Nadie puede predecir el futuro, pero si los precios bajos se mantiene probablemente tengan un impacto duradero en la industria petrolera de Estados Unidos. Los precios están demasiado bajos para que las compañías construyan nuevos pozos, y la cantidad de petróleo que las plantas actuales producen está cayendo. Cuando las compañías dejan de perforar, conduce a un declinamiento de la producción en el largo plazo.
IHS Market sugiere que la producción estadounidense podría caer en unos 3 millones de barriles al día, llegando a 10 millones de barriles diarios a fines de año. La caída podría extenderse al 2021, cayendo a 9 millones de barriles diarios.
La producción estadounidense podría no retornar a los mismos niveles que tenía antes del golpe por el coronavirus, y el 2019 pudo haber sido el punto máximo de consumo global de petróleo, según Burkhard.
"La producción estadounidense será golpeada duramente", añade Burkhard. "Una vez que dejas de perforar, tienes estas tasas de rápido declinamiento que no observas en ninguna otra parte del mundo". Muchos productores en EE.UU. trabajan el esquisto, y sus pozos tienen un mayor costo operativo que el perforamiento tradicional. Esos pozos también produjeron su mayor cantidad de crudo en los primeros años; luego de eso, la producción cae bruscamente, por lo que cuando la perforación es detenida, conduce a un declinamiento rápido.
Reservas en Texas | ReutersEn marzo, la extracción de petróleo había caído un 25% en relación al año pasado, de acuerdo a la firma Baker Hughes. Y las cosas se han tornado peores desde entonces. Marzo comenzó con las transacciones de petróleo en torno a los US$43 por barril y terminó en US$20. En abril, los precios cayeron a US$6,5 por barril antes de tener un rebote.
Las compañías petroleras han recortado US$ 80 mil millones de gasto de capital en sus presupuestos para este año, con US$ 36 mil millones correspondientes a Estados Unidos, dice Chris Midgley, jefe global de análisis en S&P Global Platts.
Las principales compañías del mundo como Exxon, que tienen sus negocios diversificados, podrán sobrevivir, pero las productoras más pequeñas tendrán más problemas. "Simplemente no tienen muchas alternativas para mantenerse en el negocio una vez que detienen la producción", afirma Richard Marshall, jefe del sector de petróleo y gas en Nakisa.
Muchos productores, especialmente de esquisto, asumieron altas deudas para financiar operaciones y sólo pueden sacar cuentas azules con un precio cercano a los US$40 por barril. En la industria de esquisto, cerca de US$ 20.000 millones de deuda se harán efectivos en 2021 y otros US$ 30.000 millones en 2022, afirma Midgley. Las compañías duramente endeudadas tendrán que refinanciar sus compromisos en un ambiente donde la disponibilidad de capital es acotada, agrega el experto.
Las señales ya se están mostrando. White Petroleum, un productor de esquisto, se declaró en bancarrota a principios de abril, siendo seguido por Diamond Offshore Drilling. Parsley Energy, una compañía de tamaño medio dedicada al "fracking", perdió la mitad de su valor de mercado desde que comenzó el 2020 y le advirtió a los reguladores que ha apagado suficientes pozos, para dejar de producir unos 400 barriles diarios. Continental Resources, otra compañía de esquisto, anunció que suspendería su dividendo trimestral.
Los productores más pequeños probablemente sean absorbidos por compañías más grandes, que están mejor equipadas para pasar la tormenta. "Observaremos una mayor consolidación de la industria", estima Midgley. "Probablemente veremos más compañías en bancarrota", alertó.