La bicicleta antirrobo “Yerka”, los relojes sustentables “TTANTI" o el robot submarino “Skiper” no nacieron en centros de innovación privados ni grandes laboratorios corporativos. Su punto de partida fueron salas de clases y talleres universitarios, liderados por estudiantes que, con apoyo institucional, lograron transformar ideas en soluciones reales. Como estas, muchas startups chilenas de alto impacto han surgido en la última década al alero de universidades.
En los últimos años, diversas instituciones de educación superior trabajan por tener estructuras de apoyo al emprendimiento estudiantil, creando incubadoras, centros de innovación, concursos y programas interdisciplinarios que permiten que las ideas no se queden en el aula.
"Uno de los principales desafíos es articular un ecosistema que conecte academia, industria y capital de riesgo, sin perder la esencia formativa".
Oliver Zamora, Coordinador Emprendimiento Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez
Oliver Zamora, Coordinador Emprendimiento Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), asegura que la institución ha sido pionera en este ámbito con iniciativas como Octantis, una de las primeras incubadoras del país, y la Startup School, donde los estudiantes desarrollan soluciones reales desde sus talleres.
Por su parte, en la Universidad Autónoma, el Centro de Emprendimiento e Innovación (CEI) lleva desde 2016 está desarrollando programas de formación, mentorías y vinculación con entidades como Corfo, Sercotec y Start-Up Chile. “Todo esto es clave porque un ecosistema bien articulado permite transformar ideas y resultados de investigación en startups reales, acelerando la transferencia tecnológica”, destaca Juan Pablo Romero, coordinador del CEI.
En el caso de la Universidad Mayor apuestan por un enfoque científico-tecnológico en el apoyo a sus estudiantes emprendedores. “Hoy en día contamos con una instancia de pre-incubación que permite validar oportunidades de mercado, gestionar protección intelectual y avanzar con los niveles de madurez tecnológica”, explica Nancy Fuentes, directora de Gestión Tecnológica, Innovación y Emprendimiento de esa casa de estudios.
Del aula al mercado
Los ejemplos de startups nacidas en universidades chilenas son cada vez más variados. En la UAI destacan casos como Yerka, una bicicleta antirrobo diseñada por alumnos de ingeniería que hoy se comercializa en el extranjero; Justo, una plataforma de e-commerce surgida para ofrecer alternativas a los delivery tradicionales y que ya opera en varios países de la región; y Skiper, un robot submarino desarrollado por estudiantes de cuatro carreras distintas, financiado por Corfo y diseñado para explorar ecosistemas antárticos de forma no invasiva.
En la Universidad Autónoma se inspiran en casos de éxito como Cornershop, Betterfly y NotCo, fundadas por exestudiantes que lograron escalar sus emprendimientos gracias al acompañamiento institucional y el acceso a redes globales. “Estos casos muestran cómo la combinación de apoyo institucional, redes de capital y talento interdisciplinario pueden convertir ideas locales en productos y servicios de exportación no tradicional”, afirma Romero.
En la Universidad Mayor, tres startups recientes marcan el rumbo del emprendimiento biotecnológico: Beetechnology, Minibiota y EcocropTech, todas fundadas por exalumnos de la carrera de Biotecnología y actualmente con productos en niveles avanzados de desarrollo y con inversión extranjera.
Estudiar y emprender, un doble desafío
Sin embargo, emprender desde la universidad no es un camino simple. Las tres instituciones coinciden en que los principales obstáculos para los estudiantes son el manejo del tiempo, la falta de experiencia y el acceso limitado a financiamiento. "Al llegar al momento de la titulación, muchos estudiantes enfrentan un costo de oportunidad: decidir entre emplearse en una organización o seguir con su proyecto", señala el vocero de la UAI.
A esto se suma la dificultad para conformar equipos verdaderamente interdisciplinarios, ya que “en la práctica, los estudiantes tienden a relacionarse dentro de su propia carrera, lo que limita la diversidad de enfoques y habilidades en los equipos”, agrega Zamora.
Desde la Universidad Mayor, Nancy Fuentes enfatiza que “los estudiantes deben abordar áreas como propiedad intelectual, regulación y estrategia comercial, además de compatibilizar ese esfuerzo con sus estudios”. En esa línea, el objetivo de las universidades no es solo incubar proyectos, sino también entrenar a los futuros emprendedores para aprender del fracaso y rediseñar mejores soluciones.
Un ecosistema que se expande más allá del aula
Las universidades están empezando a romper las barreras tradicionales entre disciplinas, niveles académicos y funciones. Desde UAI comenta que abrieron convocatoria por primera vez a estudiantes, académicos, administrativos, alumnos e investigadores para la iniciativa “Prototypes”. En la Universidad Autónoma, el acuerdo con la agencia KOSME de Corea del Sur busca ampliar el acceso a redes internacionales. Y en la Universidad Mayor, la protección intelectual de las ideas se ha vuelto un componente clave para escalar las startups nacidas en sus aulas.
Para las tres instituciones, el gran desafío actual es consolidar estos avances y garantizar que más estudiantes, sin importar su carrera o sede, puedan acceder a este tipo de oportunidades.
Juan Pablo Romero, insiste en que “contar con un entorno propicio para que más estudiantes emprendan desde las universidades marca la diferencia entre quedarse en la idea o escalar soluciones de impacto local y global”. La iniciativa emprendedora impulsa la empleabilidad, genera empleos de alto valor y permite retener talento que, de otro modo, podría migrar, finalizó.