Cateano Veloso volvió a copar el Teatro Caupolicán, como a mediados de 2007.
Harold CastilloSe demora Caetano Veloso entre visita y visita, y al efecto refrescante del encuentro esperado suma siempre la sorpresa del formato que le dará en cada ocasión a sus canciones. Las de la noche del sábado 8 de mayo sonaron como nunca antes en Chile: acogidas por el sonido eléctrico y vehemente de un trío de rock, que volvieron más vibrantes aún los temas encendidos, dotaron de mayor profundidad a la crítica social, y supieron ser discretos en los pasajes de melancolía.
Más allá de lo obvio, Caetano en clave rock no es demasiado diferente al Caetano de otras ocasiones y épocas, porque su sonido se ha apoyado siempre en la deconstrucción y la reformulación de la tradición brasilera desde una fusión de vanguardia. Con Joao Gilberto como maestro, la medida y sobriedad le impiden un giro estrenduoso: su audiencia chilena —adulta, participativa— no parecía en lo absoluto incómoda con escuchar la reformulación de temas clásicos, como "Maria Bethânia", "Irene" o "Aquele frevo axé", tan bien combinados, esta vez, con las composiciones concebidas desde la electricidad que pueblan Zii e zie (2009).
Luego de Cê, hace tres años, éste es el segundo disco en el que Veloso se apoya en la interpretación y parcial composición del trío conformado por Pedro Sá (guitarra), Ricardo Dias-Gomes (bajo) y Marcelo Callado (batería). Son músicos no mayores de 35 años, que le brindan al álbum y a su puesta en escena las muchas texturas de una imaginación atrevida, pero también una muy inteligente medida para la dirección que debe dársele a la mezcla que Veloso ha llamado "transrock". Nueve de las trece canciones de ese disco reciente pasean por un show con más mirada de presente que de pasado: pese a los 67 años de edad, Caetano no es un músico interesado en ostentar un wurlitzer de sí mismo, y los que esperaban "Alegría, alegría", "Superbacana" u "Os argonautas" se quedaron con las ganas, aunque es probable que tampoco lo lamentaran demasiado.
El bahiano sabe cómo darles en el gusto a los fieles con palabras de extrema calidez, una reformulación brillante del tango "Volver" o un final con la entrañable "O leaozinho". Lo que permite este sonido tan diferente a lo esperado es, además, valorar a Caetano como cantante. La ductilidad de su voz, la firmeza de sus agudos, el sentimiento puesto en sus versos políticos (ahí está, fiera, "Base de Guantánamo") es el de un intérprete mayor, cuya incesante inventiva como arreglador y compositor quizás ha dejado en segundo plano el aprecio de su asombroso talento vocal. El de la noche del sábado fue un concierto sencillo, vibrante y cercano, en el que, de puro encantamiento ante su simpatía, por momentos era fácil olvidar que se estaba frente a un puntal de la cultura brasilera.
El repertorio
1. A voz do morto
2. Sem cais
3. Trem das cores
4. Perdeu
5. Por quem?
6. Lobâo tem razâo
7. Maria Bethânia
8. Irene
9. Volver
10. Aquele frevo axé
11. Tarado ni você
12. Nao identificado
13. Odeio
14. Base de Guantánamo
15. Lapa
16. Agua
17. A cor amarela
18. Eu sou neginha
19. Menino de Rio
20. Falso Leblon
21. Manjar de reis
22. Tieta
23. Força estranha
24. O leaozinho