El Mercurio (imagen referencial)
Una
jubilada alemana alberga en su vivienda actualmente a
79 erizos, a los que cuida y alimenta para que
logren sobrevivir el invierno.
Ingeborg Bauermeister, de la localidad de Halstenbek, en el norte de Alemania, tiene su sala de estar llena de
cajas con crías de estos animalitos.
"Lo único importante es que la mesa, el sofá y mis dos sillones estén libres", acotó la
mujer de 81 años, riendo.
Esta situación
se repite cada otoño. Porque, como ella dice: "Yo soy la sala de bebés".
Bauermeister, que era enfermera,
lleva 20 años cuidando erizos. Estos le llegan no solo desde su región, el estado federado de Schleswig-Holstein, sino también de las ciudades de Hamburgo y Cuxhaven. Pero reconoce que
nunca había tenido tantos como este año.
"Es que
los erizos nacieron muy tarde este año. Todavía tengo dos que debo alimentar con el biberón. Son tan pequeños que aún no tienen dientes. Nunca me había sucedido eso antes en octubre", afirmó Bauermeister.
El cuidado de los pequeños erizos
significa mucho trabajo: "Empiezo a las 7 de la mañana con la limpieza y termino a las 12 y media. A las tres en punto comienzo a darles de comer y termino a las seis y media con todo", indicó. "Además tengo que dar todavía el biberón a los bebés cada cuatro horas", añadió.
Bauermeister tendrá que compartir su sala de estar con los equinodermos
hasta diciembre. La jubilada explicó que los erizos que alcanzan por lo menos 350 gramos de peso son entonces
liberados en jardines naturales.
"Este año ya he liberado 30 erizos en la naturaleza", comentó Bauermeister. Los demás se trasladarán al fresco sótano para pasar allí el invierno.