En menos de una década, la inteligencia artificial pasó de ser un tema exclusivo de laboratorios y centros de investigación a instalarse en las decisiones cotidianas de las empresas. Desde los más diversos sectores, grandes y pequeñas compañías se han sumado al entusiasmo por esta herramienta tecnológica, que muchos comparan con una nueva revolución industrial.
Pero la velocidad con que la IA se ha insertado en las conversaciones estratégicas empresariales no necesariamente implica que las organizaciones están utilizando esta tecnología de forma adecuada. De hecho, si bien más del 70% de las empresas chilenas afirma estar incorporando IA a sus procesos, apenas un 5% la ha adoptado de forma integral, según cifras del ESE Business School y PwC Chile.
Ante este escenario, la startup chilena AIJourney propone un mecanismo concreto para distinguir a aquellas organizaciones que realmente avanzan en este camino. Su iniciativa consiste en un sello de certificación que evalúa el nivel de madurez en inteligencia artificial dentro de las empresas, no como un símbolo de moda, sino como un indicador técnico y verificable del uso responsable y estratégico de la tecnología.
Un lenguaje común para una adopción responsable
El entusiasmo por adoptar IA no es exclusivo de las grandes compañías, un reciente estudio de SAP revela que un 58% de las pymes chilenas considera que esta tecnología tendrá un impacto significativo en sus industrias.
De hecho, un 76% de las pequeñas empresas y un 52% de las medianas espera ver mejoras en sus procesos dentro de los próximos 6 a 12 meses. Sin embargo, ese mismo informe muestra que un 36% de las compañías no sabe cómo implementarla, y un 44% de las medianas identifica la falta de talento como una barrera.
Es justamente ese desfase entre expectativas y capacidades lo que la fundadora de AIJourney, Bárbara Pantoja, busca abordar. Para ella, no es suficiente con que una empresa declare trabajar con IA. Señala que “hay que establecer un lenguaje común entre empresas, reguladores, inversionistas y clientes respecto al nivel de madurez que alcanzan. No puede quedar al libre albedrío lo que significa ser una organización que usa inteligencia artificial”, sostiene.
Por ello, el sello propuesto por AIJourney se sustenta en un modelo estructurado en siete dimensiones, que van desde la estrategia de negocio hasta el impacto en la cultura organizacional. El proceso contempla cinco fases: diagnóstico inicial, preparación técnica y estratégica, auditoría documental y presencial, emisión del sello, y seguimiento para la mejora continua.
“Algunas empresas se están subiendo a la IA solo por presión del mercado o porque creen que es la única forma de no quedarse atrás, sin medir si realmente agrega valor ni si están preparadas para el cambio”, advierte Pantoja. A su juicio, la diferencia no estará en quién adopta la tecnología primero, sino en quién lo hace con madurez.