El incierto futuro del histórico Club de la Unión, ubicado en Alameda 1091, enfrenta jornadas decisivas.
Entre este jueves y viernes -según consignó El Mercurio- podría abrirse una nueva posibilidad para retomar la reorganización de la entidad, una alternativa que fue rechazada en primera instancia por el 28° Juzgado Civil de Santiago, el cual decretó su liquidación tras acoger una solicitud de quiebra presentada por 20 trabajadores.
Estos exigen el pago de deudas laborales que rondarían los
$800 millones y alegan haber quedado fuera de la propuesta inicial de reestructuración.
La administración del club, sin embargo, mantiene la esperanza de revertir el escenario.
Está a la espera de la resolución de un recurso presentado ante la Corte de Apelaciones, el cual busca revivir el plan de reorganización para dar continuidad a la institución. Además, se espera que el viernes el Tribunal Constitucional se pronuncie respecto de otro recurso interpuesto por la administración, liderada por el presidente del directorio, Matías Pérez.
A pesar de los intentos, el panorama sigue siendo incierto. El liquidador designado, Ernesto Pérez Vera, en los próximos días deberá realizar el inventario del club. En principio, se cree que sus únicos activos serían bienes menores como artículos de cocina.
Sin embargo, existe la inquietud de que valiosas obras de arte, entre ellas pinturas de artistas como Pedro Lira, Valenzuela Llanos, Orrego Luco y Pedro Subercaseaux, puedan formar parte del patrimonio. Algunas estimaciones sitúan el valor de estas piezas en torno a los US$40 millones.
El trabajo del liquidador no será sencillo. Si se mantiene la liquidación, deberá asumir el control del recinto, notificar los despidos al personal, determinar qué bienes pueden ser rematados para saldar pasivos y coordinar el funcionamiento temporal del club para cumplir compromisos adquiridos, como la realización de eventos.
De no concretarse estos, los pasivos podrían aumentar aún más. En ese escenario, se podrían firmar nuevos contratos con trabajadores solo por el tiempo que siga operando el recinto.
Pérez Vera explicó al citado medio que "lo que se está cuestionando es que no se aceptó una nueva propuesta de reorganización presentada por la deudora. En la causa consta que se solicitó la quiebra del club, y este respondió con un acuerdo de reorganización. Sin embargo, dicho acuerdo no consideró a los trabajadores, quienes recurrieron nuevamente solicitando la quiebra, que esta vez fue acogida. Ambas solicitudes se dirigieron contra el club, no contra la sociedad dueña del edificio, Inmobiliaria Unión, la cual no tendría deudas con estos acreedores".
Respecto de los activos disponibles para enfrentar las obligaciones, Pérez Vera señala que aparentemente “solo habría muebles de cocina”, y que ni el edificio ni las obras de arte formarían parte del patrimonio a liquidar. No obstante, recalca que deberá acreditarse la propiedad de dichas piezas, ya que algunas pertenecerían a la Inmobiliaria Unión y otras a terceros.
En tanto, el proceso de toma de posesión ya está en marcha. Según explicó el liquidador, ahora corresponde “administrar la empresa en quiebra hasta vender el último bien y pagar a los acreedores”. También se verificará la totalidad de los acreedores en un nuevo procedimiento dentro del marco de la quiebra.
Mientras tanto, el club sigue funcionando.
Una vez que el liquidador asuma oficialmente, deberá informar a los trabajadores sobre su desvinculación, revisar los finiquitos y evaluar si hay fondos disponibles para cubrirlos. Si se plantea la continuidad temporal del funcionamiento, la ley permite que la deudora siga operando para cumplir compromisos contractuales, como matrimonios y reuniones. Pero, advierte, “eso solo será posible si hay viabilidad económica”, en cuyo caso se requerirían nuevos contratos laborales.
El club esperanzado
Según comentó a Emol el gerente general del club, Ricardo Izurieta, “la justicia va por su carril, nosotros como club también estamos haciendo lo propio. Hay más instancias donde nosotros podemos seguir apelando”.
Izurieta baraja algunas alternativas para darle continuidad al histórico club, cuya edificación emblema en el centro es de 1925. Según señaló se trabaja en tres modelos. El primero apuntaría a una apertura hacia la ciudadanía; el segundo en aumentar la cantidad de eventos; y el tercero, se basa en la ley de donaciones.
Quienes también han alzado la voz han sido exalcaldes de la comuna de Santiago, quienes han hecho llamados para salvar al club.
En una carta publicada la semana pasada por El Mercurio, María Eugenia Oyarzún, Patricio Guzmán, Carlos Bombal, Máximo Honorato, Jaime Ravinet, Joaquín Lavín, Felipe Alessandri, Raúl Alcarno y Pablo Zalaquett, llamaron a "los hombres de negocio de este país y, a las personas de buena voluntad, a que se sumen generosamente a la tarea de salvar esta insigne y renovada institución y su valioso patrimonio de 18.000 m² en pleno centro de la capital (acogiéndose incluso a la Ley de Donaciones Culturales), y es por ello que instamos a que este histórico edificio se sume al gran giro que ilumina la tan ansiada recuperación de un Santiago deteriorado y decadente, tarea en la que se encuentra empeñado tesoneramente el actual alcalde".