Los focos del mundo están puestos en la 80a. Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York (Estados Unidos), hasta donde arribó el Presidente Gabriel Boric, comenzando una intensa agenda que culmina el jueves.
El Mandatario chileno participa junto a otros Jefes de Estado y de Gobierno en la Semana de Alto Nivel, que este miércoles 23 abrirá formalmente sus debates.
Pero esta cita mundial tiene, además un ingrediente especial para el Gobierno,
marcada por las expectativas sobre un posible lanzamiento de la candidatura de Michelle Bachelet a la secretaría general de la ONU, para suceder a António Guterres
Escenario complejo
Esta asamblea y la eventual candidatura de Bechelet, se darán en medio de un escenario especialmente complejo para la ONU, que enfrenta la mayor crisis financiera que ha vivido en sus ocho décadas de existencia.
La ONU cumple 80 años en un momento de inflexión, con voces internas que hablan de un verdadero "reto existencial". La acumulación de retrasos e impagos en las contribuciones de los Estados miembros, sumado al retiro del apoyo financiero de la Administración Trump en EE.UU., han empujado a la organización hacia un proceso de reinvención.
"Estamos ante el momento más crítico que hemos enfrentado en toda nuestra historia. Las inversiones en cooperación y el fomento del multilateralismo han sido sustituidos por mayores partidas nacionales para Defensa", advirtieron días atrás altos funcionarios de la ONU en un encuentro con periodistas en Nueva York, según consignó EFE.
Una reestructuración forzada
El secretario general ha sido enfático en que la ONU está diseñada para enfrentar los problemas del siglo XX, no los del XXI. Para revertir esa situación, en marzo presentó la iniciativa ONU80, un plan de reforma integral que busca reducir burocracia, evitar duplicidad de funciones y recortar costos, al mismo tiempo que ajusta la institución a nuevos desafíos como la inteligencia artificial y el cambio climático.
El plan preliminar entregado a la Comisión de Asuntos Administrativos y de Presupuesto (ACABQ) propone reducir en US$600 millones el presupuesto total al 2026, situándolo en US$3.427 millones. Esto significará la pérdida de 2.887 empleos, además de la deslocalización de labores administrativas de Nueva York y Ginebra hacia ciudades más económicas como Nairobi, Bangkok, Valencia o Brindisi.
En una carta a los Estados miembros, Guterres subrayó que con estas medidas busca priorizar tres ejes: paz y seguridad internacional, derechos humanos y desarrollo sostenible.
Sin embargo, en un mensaje paralelo al personal de Naciones Unidas reconoció que "estas estimaciones revisadas no pueden abordar el problema de liquidez, pero colocan a la organización en una mejor posición para afrontar desafíos futuros".
Estados Unidos, la mayor deuda
El vacío financiero más grande proviene de Estados Unidos, que bajo el liderazgo de Trump desacreditó a los organismos de la ONU y dejó de pagar sus aportes. Washington adeuda US$430 millones del presupuesto general de 2024 y no ha abonado lo comprometido para este año, salvo notificar que no seguirá financiando al Consejo de Derechos Humanos.
Este recorte golpea directamente a agencias humanitarias. El Programa Mundial de Alimentos (PMA), que recibía el 40% de sus fondos desde EE.UU., enfrenta recortes inmediatos. Según Richard Gowan, experto en Naciones Unidas del think tank Crisis Group, "a corto plazo, serán las agencias humanitarias, como el Programa Mundial de Alimentos, los que sufrirán más los recortes estadounidenses".
Los efectos ya se sienten: socios locales de la ONU en la República Democrática del Congo informan que no han podido prestar atención médica básica a mujeres víctimas de violencia sexual por falta de recursos, y en Nigeria se paralizó el Servicio Aéreo Humanitario del PMA, encargado de distribuir suministros a zonas en conflicto.
Unicef, por su parte, advirtió que la reducción en la financiación mundial para educación podría dejar a seis millones de niños más sin escolarizar para finales de 2026.
La mirada de los expertos
Juan Ortiz, economista sénior del Observatorio del Contexto Económico (OCEC) UDP, explicó a Emol que "la ONU es un organismo multilateral cuyas fuentes de ingresos son las contribuciones por parte de los países miembros, las cuales se fijan en función del ingreso nacional bruto de cada país, el tamaño de su población y sus niveles de deuda. Así, los principales países que realizan contribuciones son las dos principales economías de mundo, Estados Unidos y China".
Agregó que "la otra fuente de ingresos son las donaciones voluntarias de donantes estatales o no estatales, los cuales se destinan a programas, organismos y entidades para el Sistema de Naciones Unidas para el Desarrollo y tercero, el fondo común destinado para mantener la paz".
Ortiz recordó que "la crisis financiera en la ONU se arrastra desde hace varios años, debido a las necesidades de recursos crecientes en medio de crisis humanitarias en múltiples países como Siria, Ucrania, Yemen, Somalia, Sudán, entre otros".
Lo anterior, dijo, "ha llevado que el gasto humanitario tenga una tendencia creciente desde hace más de 15 años. La presión de costos ha aumentado persistentemente".
"Los ingresos por contribuciones de Estados Unidos y China para 2025, se estiman en 42% del total del presupuesto ordinario de la ONU. Sin embargo, Estados Unidos no ha realizado los pagos correspondientes (…) mientras China presenta retrasos en el pago de la contribución", añadió.
También señaló que "la problemática no es solo de recursos, sino también de organización y duplicidad de funciones, junto con la debilidad en la gobernanza de la ONU, producto del poder de veto en el Consejo de Seguridad por parte de sus cinco miembros permanentes: Francia, Reino Unido, Estados Unidos, China y Rusia".
Carlos Smith, docente investigador del CIES-UDD, apuntó dos razones fundamentales que explican la situación financiera de la ONU. Una, los atrasos en los pagos de sus principales aportantes y lo segundo -y más relevante- son las razones de esos atrasos, que "tienen que ver con hechos de priorizar situaciones internas, gastos internos y un poco esta mirada hacia atrás en términos de multilateralismo".
Los países, dijo, están buscando "el beneficio propio más que el beneficio del conjunto de países del mundo". Y este debilitamiento del multilateralismo, según Smith, puede tener graves consecuencias. "Todas esas coordinaciones que de alguna manera mantenían al mundo relativamente ordenado en muchas cosas, se pueden perder y eso sería bastante caótico",
Bachelet: En búsqueda de ser secretaria general
Guterres completará su segundo mandato en ONU de cinco años a finales de 2026, y son varios los nombres que circulan para sucederlo, especialmente de América Latina y el Caribe, debido a una práctica no oficial que define que el puesto debe rotar geográficamente —las últimas secretarías generales recayeron en representantes de Europa, Asia y África—.
Entre los posibles candidatos está Mia Mottley, de 59 años, primera mujer primera ministra de Barbados y quien se ha hecho conocida como una defensora de la acción climática, además de haber sido copresidenta del Comité de Desarrollo del Banco Mundial y del FMI.
También se menciona el nombre de Rebeca Grynspan, de 69 años, exvicepresidenta de Costa Rica y secretaria general de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), quien ha sido una pieza clave en las negociaciones entre Rusia y Ucrania en materia comercial. Se suma la expresidenta Michelle Bachelet, de 73 años, quien tiene una amplia experiencia como directora de ONU Mujeres y Alta Comisionada de las Naciones Unidas.
Cierran la lista Alicia Bárcena, de 73 años, excanciller de México y exsecretaria ejecutiva de la Cepal, quien ha abogado por que el cargo recaiga en una mujer, y Rafael Grossi, actual director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).