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La mordida rápida del vampiro

No pasó un año desde su primer disco, editado en 2008, cuando este cantante chileno, dado a conocer como parte del trío rockero Weichafe, ya estaba preparando el nuevo trabajo. Ahora está listo y se llama Vampiros. "Apelo a lo esencial. Este disco es la primera piedra en mi camino", dice.

10 de Junio de 2010 | 13:03 |

Vampiros se llama el disco, "Vampiros" la primera canción y su flamante videoclip también, pero no es que Angelo Pierattini se haya venido a sumar a la tendencia mundial entre las novelas "Crepúsculo" de Stephenie Meyer y nuestro recién terminado Conde Vrolok en la TV local. Lo aclara el propio cantante chileno, que este viernes 11 de junio (ver recuadro) lanza con un concierto ese nuevo disco con su grupo, Angelo Pierattini y las Calaveras Errantes.


"Vampiros", el single que da título al disco, está inspirado por la película sueca "Déjame entrar" (2009), basada en la novela del escritor John Ajvide Lindqvist. "Está el rollo del nombre del disco, ahora todo es de vampiros, pero la vi hace como un año", recuerda Pierattini, "y me interesó porque es la primera película de vampiros que vi que no tenía la apariencia de los vampiros, no estaba Drácula. Era una situación bien cotidiana, sobre dos personajes que viven fuera del sistema, sobre lo sencilla que es la vida en un suburbio".


Por lo demás Vampiros empezó a aparecer casi en los mismos días en que Pierattini lanzaba su disco anterior, Volumen 1, en octubre de 2009. Y ése a su vez fue el nuevo comienzo del cantante luego de los once años que vivió como parte del disuelto trío de rock Weichafe, entre 1997 y 2008, además de su grupo paralelo Hueso. "Saqué el disco (Volumen 1) en octubre y en enero de 2009 ya tenía un par de canciones nuevas compuestas", dice el autor, a propósito de la propia "Vampiros" y de otras como "Déjame entrar" y "Me pongo a llorar".


-¿Hay una relación entre los dos discos?
-El primero para mí es más un laboratorio donde experimenté con varios formatos o soportes musicales que me gustan mucho y en el fondo era como llegar lo que soy yo desde el punto cero. Fue un viaje para llegar a mí mismo. El primero fue este proceso, y lo que pasa es que ese proceso lo hice disco. Pero este disco nuevo para mí es la primera piedra de mi carrera. Me interesa mostrar que mi música, más que sacar un buen o un mal disco, es un medio de expresión. En el primero hay varias canciones que enganchan con el segundo.


-¿Qué cosas se enganchan?
-Tiene que ver con lo directo de las letras y algunas músicas. Vampiros se basa en las canciones hechas en la guitarra de palo. Todos los temas los puedo tocar absolutamente desnudos. En cambio para tocar algunos del primero tengo que versionarlos (recrearlos). Los arreglos son una vestimenta, pero en el segundo disco todos los temas resultan con ropa o sin ropa.


-Además el disco nuevo dura 24 minutos, no más. ¿Es una síntesis?
-Básicamente apelo a lo esencial dentro de mi música. Por eso digo que es la primera piedra en el camino. El formato de la canción es mi herramienta de trabajo. Aparte me gustan mucho los discos cortos. Los que más me gustan son los discos cortos.


-¿Como cuáles?
-Paranoid (1970), de Black Sabbath, son como treinta minutos. De los actuales, chilenos, Amor del rey (2007) de Jiminelson, unos veinticinco minutos. Otro disco que no es tan largo, no sé cuánto dura, es el primero de Fleet Foxes (Fleet Foxes, 2008), como también se me hace corto Everybody knows this is nowhere (1968), de Neil Young, o White blood cells (2001), de White Stripes. Eso me gusta caleta. Un disco que también es así es Walls and bridges (1974), de John Lennon. No sé si pasan los cuarenta minutos… el Rock and roll yo (2003), de Charly García. Son discos que los pongo y no me doy ni cuenta y ya pasaron, y más encima me sé todas las canciones. Nunca he tenido muy arraigado el "disco de concepto".


