De los discos extraños que escucharemos este año, Here lies love estará en el Top 5. Mire usted la carátula y pregúntese qué puede tener que ver Imelda Marcos con dos músicos de algo impacto mundial; uno vinculado al pop de vanguardia, y el otro asociado a sofisticadas iniciativas de baile y electrónica. Los ¡veintidós! cantantes invitados (casi todas mujeres; algunas, tan famosas como Cindy Lauper, Tori Amos y Natalie Merchant) dan para pensar en una producción de alto vuelo, a la manera de un musical o una obra conceptual, y hay mucho de eso en este disco extenso, cuyas canciones van contando la relación entre la famosa esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos y su criada de toda la vida. Estrella Cumpas fue la niñera de Imelda y, más tarde, su empleada de confianza en momentos clave de su agridulce ejercicio como Primera Dama. Para Byrne, compositor de todos los temas, en este ciclo de canciones "confluyen la fantasía, el dolor personal y la política que avanza a través de la Historia y que, en este caso, chocaron de un modo dramáticamente obvio".
Así, la sucesión de pasajes semibiográficos exige que las voces invitadas adopten actitudes diversas: Sharon Jones suena enfática en "Dancing together"; la francesa Camille es juguetona en "Pretty face"; Róisín Murphy (Moloko) parece algo intimidante en "Don't you agree?"; y Kate Pierson (B-52's) canta desde una cierta desesperación en "The whole man". Byrne canta sólo dos temas (el otro vocalista masculino es Steve Earle), pero la impresión general que deja el disco no es tanto la de un desfile femenino sino la de una gran extravaganza en torno a los pulsos de baile y el disco barato; acaso como síntesis musical de la conocida obsesión de Imelda Marcos por la cultura estadounidense, el kitsch y el consumo desenfrenado. Byrne aborda esos conocidos vicios sin siquiera mencionar lo de la colección de zapatos, lo cual ya es un punto ganado por desvío del cliché; pero su habilidad narrativa tiene en Fatboy Slim a un colaborador no siempre imaginativo ni fresco en los arreglos, y que parece incapaz de adaptarse a las peculiares texturas de cada cantante (arruina por completo la hermosa voz de Natalie Merchant con los vulgares beats de "Order 1081", por ejemplo). Al menos en disco, esta fascinante historia se hace pesada para noventa minutos, y pierde la gracia al poco rato. Es probable que encuentre su ambiente natural sobre un escenario.
"¿Por qué no me amas? / Te di mi vida, te di mi tiempo / ¿Qué más podía hacer?", cantan Tori Amos y Cindy Lauper en "Why don't you love me?", el tema que cierra el disco: la relación de ambas mujeres ha llegado a un final patético de recriminaciones inútiles, e Imelda sabe ya que la espera la justa cuenta pública de sus abusos. La diva de los tres mil pares de zapatos se despide de su gloria entre cuerdas de gran orquesta y pulsos de discoteca, como cerrando una época de la cual su frivolidad es insuperable símbolo.
—Marisol García