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De "Rojo" para el mundo: El meteórico ascenso de Mon Laferte al Olimpo de la música latinoamericana

La cantante que se hizo conocida gracias al extinto programa de talentos de TVN, lo abandonó todo con un solo objetivo: cumplir su sueño de tocar y cantar la música de su autoría. Este jueves, la viñamarina vio cómo su historia de esfuerzo rindió sus frutos siendo reconocida con un premio en la reciente edición de los Grammy Latino.

17 de Noviembre de 2017 | 08:17 | Por Alondra Barrios Peñailillo, Emol
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Mon Laferte en su presentación de los Grammy Latino 2017.

Reuters
SANTIAGO.- Monserrat Bustamante tenía 13 años cuando decidió dejar los cuadernos de lado y dedicarse a su pasión: la música. Oriunda de Viña del Mar, la cantante pasó dos años viajando de la Ciudad Jardín a Villa Alemana para cantar en un circo travesti. A esa misma edad se ganó una beca para estudiar lo que tanto le gustaba, pero ella optó por recorrer el camino más largo: de pub en pub y de hotel en hotel ofrecía sus servicios como intérprete. A veces ni siquiera por dinero, sino solo por gusto o por un plato de comida.

Desde entonces, nada frenó a Monserrat, hoy convertida en Mon Laferte, la exitosa cantante chilena que este jueves se llevó un galardón a Mejor Canción Alternativa por "Amárrame", en la décimoctava versión de los premios Grammy Latino.

Chao, "tío Conductor". Hola, México


Laferte tenía 19 años cuando llegó a los estudios de TVN para una audición del programa de talentos "Rojo, fama contra fama", conducido por Rafael Araneda. "Monse", como la llamaban sus compañeros, fue parte de la segunda generación del espacio de TVN. A pesar de su desplante y capacidad vocal, jamás logró ganar una temporada en todo el tiempo que estuvo. Poco le importó. Años más tarde la artista confesaría a la revista Paula que "Rojo" no le enseñó "nada de música. No hay que tomarlos como creadores de carreras, porque no lo son".

Adentro la perfilaron como la participante que entonaba canciones "cebollas", algo que ni siquiera pretendía ni le acomodaba. A inicios de 2017, su amigo y ex integrante del mismo espacio, Juan David Rodríguez, señaló a la revista Sábado que Mon "no estaba ni ahí con ser la nueva Thalía. Musicalmente sus tendencias eran otras. Es frustrante cuando te perfilan para ser algo que no quieres".

"Las canciones rockeras que llegaba cantando con su guitarra antes de los ensayos no tenían nada que ver con las que cantaba en el programa", agregó Marcelo García, otra amistad de la intérprete en la misma publicación.

Mon solo quería lanzarse a hacer su música, con sus letras y en su onda. Sin dudarlo más, en 2007 dejó al "tío Conductor", como era apodado Araneda y con 23 años, sacó pasajes con destino a México. De ahí en adelante comenzó a cimentar la historia que hoy ya es conocida.

Pero no se fue sin antes hacer una despedida en el legendario Teatro Caupolicán en junio de ese año. Mariana Krumm, directora de "Rojo", dijo que "en un momento, ella fue conmigo a hablar a la oficina y me dijo que se quería ir a México y que qué pensaba yo. La verdad es que por distintos motivos, lo mejor era que se fuera. En ese tiempo era súper conocida en Chile. Tenía disco de oro, de platino, había estado en la película (de "Rojo"). Dentro de ese formato había tocado techo en Chile y no estaba conforme. Me dijo que no se sentía cómoda, que tenía problemas personales".

Y voló. En tierras aztecas volvió a sus inicios y no le hizo el quite a los bares, donde interpretaba covers. Cómoda con el trabajo, sus planes iban bien encaminados hasta que una enfermedad la frenó drásticamente. En 2009, Laferte fue diagnosticada con cáncer de tiroides, lo que le impidió cantar durante todo un año. "Como que eso alentó todo el proceso, porque quería grabar un disco pero no sabía cómo hacerlo, fue como una bofetada, saber que si quería hacer algo debía hacerlo nada más", reveló a Paula.

Dos años más tarde, Mon editó Desechable (2011), de corte rockero. El álbum que le seguiría, Tornasol (2013) viraría más hacia el pop. El salto, sin embargo, llegó recién en 2015 con Mon Laferte Vol.1, que logró posicionarse en los primeros lugares de las ventas en iTunes de México y Chile. El disco corrió por su cuenta en autoría, grabación y producción.

De él se desprenden "Tormeto" y "Tu falta de querer", temas que retratan el estado anímico que experimentaba la cantante e inspirados en la música de los años '70 que escuchaba junto a su abuela. Con ellos, además, ganó cariño y simpatía del pueblo mexicano, el que la empezó a sentir como una artista propia, siendo invitada al renombrado Vive Latino y con una fanaticada que lograba cada vez más adherentes tanto en el país norteamericano como en Chile.

Los tiempos también la hicieron cambiar de apariencia, dejando en el olvido su pelo largo y rojizo. Mon adoptó un estilo más pin-up, con flequillo que recordaba a la icónica Bettie Page y llenó sus brazos de tatuajes. El cambio fue radical, pero reveló el verdadero yo de la intérprete.


La chilena junto a Juanes en un concierto en beneficio a los damnificados del terremoto en México.

El respeto de los fanáticos fue el mismo que el de sus colegas que le empezaron a prestar oído. Juanes, el popular cantautor colombiano quedó admirado del trabajo de la chilena. Juntos se subieron al escenario en la edición 2016 de los Grammy Latinos y volvieron a colaborar en el disco La Trenza que Laferte lanzó este año.

"Amárrame", la canción que cantan a dúo, sólo elevó aún más la popularidad de la intérprete viñamarina que en febrero de este año se echó la Quinta Vergara al bolsillo con su actuación en el Festival de Viña del Mar.

Recientemente fue reconocida en tierras europeas al llevarse el premio a Mejor artista Latinoamérica Norte en los MTV Europe Music Awards y con un reconocimiento en la ceremonia de anoche de los Grammy Latino.

De los bares a la televisión, de la pantalla chica a México y de tierras aztecas a la consolidación. Mon Laferte golpeó puertas, peleó y ganó. Su éxito arrollador no es más que una muestra de alguien que armó su carrera a punta constancia y resiliencia, abriéndose camino por su talento propio y convicciones, rescatando la autenticidad y creyendo en sí mismo.