-Nada con El lado oscuro de la luna, por ejemplo.
-No, también soy fanático de Pink Floyd. Pero me gustan mucho los singles. Prefiero los discos con canciones, siempre me han gustado más.


Que todos canten


En su nuevo disco, además de los integrantes de las Calaveras Errantes, Pierattini convocó a invitados. Ahí están Rodrigo Hurtado y Roberto Trujillo, este último bajista de jazz y de grupos como Alüzinati, en las canciones "Vampiros" y "Mujercita". O el cantante de Fother Muckers y Los Mil Jinetes, Cristóbal Briceño, en "Litoral central", luego de que Pierattini produjera un reciente disco de Fother Muckers. O el mismo hermano del cantante, Daniel Pierattini, integrante de la disuelta banda metalera Rékiem, que grabó el nuevo disco.


-¿Cómo es trabajar entre hermanos? ¿Habían tocado antes juntos?
-Cuando chicos no más. Y con él estamos grabando bandas, en todo caso, tenemos un estudio. Y fue la raja. Este disco toda la gente que participa es como parte de la familia, es mi hermano o son amigos muy cercanos. Pero mi hermano en la música tiene otras visiones completamente distintas a las mías, es súper avant garde para su gusto, rayaba hace años con At The Drive In y otros grupos de los que ni me sé los nombres, unas bandas más raras… en cambio a mí me gusta más el blues, cosas más antiguas.


-¿Qué te parecía Rékiem, su banda metalera?
-Me parecía bien, aparte era otra volada nada que ver con la que yo tenía en Weichafe. Mi hermano siempre ha estado conectado con la música más agresiva, y yo lo más pesado que he escuchado en mi vida es Black Sabbath, aunque lo otro lo conozco porque tengo amigos que escuchan metal. Además él tiene harto rollo con los teclados. Trabajar con él es más eficiente en términos tecnológicos, maneja mejor las máquinas que yo.


-¿Por qué elegiste a los otros músicos como productores?
-Son músicos de sesión. Roberto (Trujillo) tiene una apertura increíble y además con su abuelo (Valentín Trujillo, nada menos) toca piano desde chico. Lo que me ayudó es que él me ordenó un poco, en esquemas musicales, en el desarrollo de algunas canciones, con el Rodrigo (Hurtado) me ayudaron a refrescarlas. Con ellos trabajé en un par de canciones, pero me dieron una dirección para todo el disco.


-¿Y con Cristóbal Briceño, de los Fother Muckers?
-Con Briceño fue porque él tiene una visión súper vocal de la música, como bien soulero. Y entonces me ayudó un poco en la intepretación, en algunas composiciones o frases de "Litoral central" que están en una atmósfera un poquito más gospel.


-¿Fue una vuelta de mano después de que tú produjiste su disco?
-Ahí hay un trasvasije mutuo de información. Cristóbal es súper talentoso. Lo conocí hace mucho tiempo, yo tocaba con Hueso y el Cristóbal fue con el Héctor Muñoz (guitarrista de Fother Muckers), que es muy amigo mío. Cristóbal es como el director de su banda, me gustó cómo trabajaba, le pedí ayuda en un par de canciones para este disco, y me puso en una situación de querer también arreglar todo el disco de la misma manera. Y en vivo reproducimos todas las voces del disco, porque todos los músicos del grupo cantan. En Chile por una cosa de personalidad las cosas se comunican a través de los instrumentos más que de la voz. Somos más piolitas, más reservados. Siento que eso se refleja en mucha de la música de las bandas.


-¿Eso se nota en que los cantantes de los grupos casi siempre son guitarristas o bajistas además? Hay pocos cantantes sólo cantantes.
-Uno como chileno nunca va solo a eso, más allá de que hay buenos cantantes. Y a veces hay poca participación vocal de las bandas completas. Me gustan los grupos en los que todos cantan, esos grupos de los '70 en los que cantaban aunque no tuvieran grandes voces, sólo tenían que ser afinados.


-Tú eres cantante y guitarrista, de hecho. ¿Dejarías la guitarra a un lado para dedicarte a puro cantar?
-Ni cagando.


