Anne-Sophie Mutter: un Stradivarius y un hombro descubierto. La violinista alemana es noticia otra vez en el mundo de la música clásica.
EFE
MUNICH.- Este mes estará de gira por Taiwan y Japón, en mayo tiene previstos conciertos en París y Viena y el 16 de junio llegará al Auditorio Nacional de Música de Madrid: la excepcional violinista Anne-Sophie Mutter lleva, a sus 46 años, tres décadas recorriendo las principales salas de concierto del mundo.
Su nuevo disco con sonatas para violín y piano de Johannes Brahms acaba de salir a la venta. La artista alemana explica por qué ahora ha llegado a este comopsitor fundamental, por qué prefiere las salas de concierto a los estudios de grabación y por qué siempre toca con un hombro al descubierto.
-¿Qué plan se esconde detrás de su grabación, justo ahora, de las tres sonatas de Brahms?
-No se esconde ningún plan. La grabación es consecuencia de un proceso orgánico de desarrollo. También en el caso de Brahms hay un proceso de maduración, que que remonta siglos atrás, y ahora es el momento de la cosecha. En lo que respecta a las grabaciones, soy espontánea. Como mucho lo planificamos con doce meses de antelación.
-Dijo que, por fases, se dedica de forma intensiva a un compositor. ¿Es el caso de Brahms?
-En los últimos años siempre he incluido una de las sonatas en mis recitales. Ahora regreso a este tríptico y refuerzo el concierto para violín. Es un proceso que a menudo resulta de la extrema amplitud de mi repertorio: el salto de la modernidad al barroco y de nuevo en el centro, es decir, concentrarse en una persona y desde ahí buscar en la distancia y regresar a Vivaldi.
-¿Qué planes tiene con las obras de Antonio Vivaldi?
-Voy a estudiar fascinantes y supervirtuosos conciertos para violín de Vivaldi y después los interpretaré en recitales. Me esfuerzo en no perder de vista el gran arco que abarca la historia de la música y en buscar en el futuro, pero sin dejar de lado el repertorio clásico-romántico. (Ahí) encontramos, naturalmente, la simbiosis perfecta entre intelecto, emoción y virtuosismo. Y el extremismo de la música contemporánea retoma una y otra vez el sentimiento romántico en la música de los siglos XVII, XVIII y XIX.
-¿Prefiere la sala de conciertos o el estudio de grabación?
-Sin duda la sala de conciertos, naturalmente. Por eso las sonatas de Brahms fueron grabadas en una sala de conciertos o en una biblioteca. Así, es más fácil imaginarse un ambiente con público. Además, aparte de las grabaciones también filmamos las sonatas de Brahms para DVD, interpretadas para el público en dos tardes.
-¿Grabaciones en directo o en estudio?
-Prefiero el directo, cuando es posible. Sin embargo, hay obras como la sonata en sol mayor de Brahms que son ideales para el micrófono. Esta composición es tan delicada que resulta problemático crear el ambiente adecuado en una sala grande. En este sentido, me alegra haber hecho dos versiones de la sonata en sol mayor: una muy íntima para CD sin público y otra, también muy privada, con público y en directo para DVD.
-¿Qué opina del culto a la persona, que en la música clásica es cada vez más frecuente?
-Comenzó con los grandes maestros. Otro ejemplo es el culto personal a Maria Callas. La música sigue viviendo de las personalidades fuertes, que le dan mucho de sí mismas. Y uno quiere conocer y entender mejor a Callas más allá de su papel. En el pasado, me parece que no era nada perjudicial. Pero ahora basta con frecuencia con una superficie pulida, un vestido bonito. Y esta es una evolución fatal que galantea con los sonidos planos y bellos, da mucho peso a las ventas y no siempre se toma en serio los contenidos.
-¿Ha odiado su violín alguna vez?
-¿Cómo? (risas) No. Siempre hay momentos mejores y peores como solista o con los compañeros de la orquesta, pero el instrumento no tiene la culpa. Puede que con un Ferrari fallen a veces las bujías, pero un Stradivarius siempre es perfecto. Una y otra vez, uno debe concentrarse en un nuevo diálogo y poseer la fuerza mental de interpretar una obra de forma nueva. Entonces, la frustración es conmigo, no con el instrumento.
-Siempre toca con vestidos que le dejan un hombro al descubierto. ¿Es también por algún motivo interpretativo?
-Sí, y por supuesto es el más importante. Que se produzca un flujo durante el concierto únicamente es posible cuando la simbiosis con el instrumento no es sólo a nivel espiritual, sino también físico.