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Los 21 tipos de mujeres chilenas

Solteras que se fuman hasta los dedos esperando dejar de serlo; casadas que juegan a la primera dama, donde su casa es un país con estrictas leyes de protocolo; separadas amigas del ex, tan modernas y operadas de los nervios que dan envidia. Tenemos de lo que nos pidan. Abajo, 21 tipos de mujeres que sólo se cultivan acá, ordenadas por el siempre arbitrario filtro del estado civil.

04 de Octubre de 2005 | 12:17 |
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Siete solteras

Fumando espero: Eterna polola del mismo sujeto, que vive la vida esperando que por fin él se pronuncie y le tire la tan anhelada roca, sello público del proceso de privatización. Maneja demasiados datos para el anhelado gran día: desde los arreglos florales más baratos hasta dónde alojar por grupos a los familiares de provincia, que cobre barato y quede cerca de la iglesia preclasificada como la indicada: con costos, instalaciones y capacidad ya evaluadas. Está todo listo. Menos el pololo. Y aunque está cansada de esperar, el optimismo siempre le alcanza para un año más.

La electrónica: Dicen que todas llevamos dentro una Dj. Si no, ¿cómo se explica la eterna pelea por elegir la música que se escucha en el auto, cuando el asiento del copiloto va ocupado? Puede que la electrónica que circula con Ipod o Mini disc en mano - con audífonos tipo orejeras moscovitas- sea de puro engrupida con la moda o que de verdad le guste escuchar a un computador cantando. Circula por las fiestas electrónicas poniendo su mejor cara de lata. Es que si hace unos años se iba a Reñaca para exhibirse, hoy la que no pisa el Espacio Riesco o la ex Oz a razón de dos veces al mes, no existe. Y punto.

La seudomodelo:Son pocas numéricamente hablando, pero aparecen tanto en la tele y en titulares del diario, que se han convertido en un ejército que se impone por presencia. Es la polola de futbolista que se hace llamar modelo, porque asume que cualquier paseo en ropa interior con público presente puede pasar por modelaje. Lo peor es que se han convertido en un referente de buen ojo para los negocios: a menor esfuerzo, más figuración. Una lata.

La camaleón:Tiene una habilidad única para transformarse y reinventarse para cada novio. Si a él le gusta el fútbol, ella va y se aprende a la perfección la alineación de los jugadores de su equipo favorito, en sesiones educativas intensas sintonizando el canal del deporte. Si a él le gusta salir a comer, se pone sibarita, curso de cata y cocina incluidos. Si él hace yoga, ella practica hasta que llega a levitar. Una mujer que se adapta en exceso para que la quieran. Una renacentista llena de conocimiento inútil que espera reciclar en su próximo pololeo.

La odiahombres:Soltera militante al extremo, vive jugando a no darse ni por enterada de que hay otro género completo: los hombres, el mejor vicio. Le rompieron varias veces el corazón, o bien ha escuchado tanto basureo contra el sexo opuesto en los happy hours con amigas, que prefiere ahorrarse el mal rato. La independencia emocional es su bandera de lucha.

La rumbera:Vive en una juerga permanente. Sale de copas todas las noches a ver cómo está el mercado. Se le ve en cuanta inauguración de bar o restaurante haya; ubica perfecto a todos los solteros disponibles y heterosexuales; se levanta tarde, con una sed histórica que la hace prometer cada mañana que esta noche no sale. Pero a las 6 pm, el celular queda afónico con tanta llamada cómplice. Y vuelta a las pistas de nuevo.

Missing:Espiritual por esencia, se anda buscando hace rato y por eso se pasa del ishaya al kabbalah en un santiamén; después se acuerda del Padrenuestro y lo encuentra profundo, hasta que se le cruza un yogui. Lo sigue hasta que escuche sobre una nueva moda en materias de espíritu. Por lo menos hay que destacar que es una mujer informada, que siempre maneja lo último sobre cuanta secta ondera aparece.

Siete separadas

La segunda adolescencia:Separada sub 30, sin hijos, que asumió el término del matrimonio como un fin de pololeo con abogado incluido. Se la pasa cual adolescente en plena revolución hormonal, de posible cita en posible enamoramiento; de cita a ciegas a fiesta de solteros; de happy hour de amigas a alguno que incluya machos entre los convidados.

Mamá mentolatum:Hace malabares para cubrir las pegas de papá y mamá y termina pegándole al fútbol; sabe hacer lustrines para técnico manual; teje a crochet para la hija y además trabaja, manda a la nana, y trata de tener vida propia.

Anti Kramer vs. Kramer:Es la ídola absoluta. Sin partner a la vista, se queda con los hijos y aperra hasta decir basta por ellos. La antítesis de la película Kramer vs. Kramer, se las rebusca por donde pueda para que los retoños no se den ni cuenta de los parches del presupuesto para que todo siga lo más normalmente posible. No trabajaba hasta que se separó; tuvo que encontrarse de frentón desarrollando capacidades que ni sabía que tenía.

La gringa:Civilizada a mil, se transforma en la mejor amiga del ex marido y amigui total de su nueva pareja. Parecen sacadas de esa película de la Julia Roberts, donde la Susan Sarandon se va a morir y les busca una buena madrastra a los hijos. Se ponen de acuerdo sin gritos sobre dónde pasan la Navidad los niños; se mandan saludos y hasta posan juntos para las fotos familiares. Si me preguntan a mí, simple tensión neurótica muy bien disfrazada. El único que está contento con el arreglo es el marido. La nueva novia de seguro tiene una úlcera con el nombre de la ex esposa.

Licenciada de la Mora:Uso el excelente personaje de Fernando Alarcón para bautizar a la mujer con amnesia selectiva: prefiere ni acordarse que un día estuvo casada. Si tiene que nombrarlo, dice "tu papá" a los aterrados hijos. Porque ya prefiere ni esforzarse por recordar al cónyuge.

Penélope:Heroína que no se termina de convencer que se separó y teje y desteje mentalmente esperando la vuelta al hogar del Ulises. De seguro, él lo pasa bastante mejor que el de la Odisea y ya circula por bares varios hace rato. Pero eso no impide que ella se convierta en la niña símbolo de la paciencia.

Elástica:Dícese de la recién separada permanente. Es la que vive una eterna historia de idas y vueltas con el ex marido. Se entretiene en reconciliarse y terminar de nuevo con el mismo sujeto. Cliente frecuente de las terapias de pareja, se afirma del cliché "donde hubo fuego, cenizas quedan", para justificarse ante el mundo por la neurosis de su comportamiento.


Y los siete tipos de casadas



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