-¿Ahí te sale lo chileno?
-No, más que eso es que la guitarra es parte de mis extremidades. No es un instrumento ajeno a mi cuerpo. Más que esconderme detrás de la guitarra potencio mi comunicación con el público. Es parte de mi arma musical. Nunca dejaría la guitarra. Siempre la voy a echar de menos. No me pasa ni con el piano ni con la batería. En el primer disco en vivo tocaba piano y sentía que perdía un poco de energía, pero la guitarra no me hace perder nada de energía, quizás porque es eléctrica. Me hacer sentir súper completo.


-Pero te pasa lo mismo con la guitarra acústica, ¿no?
-Sí, también vale para eso. Cuando toco guitarra no pienso que estoy tocando guitarra. No estoy diciendo que la toque bien, estoy diciendo que me completa cien por ciento. Tiene que ver mucho conmigo. Si me la saco no soy yo.


Nada que ver con libertad


-¿En Weichafe podrías haber volcado todas esas referencias de las que hemos hablado: Lennon, Neil Young, Charly García? ¿Lo que estás haciendo ahora tiene que ver con más libertad?
-Con libertad no tiene nada que ver. La libertad tiene que ver con que uno esté seguro de lo que está haciendo. Uno no es libre cuando tiene muchas posibilidades por delante, porque no sabe cuál elegir. Yo en Weichafe como ahora me siento igual de libre. Porque tengo claro el punto. Esta es otra banda no más, son otros músicos, y no podría hacer una comparación técnica, son dos músicas distintas. Pero con libertad no tiene nada que ver.


-¿No dejas de ser parte de un grupo ahora?
-La vibra que se siente entre nosotros es la de una banda. Me interesa siempre mantener eso, sobre todo ahora, que para mí todo tiene que tener sí o sí un contexto familiar. Es fundamental en mi música es tener ese contexto familiar, como de barrio. Tampoco elijo a los músicos porque toquen bien o mal, sino porque son mis amigos, porque hay una historia ahí. Lo demás se puede trabajar y con ensayo no hay drama en llegar a un buen nivel en términos musicales. No me gusta armar una banda con músicos de sesión. Me interesa tener una relación más allá que tocar un instrumento arriba del escenario. Que funcionemos comprando una bebida, comienzo una pizza, viendo una película, comentando lo que sea. Eso es lo que me gusta.


-Has dicho que una influencia ha sido el poeta chileno Claudio Bertoni. ¿Cómo te llegó él, por su lado de poeta, de fotógrafo?
-Como poeta, desde el año 2003 ó 2004, por una entrevista que le hicieron en (la revista) "La Calabaza de Diablo". Él mismo es su obra, y me acuerdo de que ya me enganché completamente en un "Clinic" donde escribió, y de hecho lo tengo pegado en mi amplificador, un poema que dice "Anoche soñé con la Margot Kahl ". Me gustó harto la simplicidad, la honestidad, de un tipo que escribe cosas muy profundas pero no con ese tono intelectual. El primer libro suyo que tuve fue "De vez en cuando", y lo que más me gusta de él es esta combinación de crudeza y ternura, una cosa que me ha pasado desde chico. Yo me conecto con un rollo adolescente mío, muchos poemas (suyos) soy yo arriba de una micro al colegio en segundo medio, o en toda la enseñanza media, la alucinada con las minas, te enamoras cada dos segundos, siempre lo tuve. En mis letras en Weichafe no afloraba tanto este asunto, porque quizás había más un consenso (con los demás integrantes), era una banda más propiamente tal, colectiva. Pero para mí, como Angelo Pierattini, son cosas muy importantes (los escritores) Armando Méndez Carrasco, Jack Kerouac y Bertoni lo mismo. Tipos que escriben sobre la vida cotidiana. De hecho durante mucho tiempo no tuve ningún tipo de música que me interesara, eran cosas que leía más que las que escuchaba, hartos años estuve sin música de fondo.


-¿Se parece en algo escribir poesía a escribir letras de canciones?
-Una letra de una canción no es un poema. Porque va en función de una música que hay detrás, en cambio en la poesía la atmósfera se crea en un ámbito súper personal.


