SANTIAGO.- "Un país que tanto ama y que tanto olvida", recita en uno de sus diálogos la nueva obra de Ramón Griffero "Chile Bi-200", que reúne los versos y prosas de cuatro importantes piezas teatrales chilenas del siglo XX que, a estas alturas, ya se encontraban en el más completo olvido.
La obra busca recordar el teatro que se hacía en Chile durante el período comprendido entre la independencia y la Guerra del Pacífico. De este modo, en 105 minutos "Chile Bi-200" resume los textos de "Camila la patriota de América" (1817) de Camilo Henríquez, "La independencia de Chile" (1855) de Juan Antonio Torres, "Tarapacá" (1879) de Carlos Segundo Lathrop, y "República de Jauja" (1889) de Rafael Allende.
El director y dramaturgo del montaje, Ramón Griffero —reconocido con el Altazor y el Premio Loth del Festival de Teatro de El Cairo, entre otras distinciones—, decidió compilar las cuatro obras para homenajear el bicentenario del teatro chileno, ligado estrechamente a los 200 años de la República.
"Ha sido una investigación de dos años para recuperar el teatro clásico chileno, un teatro que está ya en el olvido. Somos uno de los pocos países del mundo que no homenajea a sus dramaturgos del siglo XIX, quienes formaron no sólo nuestras artes escénicas, sino que construyeron la cultura de un país", señaló.
Las obras permiten hacer un viaje por el curso de la historia chilena decimonónica de manera ágil y versátil, pues no sólo se diferencian en su temporalidad, sino que cada una posee una esencia propia. De este modo, "Camila la Patriota de América" presenta elementos de ópera, en tanto que "La independencia de Chile" es dominada por diálogos románticos. Por otra parte, "Tarapacá" se caracteriza por su patriotismo y "República de Jauja" es una sátira al sistema capitalista.
"Chile Bi-200" tiene un elenco de diez actores que interpretan a 41 personajes. La actriz Taira Court contó que el proceso de ensayo fue arduo, pero satisfactorio. "Fue entretenido e intenso. Juntar las cuatro obras y amalgamarlas fue difícil, pero estoy segura de que el resultado es bonito".
Matías Oviedo coincidió con su compañera, y agregó que es difícil recrear en veinte minutos —tiempo asignado a cada resumen, en promedio— la complejidad de una historia y sus personajes.
"Es difícil hacer muchos personajes en poco tiempo, porque cuesta hacer una evolución, y eso se tenía que lograr. Cada obra tiene un arco dramático, un principio y un final (...) Entonces era complicado, en los veinte minutos que dura cada obra, contarla como si fuese entera", explicó.
A pesar de representar el siglo XIX, la obra tiene una estética con rasgos contemporáneos, con lo que Griffero buscó combinar el teatro de hace 200 años con el de la actualidad.