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Burnout colectivo y su impacto: ¿Puede una empresa sobrevivir a un equipo agotado?

Especialistas advierten que la fatiga organizacional está normalizada, y puede afectar la toma de decisiones y deteriorar las relaciones laborales.

30 de Julio de 2025 | 15:40 | Por Natalia Munar | Portal Pyme
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Freepik
Cuando nadie propone nada nuevo, las ideas se agotan y los errores aumentan, no siempre se trata de falta de compromiso o de competencias. Puede ser una señal de algo más delicado. Se trata del burnout colectivo. A diferencia del desgaste individual o burnout individual, que afecta a una sola persona, este fenómeno impacta a equipos completos, deteriorando la motivación, la colaboración y la productividad.

Según datos recientes de Gallup, el 44% de los empleados a nivel mundial afirma sentirse estresado en el trabajo durante gran parte del día, una cifra que ha ido al alza desde la pandemia.

"Cuando las personas están quemadas no solo se cansan, se desconectan. Y cuando ese agotamiento se vuelve transversal, deja de ser un problema de recursos humanos y se convierte en un riesgo para el negocio", advierte Jaime Sepúlveda, CEO de Skualo -empresa chilena que ofrece soluciones de software de gestión organizacional-.

“El burnout colectivo es un estado de agotamiento que afecta a un grupo de personas dentro de un lugar de trabajo y puede ser peligroso para el ambiente laboral”, advierte Caio Arnaes, director asociado de Robert Half Chile -reclutadora de talento humano-.

Cargas excesivas, liderazgos débiles, conflictos internos y recursos limitados suelen combinarse como la fórmula perfecta para que un grupo de trabajadores se vea afectado. Y sus consecuencias son severas. El experto dice que este fenómeno impacta a las organizaciones, dando como resultado baja productividad, deterioro del clima, pérdida de sentido del trabajo y aumento de la rotación.

Los ingredientes del agotamiento grupal


El burnout colectivo no aparece de la noche a la mañana, de acuerdo con los especialistas, surge cuando se combinan variables como procesos desordenados, sobrecarga crónica, presión sostenida y una cultura que no valida el descanso. El problema, según los expertos, no es solo la cantidad de trabajo, sino la manera en que este se organiza y comunica.

"Cuando todo se vuelve urgente, los equipos se saturan", señala Yerko Opazo, jefe de gestión de personas en eVoting -plataforma de votaciones electrónicas-. "Además, si existe una cultura donde está mal visto detenerse o decir que se está cansado, el desgaste se vuelve compartido".

“Los problemas contaminan al equipo de manera general, provocando consecuencias sobre varias personas al mismo tiempo o de manera encadenada. Se afecta la motivación, las relaciones del grupo, el rol de los líderes y la productividad”.

Caio Arnaes, director asociado de Robert Half Chile
Para los expertos un equipo agotado pierde el foco, se vuelve menos colaborativo, comete más errores y entrega resultados de menor calidad. Vuelven a insistir en que las ideas nuevas desaparecen, el ánimo decae y el ausentismo comienza a aumentar. “Ya no se trata solo de cansancio, sino de una pérdida de sentido”, agrega Opazo.

Claves para detectar y prevenir el burnout colectivo


Reconocer el burnout colectivo no es sencillo, pero tampoco imposible. “La primera señal de alerta es la baja sostenida en el rendimiento. Se observa en plazos que se dejan de cumplir, errores frecuentes y menor calidad del trabajo”, afirma Caio Arnaes. También hay indicios más emocionales, como por ejemplo, la irritabilidad, falta de participación, tensión en el ambiente, comentarios negativos y desconexión.

Además, Pablo Fuenzalida, especialista en transformación humana y docente de la Universidad Adolfo Ibáñez, sostiene que el problema también es biológico. “No nos hemos recuperado neurológicamente del impacto de la pandemia. La amígdala cerebral quedó hiperactivada y el sistema ya no da más”, señaló. Según él, el estrés de base se ha vuelto crónico y se manifiesta en todos los modelos laborales, tanto presenciales, híbridos o remotos.

A ese estado basal de alerta se suma un entorno externo incierto, con crisis económicas, amenazas ambientales y sobreinformación. “Muchas personas hoy no tienen condiciones mínimas de estabilidad emocional para sostener el día a día laboral”, sostiene Fuenzalida.

Para prevenir este fenómeno en los entornos laborales, Arnaes recomienda, primero observar y escuchar activamente. “Hay que crear espacios donde las personas puedan expresar lo que sienten sin temor a represalias”, plantea Arnaes. Lo segundo que propone es rediseñar los procesos.

Por su parte, Fuenzalida sugiere acciones simples pero efectivas: respiración consciente, pausas activas, conversaciones emocionales seguras y foco en el progreso más que en el resultado. Como ejemplo exitoso, menciona a una cadena de retail que aplicó un programa de bienestar para 18.000 personas. “En seis semanas, el equipo mejoró su autorregulación emocional y el clima laboral se volvió más saludable”, concluyó.
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