El ideal es que el Plebiscito se haga en la fecha que está establecido. En el evento que las condiciones sanitarias hagan riesgoso que la ciudadanía concurra a las urnas, no me cabe duda alguna que todos los sectores políticos privilegiarán la vida a una consulta de carácter político.
Cabe recordar ya fue postergado en una oportunidad y esa postergación fue percibida por los mercados como un acto de sensatez y no provocó mayores alteraciones ni a la economía ni al mundo empresarial. Todos los sectores han expresado que desean que el Plebiscito sea lo más participativo posible. El ideal sería que tuviéramos una alta participación para que todo el proceso que se genere tenga la mayor legitimidad posible. Mientras más ciudadanos participen, mejor.
El país lo integran y componen quienes voten por el Rechazo o por el Apruebo. La buena noticia sería, más que el resultado del Plebiscito, que se produjera un acuerdo transversal para erradicar del país la violencia y el desorden. Esa sí que sería una buena noticia. El proceso constituyente que, con sus distintas etapas, se inicia con el Plebiscito, requiere de un ambiente de paz y de un acuerdo transversal para aislar al violentismo.
Creo que el mercado y los inversionistas ya han internalizado el factor constitucional, es decir, el hecho de que habrá Plebiscito y que las encuestas indican hasta ahora una mayoría por el Apruebo. Dicho eso, creo que si una postergación del Plebiscito generara nuevas tensiones políticas, esas tensiones podrían tener efectos en las expectativas económicas.
Si es posible diseñar un proceso ordenado, en que sea factible resguardar las medidas sanitarias, es mejor realizar la votación en la fecha definida. Siempre que no se produzca un agravamiento relevante en las próximas semanas.
Es claro que la participación en los procesos electorales ha disminuido en la última década. Por lo tanto, no deberíamos esperar una participación muy distinta a la de la última elección presidencial. Una participación muy inferior, sin embargo, por supuesto haría dudar de la representatividad de los resultados.
Cualquiera sea el resultado, si es con una participación similar a la que hemos visto en las elecciones mas recientes, debería dar tranquilidad al mercado. Sin embargo, es un hecho que la idea de un cambio constitucional se ha ido instalando como una forma de llegar a definiciones de largo plazo a las que se adjudique alta legitimidad ciudadana; por ello, es posible que un triunfo indiscutible del Apruebo con un posterior proceso constitucional ordenado y transparente potencie la confianza de los inversionistas.
El sector privado está acostumbrado a gestionar bajo incertidumbre y en constante análisis de contextos cambiantes. Si se observa que para el mejor éxito del proceso de votación se debe revisar la fecha en función de las condiciones sanitarias, no debiera generar inestabilidad adicional. (Si se cambia la fecha) es probable que algunas inversiones se atrasen pero las inversiones del sector eléctrico son de largo plazo, por lo que el esfuerzo debe estar puesto en cuidar lo que hemos construido para seguir siendo un país atractivo para la inversión, gran parte extranjera. Eventualmente proyectos en etapa de estudios y evaluación temprana podrían tener una ralentización a la espera de mayor certidumbre y también de mejores condiciones producto de la pandemia.
Como en todo proceso de estas características, lo ideal es contar con altas participaciones de la ciudadanía, pero dado que las votaciones son voluntarias, el resultado no debiera ser cuestionado por una baja participación. Que triunfe la opción del Apruebo con una alta votación significaría que el proceso de construcción de una nueva Constitución para Chile se encontraría respaldado por una importante proporción de la población, lo que da una señal de un proyecto país y no de una sociedad fragmentada con problemas de institucionalidad.
Es difícil hoy especular respecto a los resultados pero creo que, al igual que en procesos anteriores, Chile no sólo respetará la decisión de la mayoría sino que se trabajará para que esa decisión sea lo mejor para nuestro país, considerando siempre el bien común por sobre el individual. Estas determinaciones pueden generar incertidumbre, pero creo que hoy el llamado es confiar en nuestros procesos democráticos.
La única razón para cambiar el Plebiscito es sanitaria, por tanto, no creo que un par de meses, si ese cambio se da bajo el entendimiento de cuidar a la población genere cambios en decisiones de inversión y mercado. Lo que está afectando la inversión y al mercado es la incertidumbre acerca de lo que pueda traer la nueva Constitución y eso no ha cambiado.
En cualquier votación, es necesario tener alta votación para generar legitimidad, más aún si la gente podría no ir a votar no por decisión libre, sino para evitar contagiarse. Creo que ambos resultados generarán incertidumbre y por tanto, como el proceso es muy complicado para una economía como la nuestra, ambos resultados serán malos para el mercado, pues la duda misma acerca de las reglas del juego es la mala noticia.
No cabe duda que es mucho mejor mantener, con todos los resguardos necesarios, el Plebiscito en la fecha que ya está determinada. A estas alturas, con planes de desconfinamiento en que vemos que incluso en comunas en cuarentena la gente está circulando en forma masiva (...) sería muy poco explicable cualquier postergación de la fecha. Por lo tanto, cualquier modificación generaría un foco de descontento y efectivamente se produciría un foco de inestabilidad social. Ante cualquier atisbo de inestabilidad social, se produciría una postergación en las decisiones de inversión y sería una muy mala noticia, no sólo para el mercado sino que para todo el país.
El gran aprendizaje que hay respecto de las falencias de nuestros procesos eleccionarios es que el voto voluntario se ha traducido en una muy baja participación y eso ha afectado a los últimos gobiernos: cuentan con una base de apoyo o votantes que a pesar de ser mayoría respecto a su contendor, los que no votan son demasiados y le quitan legitimidad a los Gobiernos de turno. Es fundamental que haya una alta participación ciudadana en el Plebiscito para legitimar el resultado, pues en caso que gane cualquiera de las dos opciones, Apruebo o Rechazo, si los ciudadanos que votan son un porcentaje alto respecto de los que no votan, el proceso será totalmente legítimo y estará fuera de cuestionamiento. Por el contrario, si cualquiera de las dos opciones gana, pero en un contexto de baja participación, se podría cuestionar la legitimidad del proceso y ese sería un muy mal escenario.
Si gana el Apruebo (pero con una alta participación), sería un escenario favorable para reducir la inestabilidad y se generarían condiciones que favorecen con una mayor probabilidad tener paz social. Si los ciudadanos que desean cambiar radicalmente la actual Constitución, efectivamente son una amplia mayoría, el mejor escenario para descomprimir la demanda de cambio es que esta necesidad social se satisfaga en forma pacífica y democrática.