A más de cinco años del auge del teletrabajo impulsado por la pandemia, el mercado laboral chileno ha dado un giro decidido de vuelta a la presencialidad.
Un análisis de Trabajando.com, que revisó las ofertas publicadas entre enero y julio de 2025, reveló que el 87,3% de las vacantes exigen trabajo presencial, un 10,81% ofrece esquemas híbridos y solo un 1,89% contempla teletrabajo.
Incluso en los momentos más críticos de la crisis sanitaria, el teletrabajo en Chile nunca superó el 20% de las ocupaciones, reflejando una estructura laboral históricamente orientada a la presencialidad.
Según la plataforma, la baja disponibilidad de vacantes remotas o semiremotas responde a una estabilización del mercado en torno a modelos más tradicionales, especialmente en funciones que requieren coordinación operativa, atención directa al cliente o trabajo en terreno.
"La presencialidad sigue predominando en las ofertas, no necesariamente por una resistencia al cambio, sino porque muchas empresas aún valoran ese formato para ciertos tipos de funciones", explicó Rodrigo Gorostiza, gerente de marketing de Trabajando.com.
En línea con esta tendencia, el 84% de las postulaciones registradas en el primer semestre de 2025 se concentró en cargos presenciales, frente al 11% para empleos híbridos y el 5% para teletrabajo.
De hecho, las postulaciones a empleos en teletrabajo han caído más de un 70% desde enero de 2022, mientras que las de trabajos híbridos disminuyeron cerca de un 10%.
"Aunque la flexibilidad laboral es cada vez más valorada, las condiciones actuales del mercado muestran un ajuste hacia esquemas más presenciales. La transición hacia modelos híbridos todavía está en desarrollo en buena parte del ecosistema laboral", agregó Gorostiza.
¿Qué dicen los reclutadores?
Para Francisco González, gerente general de Vertical Hunter-empresa dedicada a los procesos de reclutamiento y selección de personal, y servicios-, la reducción del teletrabajo es evidente.
"Desde nuestro punto de vista, la modalidad 100% teletrabajo efectivamente ha disminuido por parte de las empresas predominando la modalidad hibrida", añadió.
González recalcó que esto depende del tipo de puesto, "porque no todas las posiciones laborales permiten por sus funciones propias desempeñarlas mediante la modalidad del teletrabajo o hibrida".
Tal es el caso, por ejemplo, de los cargos de operarios logísticos, ligados a la medicina o algunos cargos comerciales, señaló.
El especialista también asocia esta tendencia a la vida organizacional.
"Hay un efecto también relacionado a la necesidad de interactuar con otros compañeros de trabajo, generar y potenciar la cultura organizacional y el ambiente laboral. Es por lo anterior que la modalidad 100% teletrabajo efectivamente ha disminuido como un beneficio para los trabajadores", señaló a Emol.
A su juicio, no es el fin absoluto de esta modalidad, pero sí su reducción. "Pienso que la modalidad 100% teletrabajo se va a mantener dependiendo principalmente del tipo de cargo y funciones, pero claramente va a la baja como beneficio ofrecido por las empresas".
Según su proyección, "la modalidad que se mantendrá es la hibrida, la cual puede ser de tres días de oficina más dos de teletrabajo o cuatro días de oficina y uno de teletrabajo".
Factores culturales y liderazgo
Desde la perspectiva de la gestión del talento, Isaías Sharon, director ejecutivo de Perzon.ai .-plataforma que usa psicología predictiva para las áreas de recursos humano-, interpretó los datos como un retorno claro a los esquemas tradicionales.
"El dato de que más del 87% de las ofertas laborales en Chile hoy exijan presencialidad, con solo un 1,89% de teletrabajo, confirma un giro claro hacia modelos tradicionales. Esto ocurre a pesar de que la pandemia demostró que el trabajo remoto era posible y, en muchos casos, eficiente", aseveró a Emol.
Sharon advirtió que no se trata solo de una preferencia logística, ya que a su juicio, "lo que estamos viendo no es solo una decisión operativa: refleja una combinación de factores culturales, de liderazgo y de gestión del talento".
"Muchas empresas aún asocian productividad con supervisión presencial, y no han adaptado sus sistemas de medición de desempeño ni sus culturas organizacionales para sostener esquemas flexibles", añadió.
Incluso, considera que la presencialidad se usa como un filtro "para medir compromiso o disponibilidad, aunque esto no siempre se traduzca en mejores resultados".
No cree que el teletrabajo desaparecerá por completo, pero sí considera que "quedará reducido a empresas con una visión más madura de la gestión por objetivos y con la capacidad de liderar a distancia".
"La era del teletrabajo masivo puede haber terminado, pero la del trabajo flexible y basado en datos apenas comienza. Quien logre adaptarse, atraerá y retendrá mejor talento", concluyó.
Efectos en la calidad de vida
El académico José Gregorio Pérez, de la Facultad de Administración y Economía de la Usach, remarcó que el teletrabajo tuvo beneficios iniciales que no siempre se consolidaron.
"A pesar de que inicialmente el teletrabajo fue visto como una muy buena propuesta laboral en el sentido de facilitar el uso más efectivo del tiempo y la conciliación trabajo-familia, en la práctica este ha tenido algunos efectos colaterales no esperados", señaló el doctor en administración de recursos humanos.
Entre ellos, mencionó que "el primero y más evidente dice relación con el deterioro de la calidad de vida producto de la mezcla de los espacios privados y laborales, afectando en el largo plazo el descanso laboral pleno (…) la experiencia demostró un efecto adverso".
Otro punto crítico fue la interacción laboral. "En segundo lugar, el teletrabajo produjo una disminución significativa de las interacciones laborales cotidianas, que con el tiempo tendieron a generar consecuencias no tan buenas desde el punto de vista de la coordinación de tareas, la supervisión y el control del trabajo".
También identificó impactos en la motivación y el clima organizacional. "Las personas se tienen a sentir menos integradas a organización y se pierde el toque social inherente al trabajo", acotó.
Pérez recalcó que el trabajo tiene un valor social y cultural que va más allá de la productividad: "El trabajo da sentido y propósito a las personas, crea lazos sociales, satisfacción con el quehacer, sentido de cumplimiento, autovaloración y trascendencia".
"Las organizaciones requieren aprender a través de interacciones cara a cara entre personas y grupos, mediante conversaciones y observaciones directas", finalizó.