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"Diplomacia capitalista": Gigantes multinacionales de Occidente abandonan Rusia como castigo a su invasión en Ucrania

Compañías como Apple, H&M, Disney, Netflix, Volvo, Daimler, Nike o las navieras MSC y Maersk, ya han dado el paso por dejar de lado todo negocio con Moscú.

03 de Marzo de 2022 | 17:29 | Por Tomás Molina J., Emol
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El sector privado se une a la estrategia de aislamiento a Rusia, lo que cada vez más voces califican como "diplomacia capitalista". Y es que un creciente número de gigantes multinacionales europeas y estadounidense están optando por romper los lazos con Moscú en respuesta a la invasión a Ucrania.

Movimiento que también se extiende al sector enérgico, en el que cada vez más operadores están optando por no comprar petróleo ruso para evitar el rechazo social y en anticipación de que las sanciones acaben alcanzando también a este sector, hasta ahora exento.

Rusia ha intentado frenar el éxodo, con controles de capital anunciados esta semana. El martes, el Primer Ministro de ese país, Mikhail Mishustin, señaló que las empresas occidentales estaban tomando decisiones debido a la "presión política",y se les impediría vender activos rusos hasta que esa presión disminuya.

"Para permitir que las empresas tomen decisiones informadas, se preparó un proyecto de decreto presidencial para introducir restricciones temporales a la salida de activos rusos", expuso Mishustin. "Esperamos que quienes han invertido en nuestro país puedan seguir trabajando aquí", agregó.

Mientras tanto, países de todo el mundo han estado imponiendo sanciones contra Rusia, con nuevas medidas de la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, Suiza, Australia informadas en los últimos días.

Gigantes como Apple, H&M, Disney, Netflix, Volvo, Daimler, Nike o las navieras MSC y Maersk, ya han dado el paso por dejar de lado todo negocio con el país euroasiático o reducido sus operaciones, tras tres décadas de beneficiarse del lucrativo mercado postsoviético.

La exclusión de algunos bancos rusos del sistema de pagos SWIFT, el cierre por la Unión Europea y Canadá de su espacio aéreo, correspondido por Moscú, y el efecto de las penalizaciones internacionales, con el desplome del rublo, hacen que las empresas juzguen demasiado alto el riesgo reputacional y financiero de seguir en Rusia

El conflicto, además, empieza a entorpecer la logística y el temor a que las sanciones impacte en el negocio ha llevado a muchas empresas a revisar la viabilidad de los contratos presentes y, sobre todo, futuros.

Asimismo, la situación amenaza con costar miles de millones de dólares a las empresas occidentales, que se están pensando cómo actuar. La decisión es más fácil para las que tienen menos activos físicos, y más complicada para otras que, como los supermercados franceses Auchan, cuentan con 231 establecimientos y ganancias enormes.

Más firmas se suman

De todas formas, hay más firmas que se han sumado. Ikea anunció este jueves la suspensión temporal de su actividad en Rusia y Bielorrusia, cuyo régimen está apoyando a Vladimir Putin en su ofensiva contra Ucrania.

La empresa justifica su decisión, que afectará a 15.000 empleados, en la "tragedia humana" que supone la guerra, en las alteraciones que está provocando en la cadena de suministro y en las condiciones comerciales. "Esto significa que todas las entregas de nuestros proveedores también se suspenden", añadió Ikea en un comunicado.

Además, se detienen "todas las operaciones de ventas", excepto los centros comerciales Mega, que seguirán abiertos "para asegurar que mucha gente en Rusia tenga acceso a sus necesidades diarias y esenciales como comida, verduras y farmacias", precisó. Ikea aseguró que sus "ambiciones" en Rusia son "a largo plazo", y que ha tomado medidas para asegurar el empleo, los ingresos y la seguridad de la plantilla y sus familias. Tras la noticia, los centros comerciales de la cadena sueca se han llenado de clientes ansiosos de comprar mientras siguiera siendo posible.

Otros que se han sumado a esta lista de indignados por el estallido bélico son dos de los mayores fabricantes de autos del mundo, el grupo alemán Volskwagen y el japonés Toyota. Ambos anunciaron hoy la paralización de todas sus operaciones en Rusia.

En el caso del conglomerado nipón, la paralización de su producción en Rusia comenzará este viernes. También frenará las importaciones, una medida que justifica por "las perturbaciones en la cadena de suministro" relacionadas con el conflicto. Unos 8.000 vehículos salieron el año pasado de su fábrica de San Petersburgo, que emplea a unas 2.600 personas.

De igual manera, Volkswagen "interrumpe con efectos inmediatos las exportaciones a Rusia", es decir, unas 220.000 unidades (datos de 2020), el 2,4% de sus ventas. La empresa alemana también va a cerrar hasta nueva orden las plantas en Kalouga y Nijni Novgorod, con 4.000 trabajadores.