-¿Una letra está incompleta sin la música?
-Para mi gusto son dos cosas completamente distintas. Yo me siento un tipo que escribe canciones o un compositor, lo que sea, pero no me siento un poeta. Ni más ni menos, son dos cosas distintas. Creo que me desenvuelvo en el mundo real mejor a través de la música que en la vida diaria, entonces por ahí me sale más fluido todo. Me sirve como muchas cosas, como catarsis.


-¿Sabes si es el mismo público de Weichafe el que tienes ahora? ¿A la gente que le gustaba Weichafe le gusta tu música nueva?
-He notado que alguna gente sigue yendo y otra no, entre las que he creído reconocer. No sé si les gusta o no, no he tenido un feed back tan directo. Eso lo podría notar más en unos cinco años más. Lo que tengo claro es que hay harto público nuevo, muy diferente al que iba a Weichafe. Pero en Weichafe también hubo diferentes públicos siempre.


-¿No era ese público "rockero" que considera una traición tocar otro tipo de música?
-El público de Weichafe siempre fue más abierto que los rockeros. Porque con Weichafe siempre éramos muy pesados para la música comercial o muy pop para los metaleros y la música alternativa. Ahora no veo ese prejuicio, lo veo más en el metal o en el rock and roll, eso de que si no tiene guitarra eléctrica no es rock… la gente se embalaba con los temas más pesados como con los más "folclóricos".


-¿Qué tienes pensado para el lanzamiento del viernes?
-El disco nuevo va a estar tocado íntegro, más canciones del otro disco y canciones que llevo tocando con Hueso y con Weichafe. Va a haber un par de invitados, uno va a ser (el actor) Pato Pimienta con unas intervenciones, también Gonzalo Araya, que toca en el disco (es el armonicista en la canción "Mi vieja radio"), y Carlos Corales (el guitarrista de la precursora banda de rock Aguaturbia, fundada en 1969). Con él vamos a hacer una canción suya que tocaban los Diablos Azules.


-¿Cuál, "Te quiero"?
-Sí, es una canción que me raya desde chico. Él es como mi maestro, con él tuve clases de guitarra un año. Es mi señor Miyagi -sonríe-. Y esa canción tiene que ver con música que escucho desde chico, como los Shadows o la única canción que compusieron Lennon y Harrison ("Cry for a shadow", de 1961), un instrumental en el disco en que acompañaban a Tony Sheridan. Le propuse que tocáramos "Te quiero", no tengo registro de que la haya tocado en vivo antes y no me lo puedo callar porque estoy más feliz que la chucha, es una conexión con la música chilena que es súper fundamental. Me gustan esos cruces, como los que hacen Cadenasso y Leo Quinteros, que también me gustan mucho. Hay mucha música chilena que ha sido de cabecera para mí, y es un sueño tocar con Carlos Corales.


-¿Tuviste un vínculo parecido con Poncho Vergara, de Tumulto?
-Con Carlos Corales tuve una relación directa, alumno-profesor. Con Poncho fue porque mi viejo era amigo de él cuando chico y hubo una relación de escenario potente, por las veces en que improvisé con él, en especial una vez con el Gato (Alquinta) y Mario Mutis (ambos músicos de Los Jaivas) y Pancho Rojas (cantante de La Banda del Capitán Corneta, Mandrácula y Damajuana). Ver a Poncho en escena, sentir ese apoyo y más encima conocerlo como persona es algo que nunca voy a olvidar. Esa vez me dio una palmada en la espalda, "buena, cabro", sentí una energía. Son gestos que tienen nada más que los tipos con ese aura, que no son arrogantes, sino súper dadivosos, te dan las herramientas. No me hizo tocar como él, igual a él; lo que más aprendí de él es que la búsqueda estaba en mí. O cuando conocí a Mario Zárate, el Chama (guitarrista de históricos grupos rockeros chilenos como Beat 4 y Frutos del país, en los '60 y '70), que vive en Argentina. Son la gente que me ha marcado, son importantes para mí. Si para el tipo que lee " La Cuarta " no son importantes, por un lado me da pena, porque se pierden una música impresionante, pero el hecho de admirarlos y tener esa cercanía me hace crecer como músico.

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