"Estoy orgulloso de no haber llorado delante de ella", fue parte del relato del ex Presidente estadounidense.
SANTIAGO.- Ver a los hijos partir nunca es fácil. Se puede ser un ciudadano común o el ex Presidente de Estados Unidos, y la tristeza será la misma. Así lo reveló Barack Obama (56), quien explicó sus sentimientos cuando fue junto a su esposa Michelle a dejar a su primogénita, Malia Ann, al campus de la Universidad de Harvard, donde la joven de 19 años se mudó el 18 de agosto pasado.
Según explicó en una intervención que hizo en la Fundación Beau Biden (Delaware), “para todos los que tenemos hijas, todo pasa demasiado rápido”.
“Dejé a Malia en la universidad, y le comenté a Joe y Bill (Biden) que fue como si me estuvieran haciendo una operación a corazón abierto”, agregó.
Su relato fue incluso más dramático: “Estoy orgulloso de no haber llorado delante de ella. Pero de regreso, el servicio secreto fingió no darse cuenta de que yo estaba llorando, y estaba tan compungido. Fue duro”.
Al dejar la Casa Blanca, Obama y su familia decidieron quedarse en Washington y de esta forma, facilitar a Sasha, la hija menor, que terminara el colegio en esa ciudad. Por su parte, Malia salió del Sidwell Friends School en 2016 y se tomó un año sabático para evaluar con calma el establecimiento de educación superior al que entraría. Finalmente, eligió el mismo lugar en el que sus padres estudiaron.
En su sincera intervención, el ex Mandatario también reflexionó sobre sus emociones al dejar a Malia en la universidad y el sentido de la vida: “Este tipo de sentimientos son un recordatorio de que al final de nuestras vidas, y después de ver todo lo que hayamos logrado, las cosas que recordaremos solo serán las alegrías que nuestros hijos, y esperamos que más tarde nuestros nietos, nos traigan”.