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¿Dejas las tareas para después? Expertos describen los impactos de la procrastinación en los equipos de trabajo

Este comportamiento, advierten, es un síntoma de culturas laborales mal diseñadas, donde la desmotivación, la ambigüedad y la falta de autonomía siembran el terreno fértil para la parálisis laboral y el desencanto.

12 de Mayo de 2025 | 17:05 | Por Natalia Munar | Portal Pyme
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Dejar para mañana lo que no urge hoy, a simple vista, puede parecer una conducta inofensiva. Pero cuando la procrastinación se instala como una práctica recurrente dentro de los equipos de trabajo, sus consecuencias trascienden lo individual y se transforman en un problema colectivo. De acuerdo con los expertos en talento humano, este comportamiento, además de afectar la productividad de quien posterga, también arrastra a compañeros, frena decisiones clave y erosiona el clima organizacional.

Aunque suele relacionarse con la pereza o la falta de voluntad, la postergación laboral es mucho más compleja. Esconde factores emocionales, organizacionales y de liderazgo que alimentan un ciclo de evitación que termina por afectar tanto la calidad de los resultados como la motivación de los equipos.

Javier Martínez, Coordinador de Cultura y Bienestar de Zenta Group -empresa de desarrollo de soluciones tecnológicas-, asegura que este hábito no es un asunto menor. "Puede erosionar la confianza entre compañeros y con los líderes, especialmente cuando ocurre en tareas colaborativas", advierte.

Además del costo emocional, esta conducta tiene un daño colateral directo en la productividad de las empresas. Claudio Castillo, gerente de Adecco Talent -empresa de reclutamiento, outsourcing y capacitación-, expone que los cuellos de botella generados por quienes postergan decisiones afectan los flujos de trabajo e incrementan la frustración interna.

“En proyectos interdependientes, basta con que uno se atrase para que todo el equipo quede detenido”.

Claudio Castillo, Gerente de Adecco Talent

Causas de la procrastinación


Según Javier Martínez, las causas de la procrastinación en el trabajo pueden dividirse en dos grandes grupos: las individuales y las organizacionales. En el plano personal, se repiten factores como la baja claridad sobre las tareas, el miedo a fracasar, el perfeccionismo o la desmotivación. Mientras tanto, a nivel organizacional, influyen fuertemente la sobrecarga laboral, la escasa autonomía y la falta de reconocimiento o retroalimentación clara.

Claudio Castillo, añade que muchos colaboradores procrastinan porque no logran conectar el propósito de su labor con sus propios valores, o porque sienten que el entorno está marcado por el estrés y la desorganización. Esa desconexión entre lo que se espera de ellos y lo que realmente los motiva los lleva a refugiarse en tareas menores, evitar reuniones o buscar distracciones digitales que alivian momentáneamente su incomodidad.

“Cuando las prioridades no están claras, el colaborador se paraliza. Lo vemos todos los días: reuniones que se agendan sin preparación, correos que se responden tarde o tareas estratégicas que se posponen hasta el último minuto”, señala Alejandra Araya, gerente de Reclutamiento y Selección de Grupo de Empresas Teamwork -empresa chilena especializada en la gestión de recursos humanos-.

Martínez agrega que no siempre se trata de pereza, ya que “muchos evitan tareas importantes porque sienten miedo al juicio o no saben por dónde empezar. Otros se refugian en actividades menores para sentirse productivos, aunque no estén avanzando realmente”, explica.

La cultura organizacional juega aquí un rol determinante, dado que en ambientes donde abunda la ambigüedad, el control excesivo o el castigo al error propician la procrastinación como una forma de defensa. En cambio, culturas que promueven la autonomía, la comunicación abierta y el sentido de propósito logran reducir significativamente estos comportamientos, advierten los especialistas.

El costo para las empresas


El impacto de la procrastinación en las organizaciones va mucho más allá de una tarea mal entregada.

“Estamos hablando de pérdida de horas productivas, deterioro en la calidad del trabajo y menor capacidad de innovación. Todo eso se traduce en un impacto directo en los resultados del negocio”.

Javier Martínez, Coordinador de Cultura y Bienestar de Zenta Group
A esto se suma el costo emocional: ansiedad, frustración, culpa e insatisfacción laboral, tanto en quienes postergan como en quienes deben compensar su retraso. Según Castillo, esto mina la colaboración interna. “Se pierde la confianza cuando el equipo siente que alguien no está cumpliendo su parte. Y cuando esa percepción se instala, es difícil de revertir”, apunta.

Para las empresas que operan con metodologías ágiles o trabajan bajo presión de entregables, estos retrasos pueden comprometer no solo el rendimiento del equipo, sino también la relación con clientes y proveedores. "Un equipo avanza a la velocidad de su integrante más lento", agrega Araya.

¿Cómo detectar y abordar la procrastinación en los equipos?


Los líderes tienen un rol clave en la identificación temprana de esta conducta. Algunos signos que deben alertar, según los expertos, incluyen: entregas sistemáticamente atrasadas, evasión de tareas complejas, participación pasiva en reuniones, excusas recurrentes o una desconexión evidente entre la planificación y la ejecución.

Para revertir esta dinámica, no basta con presionar por resultados. Por ello, recomiendan comprender qué está detrás de la procrastinación y acompañar a los equipos en la adopción de mejores prácticas de organización y autocuidado. Técnicas como la segmentación de tareas, el uso del método Pomodoro o la planificación con bloques de tiempo resultan útiles para retomar el control del día laboral.

En paralelo, es fundamental construir una cultura que valore la claridad, la confianza y el aprendizaje. “Una cultura basada en el miedo al error paraliza; una que promueve la autonomía y el feedback constante, empodera”, resume Araya.
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