Programados para morir"

"La obsolescencia programada es cuando una empresa, dentro del diseño de sus productos, intencionalmente manipula el ciclo de vida de éstos para que el implemento tecnológico -en este caso- deje de funcionar por alguna condición, una cantidad de tiempo o uso", explicó a Emol Claudio Casado, académico del Centro de Investigación en Ciberseguridad de la Universidad Mayor.

Así, el ingeniero informático comentó que esta "estrategia" es una forma de las empresas de aprovechar la fidelidad de sus clientes con la marca para llevarlas a -inevitablemente- comprar sus productos más recientes.


"En tecnología esto se da mucho. Por ejemplo la gente que tiene Apple es muy probable que siga teniendo Apple, lo mismo pasa con el sistema Android. Por eso, si tu quieres impulsar que la gente vaya subiendo la gama de esos dispositivos comprando las nuevas versiones, las compañías caen en esta mala práctica de la obsolescencia del dispositivo", indicó Casado.

Sin embargo, el experto enfatiza en que las regulaciones, sobre todo las leyes pro consumidor, deben ir en línea con estos cambios en la tecnología y, por ejemplo, debería establecerse que este tipo de actualizaciones sean mucho más transparentes y directas en cuanto a lo que realmente generarán en el aparato.

"Uno siempre piensa que las actualizaciones son para mejor, pero ha quedado demostrado que no. Esto ha pasado con los iPhones y también con Samsung el último tiempo y las denuncias de los usuarios deberían marcar un precedente de que el fabricante tiene que decir de forma explícita cómo se afectan las baterías y qué se puede hacer para que eso no ocurra", aseveró el académico.

Casi 100 años de obsolescencia programada

Pero el tema de la obsolescencia programada no es algo nuevo, de hecho se trata de un sistema que comenzó a desarrollarse desde 1920, con grandes fabricantes como Phillips y General Electric.

Así, si la ampolleta de Edison de 1879 tenía una vida útil media de 2.500 horas, en 1925 una bombilla duraba sólo 1.000. Y eso comenzó a replicarse en el resto de las industrias: desde los automóviles, la ropa y los zapatos, hasta los computadores y celulares de hoy.

"No creo que esto de la obsolescencia programada se revierta, sino que las empresas -ante las denuncias- van a empezar a comunicar un poco más del tema y transparentar, en este caso, cómo las actualizaciones afectan al funcionamiento del celular"

Claudio Casado

Fue así que una serie de detractores del sistema se han manifestado en contra de dicho sistema: los hermanos Neistad en contra de Apple y sus baterías que no duraban más de 18 meses (la empresa tuvo que alargar el tiempo de garantía); Warner Philips, el "rebelde" descendiente de los fabricantes de ampolletas, creó una bombilla LED con una vida útil de 25 años; el activista Mike Anane creó una base de datos con las empresas que envían sus residuos a Ghana; y un largo etcétera.

Fueron ellos y muchos otros que se sumaron a lo largo de la historia, los que como reacción frente a la llamada "economía del despilfarro", dieron vida a un concepto en contra de la obsolescencia programada: el llamado Decrecimiento.

Dicho eslogan busca un cambio de lógica: sostiene que en un mundo con recursos y espacios limitados, es necesario aprender a vivir con menos, optar por la "reparación y la reutilización" y replantear los procesos productivos para no llenar de desechos el planeta.
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