El cobre vuelve a concentrar la atención de los mercados internacionales y en particular a Chile. ¿La razón? Bank of America (BofA) elevó de manera sustancial sus proyecciones para el precio del metal rojo en los próximos años, advirtiendo de una escasez estructural que podría marcar un nuevo ciclo alcista.
La entidad estima que en 2026 el cobre promediará US$5,13 por libra, por encima de la proyección previa de US$4,62, mientras que para 2027 el precio se ubicaría en US$6,12 por libra.
El cálculo representa un salto considerable respecto del promedio observado en lo que va de 2025, de US$4,34 por libra, y se sostiene en problemas de oferta que afectan a las minas de cobre más grandes del mundo: Escondida en Chile, Grasberg en Indonesia y Kamoa-Kakula en la República Democrática del Congo.
"Como resultado, es probable que las tres entreguen menos unidades que su capacidad nominal de producción anual este año y el próximo. Los problemas en la mina Grasberg de Freeport por sí solos podrían aumentar el déficit del próximo año en 270 kt", indicó BofA en su informe.
Por el lado de la demanda, el banco prevé una estabilización en China y una recuperación paulatina en Europa, en un contexto de inventarios bajos y de flujos de cobre hacia Estados Unidos que no se han revertido.
"Dado que el cobre ahora puede financiarse mediante acuerdos de financiación de almacenes en el CME (Chicago Mercantile Exchange), es poco probable que el metal rojo se reexporte o se convierta en un exceso de oferta en el mercado físico", añadió la entidad.
Un déficit estructural que impulsa el precio
Los analistas coinciden en que la estimación de Bank of America confirma un escenario de escasez sostenida de cobre.
Diego Montalbetti, de Capitaria, señaló a Emol que "la última estimación de Bank of America sobre el precio del cobre va más allá de un simple pronóstico: revela una tendencia estructural del mercado".
Según aseveró, la oferta del metal "sigue limitada por problemas operativos y restricciones geológicas, mientras que la demanda se mantiene firme, impulsada por la electrificación global, los autos eléctricos y las energías renovables. Con un precio promedio proyectado de US$5,13 por libra en 2026 y US$6,12 en 2027, queda claro que no se trata de un aumento temporal, sino de un déficit sostenido en el mercado".
Felipe Sepúlveda, de Admirals Latinoamérica, compartió una visión similar y señaló a Emol que la proyección de Bank of America "es consistente con un escenario de escasez estructural de oferta, que se ha visto acentuada por problemas en las mayores minas del mundo como Escondida, Grasberg y Kamoa-Kakul".
"Un precio promedio de US$5,13 por libra en 2026 y de US$6,12 en 2027 reflejaría un mercado donde la demanda, impulsada por la transición energética y la electrificación, supera la capacidad de producción en el corto y mediano plazo", añadió.
Gonzalo Muñoz, analista de XTB Latam, recalcó que esta proyección "marca un punto de inflexión relevante".
Según dijo, "la nueva estimación marca un punto de inflexión relevante. Esto es crucial si se considera que entre 2023 y 2025, el precio del cobre alcanzó máximos históricos, para luego corregir hasta un 20% en ciertos momentos. Actualmente, el metal rojo parece retomar el impulso hacia un nuevo rally, el mismo que había sido anticipado por varios analistas".
Impacto en la economía chilena
Respecto de las implicancias para Chile, los expertos enfatizaron los efectos positivos en las cuentas fiscales, la balanza comercial y la inversión minera, aunque también advirtieron sobre riesgos asociados.
Montalbetti apuntó: "Para Chile, como líder mundial en producción de cobre, tendrá un impacto notable en la economía nacional. En materia de finanzas públicas, mayores ingresos por impuestos y royalties mineros permitirían al Estado aumentar el gasto en áreas como educación, salud e infraestructura, o bien reducir el déficit fiscal, fortaleciendo la estabilidad económica y la confianza de los mercados".
En la misma línea, agregó que "en la balanza comercial, los mayores precios del cobre generarían un incremento de las exportaciones en dólares, reforzando las reservas internacionales y aportando estabilidad frente a posibles shocks externos. Este flujo de divisas podría llevar a una apreciación del peso, abaratando las importaciones, aunque con el riesgo de encarecer los productos de otros sectores exportadores y afectar su competitividad".
Sepúlveda coincidió en este análisis y destacó que "para Chile, como principal productor mundial de cobre, un precio más alto significaría mayores ingresos por exportaciones, más recaudación fiscal vía impuestos y royalties, y un potencial impulso para el tipo de cambio, fortaleciendo al peso chileno".
Riesgos: dependencia del cobre y presiones políticas
No obstante, las proyecciones alcistas también traen desafíos.
En ese sentido, Montalbetti advirtió que "la economía podría volverse más dependiente del cobre, profundizando la llamada 'enfermedad holandesa' (fenómeno económico en el que el auge de un sector de la economía provoca una apreciación de la moneda nacional). Además, la mayor liquidez interna puede generar presiones inflacionarias y la volatilidad del precio del cobre sigue representando un riesgo para las finanzas públicas".
Sepúlveda, por su parte, planteó que el alza de precios "también implicaría mayores presiones de costos para industrias consumidoras de cobre y desafíos para mantener la competitividad, especialmente si la producción local no logra recuperarse tras los problemas operativos recientes".
Muñoz sumó otro factor a considerar. "Desde la perspectiva nacional, este contexto positivo para el cobre no se traduce automáticamente en una mejora del tipo de cambio. El peso chileno ha comenzado a desacoplarse del comportamiento del cobre, en parte por la creciente incertidumbre de inversión ante el proceso electoral en el país".
En este escenario, aseveró, "el riesgo político y empresarial comienza a influir más sobre el mercado financiero local, restando espacio a los efectos positivos del precio del cobre sobre la moneda".
Una oportunidad con condiciones
Los tres especialistas coinciden en que el ciclo alcista del cobre abre una ventana de oportunidades para Chile, aunque insisten en la necesidad de políticas públicas y estrategias de diversificación que permitan aprovechar los ingresos de manera sostenida.
Como resumió Montalbetti; "El alza proyectada del cobre ofrece a Chile una oportunidad para fortalecer sus finanzas, estimular la inversión y mejorar la balanza comercial, pero también evidencia la importancia de aprovechar estos ingresos estratégicamente y diversificar la economía para no depender exclusivamente del metal rojo".
Sepúlveda reforzó esta idea: "En síntesis, los precios más altos del cobre podrían ser un viento a favor para las cuentas fiscales y la balanza comercial chilena, pero subrayan la necesidad de invertir en capacidad productiva para que el país pueda capturar plenamente los beneficios de este ciclo alcista".