Mango, por su parte, también ha tomado este jueves el mismo camino, anunciando que cierra a todas las tiendas propias que tiene en el país (55, de una red total de 120) y que paraliza la actividad de su plataforma de venta en internet. Tampoco enviará nueva mercancía a Rusia, donde tiene unos 800 empleados.

En el sector aéreo, el fabricante brasileño Embraer se ha sumado este jueves a sus competidores europeo (Airbus) y estadounidense (Boeing) anunciando que suspende su servicio de mantenimiento, reparación de piezas y soporte técnico en Rusia, una medida que pondrá contra las cuerdas a las compañías aéreas de aquel país.

La consultoría tecnológica Accenture es otra de las multinacionales que han comunicado la suspensión de sus actividades en Rusia. Sigue así los pasos de otras firmas de software como Oracle o SAP. Accenture tiene 2.300 empleados en Rusia, a los que ha dicho que apoyará.

La empresa de videojuegos polaca CD Projekt, creadora de juegos como The Witcher o Cyberpunk, ha suspendido todas sus ventas en Rusia y Bielorrusia, que representaron un 5,4% de su mercado el año pasado. La medida se extiende también a las ventas de su plataforma en línea, donde ambos países representan el 3,7% de sus ingresos.

"Sabemos que los jugadores en estos países, particulares que no tienen nada que ver con la invasión en Ucrania, se van a ver afectados por esa decisión. Pero con estas acciones esperamos incitar a la comunidad global a hablar de lo que está pasando en el corazón de Europa", expuso la compañía en un comunicado.

En el sector financiero, la mayor aseguradora italiana, Generali, está planteándose cortar todos los lazos comerciales con Rusia, según fuentes de la firma citadas por el diario británico Financial Times.

Esto implicaría abandonar su 38% de participación en Ingosstrakh, una de las mayores aseguradoras de ese país. Y el mayor fabricante químico del mundo, el grupo alemán BASF, también ha detenido este jueves todo su negocio en Rusia y Bielorrusia. Según ha anunciado la empresa, sí mantendrá las actividades que no pueda cerrar de acuerdo con "obligaciones existentes en relación con leyes, regulaciones y normas internacionales". Y tampoco las que tienen que ver con la producción de alimentos (por ejemplo, fertilizantes) como “medida humanitaria”.

El sector petrolero se adelanta

Después de que prácticamente todos los grandes nombres de la industria petrolera occidental hayan ido dejando caer, uno detrás de otro, sus proyectos en Rusia -el último, el gigante estadounidense ExxonMobil- y de que la británica BP pusiese a la venta su participación del 20% en el capital de Rosneft, ahora llega el turno a los operadores de menor tamaño.

Pese a que las sanciones aún no alcanzan a este sector, cada vez más traders están optando por no hacer ningún nuevo contrato de compra en el país euroasiático ante un doble temor: reputacional y a que las represalias acaben extendiéndose, antes o después, también a este ámbito.

"La gente no está tocando los barriles (de petróleo) rusos. Todos los que se pueden ver ahora (en el mercado) fueron comprados antes de la invasión, pero no habrá mucho más después de eso", apuntó un operador financiero neoyorquino, bajo condición de anonimato, en declaraciones a Reuters. "Nadie quiere ser visto comprando productos
rusos y financiando una guerra contra el pueblo ucranio".

Aunque por ahora el movimiento se centra, casi en exclusiva, en el sector petrolero, la desaparición de compradores también está empezando a afectar a la gasista rusa por excelencia, Gazprom, de la que el Kremlin tiene una participación superior al 50% del capital.

Otras firmas de menor tamaño, como Surgutneftegas -que vende tanto gas como petróleo-, llevan días fracasando en su intento por colocar su producción en el mercado internacional, según los datos recopilados por Bloomberg. Hace una semana, con la demanda volando alto y la oferta global restringida, se los quitaban de las manos. Hoy, nadie quiere sus combustibles.

En EE.UU. es relativamente sencillo cumplir esa máxima de evitar los combustibles fósiles de origen ruso: su producción propia es enorme y las importaciones procedentes del gigante euroasiático, mínimas.

Pero en la UE, altísimamente dependiente de Rusia, es distinto.

De todas formas, en plena campaña militar en Ucrania, el erario ruso, muy dependiente de las exportaciones fósiles, necesita esos ingresos. Ahora bien, con esta situación, analistas prevén que el precio internacional del crudo seguirá anotando máximo tras máximo, propinando un duro golpe a las economías occidentales, y es que sin el segundo máximo exportador mundial, la oferta se reduce y, con la demanda intacta, la cotización se dispara. Es el precio a pagar, dicen algunos.
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