El ecosistema emprendedor es uno de los entornos que debe saber ajustarse a los cambios. Ya sea por los adelantos tecnológicos, la transformación de los hábitos de consumo o clientes cada vez más exigentes, las pequeñas y medianas empresas enfrentan un desafío clave: adaptarse a estas evoluciones o arriesgarse a perder competitividad.
Mientras las grandes empresas cuentan con recursos para invertir en investigación, automatización o expansión de sus equipos, las pymes deben apoyarse en la flexibilidad y en la capacidad de anticipar tendencias para no perder terreno.
En ese sentido, la agilidad en la toma de decisiones se ha convertido en una condición de supervivencia para negocios que buscan crecer en escenarios de alta incertidumbre.
De esta forma, según los expertos, la capacidad de reacción no solo asegura la supervivencia, sino que también abre oportunidades de crecimiento y consolidación en sectores competitivos.
Carla Aravena, gerente general de OTEC Teamclass (especializada en formación profesional de las personas), advierte que postergar la transformación puede traer consecuencias serias.
“Las pymes que no logran adaptarse a tiempo corren el riesgo de perder competitividad, clientes e incluso talento interno. Hoy los cambios son rápidos —nuevas tecnologías, formas de consumo y exigencias de los clientes—, y quedarse atrás puede significar mayores costos y menos oportunidades de crecimiento. Por eso, la capacitación constante es clave: no solo permite reaccionar a tiempo, sino también anticiparse. Desde Teamclass trabajamos justamente para que las empresas no vean la formación como un gasto, sino como una inversión en resiliencia y sostenibilidad”, afirma.
En la misma línea, Juan Pablo Hurtado, CEO de Donando (Plataforma para recaudar donaciones), sostiene que el riesgo es aún mayor en sectores altamente dinámicos como el de las organizaciones sociales.
“En Donando, que trabajamos con organizaciones sociales y fundaciones, vemos que los riesgos son aún más críticos. El mercado de las ONG está en constante transformación: las formas de recaudar fondos cambian rápido, los donantes son cada vez más digitales y las expectativas de transparencia y experiencia de usuario son mayores. Si una pyme como la nuestra no se adapta, enfrenta dos riesgos principales: primero, que otro actor logre responder antes y se quede con ese espacio de mercado; y segundo, perder relevancia frente a fundaciones que buscan soluciones modernas, lo que a la larga puede significar quedar fuera del ecosistema. Para una pyme en este sector, no adaptarse es sinónimo de desaparecer”, sostiene.
Los beneficios de estar preparados
Más allá de evitar riesgos, la capacidad de adaptación abre nuevas oportunidades. Según Aravena, este factor puede marcar un antes y un después en la trayectoria de una empresa.
“El principal beneficio es la continuidad y el crecimiento del negocio. Una pyme preparada puede aprovechar nuevas oportunidades antes que su competencia, fortalecer la relación con sus clientes y dar mayor estabilidad a su equipo. Además, la adaptación genera confianza: tanto los colaboradores como los socios ven a la empresa como innovadora y con visión de futuro”, comenta.
Asimismo, añade que “hemos visto cómo la capacitación en habilidades técnicas y digitales impulsa la productividad y abre puertas a mercados que antes parecían lejanos, el formarse por ejemplo en idiomas, hoy el idioma es un puente de oportunidades para que las empresas puedan estar más preparados a desafíos, impulsa la creatividad y la confianza de los colaboradores a conectar con otros siendo mayormente estratégicos”.
Hurtado complementa que estar atentos al entorno puede transformar la posición competitiva de una pyme.
“La gran ventaja es poder adelantarse a las necesidades reales de los clientes y no solo reaccionar tarde. En Donando, por ejemplo, estar atentos nos permite ajustar la propuesta antes de que ocurra un cambio mayor, anticipar tendencias y responder a necesidades que aún no están totalmente instaladas. Eso da una posición estratégica que marca la diferencia frente a competidores más lentos”, indica.
Estrategias para responder con rapidez
Tanto para expertos en formación de equipos como para líderes de startups, la clave está en combinar capacitación, flexibilidad y escucha activa. Aravena apunta a la importancia de empoderar a los colaboradores.
“Lo fundamental como estrategia es tener equipos capacitados y empoderados: colaboradores que sepan tomar decisiones rápidas y tengan herramientas para resolver problemas. Otra clave es implementar metodologías ágiles de trabajo que permitan probar, medir y ajustar sin miedo al error. Finalmente, la conexión con el entorno —escuchar al cliente y detectar tendencias— marca la diferencia”, comenta.
Hurtado, en tanto, pone el foco en tres ejes prácticos para cualquier pyme.
“Nuestra experiencia nos muestra que tres cosas son clave: estar informados constantemente sobre el entorno, ser muy flexibles en la operación y mantener un canal abierto de escucha con los clientes. Esa cercanía nos permite sensibilizarnos con sus necesidades reales y reaccionar más rápido, incluso antes que un competidor más grande y estructurado”, sentencia.