WASHINGTON.- A pesar de la lluvia fría, delante del registro civil de San Francisco hay ambiente de fiesta popular: Casi 2.500 parejas de gays y lesbianas contrajeron enlace en los últimos cinco días, y cientos más seguían hoy haciendo cola.
Para muchos de los gays y lesbianas se trataba sobre todo de aprovechar la oportunidad única de legalizar sus relaciones. Otros ven en este acto la oportunidad de protestar contra las leyes estadounidenses.
Tom O’Brien, que se casó con su novio desde hace cuatro años, aseguró al "San Francisco Chronicle" que le da igual si el matrimonio luego no es reconocido por los tribunales. "Lo decisivo es que luchamos por nuestros derechos".
Cada una de las parejas, que tras hacer cola durante horas consiguió una de las codiciadas licencias de matrimonio, es celebrada sobre las escaleras del registro civil con fuertes aplausos.
Sólo el lunes el público tuvo la oportunidad de ovacionar a 750 parejas: un récord absoluto para una ciudad que normalmente casa a 30 parejas por día.
Para hacer frente a la avalancha masiva, muchos empleados trabajaron gratis el lunes, que era un día festivo, y compartieron la alegría de los muchos homosexuales delante del registro civil. "Quiero darles las gracias por la alegría y el amor que traen al ayuntamiento", gritó una de las empleadas a la larga fila de personas.
Incluso para San Francisco, la ciudad que desde hace décadas es conocida por su política de izquierda y los movimientos de protesta, las bodas homosexuales masivas implican una novedad.
Atenta contra la ley de trato igualitario de California
El jueves pasado, el alcalde Gavin Newsom dio instrucciones al registro civil de casar a gays y lesbianas porque cree que una prohibición de este tipo de enlaces atenta contra la ley de trato igualitario de California.
Con esta acción espectacular, el alcalde no sólo indignó a muchos conservadores, que quisieron impedir las bodas con demandas ante los juzgados. También se desató nuevamente el debate político.
Muchos analistas ya consideran que la discusión sobre el reconocimiento de las bodas homosexuales será uno de los temas de política interna más importantes de la campaña electoral estadounidense.
El Presidente estadounidense, George W. Bush, dejó en claro recientemente que está en contra de equiparar las uniones de homosexuales con las de un hombre y una mujer y que aspira a modificar la Constitución en ese sentido.
Según algunas encuestas, el Mandatario responde así a la opinión de la mayoría de los estadounidenses, que rechaza las bodas entre homosexuales.
Al demócrata John Kerry, de Massachusetts, el tema lo coloca en aprietos, entre otras cosas, porque el tribunal supremo de su estado sentenció recientemente que las parejas homosexuales se pueden casar a partir de mayo.
Kerry intentó un equilibrio en su postura, defendiendo por un lado el matrimonio tradicional, pero reclamando al mismo tiempo más derechos para parejas homosexuales.
Así, pidió, debe ser posible que gays y lesbianas puedan visitar a sus parejas como familiares más cercanos cuando éstos están hospitalizados, heredar sin problemas y contar con derechos similares a los que se dan en el marco de una unión entre heterosexuales.