Lo habían hecho así un par de veces antes: cada vez que lanzó un disco nuevo, Familia Miranda, el grupo chileno rebautizado como Familea Miranda, se lanzó justo después en una gira a Europa. Pasó con su primer CD, Familia Miranda (2001), tras el cual viajaron entre septiembre y noviembre de 2001 por Alemania, República Checa, Holanda, Suiza y Austria. Y pasó con el segundo, Ferguson (2003), después del cual se embarcaron entre entre junio y agosto de 2003 a esos mismos lugares y a Francia.
Pero la tercera fue definitoria. Apenas horas después de lanzar una tarde de mayo de 2006 en el Galpón Víctor Jara su tercer disco, Ensayo ≠ error (2006), Familea Miranda se embarcó de nuevo y esta vez fijó domicilio estable en Barcelona hasta la fecha. Recién ahora están de vuelta por primera vez después de cuatro años, tras editar dos discos más, la grabación en directo En vivo en calle Botella - European Tour 2007 (2008) y el reciente Dramones (2010), que van a presentar en Chile con una serie de actuaciones iniciada en el reciente festival "Circus rock" y que continúa esta semana en Santiago, Antofagasta y Valparaíso (ver recuadro).
Es el regreso de uno de los pocos grupos que, junto a Pánico, Yajaira, Tobías Alcayoya o Congelador, marcaron una continuidad entre el rock alternativo chileno de los años '90 y el circuito de rock independiente que ganó espacio a comienzos de la nueva década. Los músicos de Familia Miranda habían tocado en grupos de hardcore incluso desde fines de los '80, pero desde su primer disco quedó claro que su horizonte ya era más amplio, con influencias de músicos del rock y el noise estadounidense de los años '90 como Melvins y Shellac y resultados incluso cercanos a la elaboración del género instrumental conocido como post-rock a fines de esa década.
Hoy, con la formación de trío entre Rodrigo Rozas, más conocido como Katafú (guitarra y voz), Rodrigo Gomberoff (bajo y voz) y José Jünemann (batería) afianzada desde la incorporación del baterista en 2007, Familea Miranda presenta su renovado sonido en Dramones, con composiciones de títulos como "Walter" y "Dodec sosec" y grabado en el estudio propio instalado por el bajista y el baterista.
Como en Viña, o en La Serena
-Después de ser un grupo de rock independiente en Chile, ¿fue más difícil serlo en otro país, sin gente conocida?
-Era duro (en Chile), sí, pero ya estaba la fuerza de la costumbre supongo -recuerda Katafú-, cierta inercia que hacía que las cosas sucedieran sin mucha excitación y con un alcance limitado. De alguna forma podíamos hacer cosas y sabíamos cómo. Pero ya estaba la semilla de haber salido de Chile (en 2001 y 2003), de haber visto cómo era afuera y de querer alargar y aprovechar esa situación, por el bien de la banda y de la decisión de hacer música como forma de vida.
La vida es bien dura en general -agrega Gomberoff-. En Barcelona, en Santiago y en Katmandú. Hacer música lo veo como una ventaja.
-¿Cómo fueron esos primeros días o meses?
Gomberoff: Los primeros días en Barcelona, según recuerdo, fueron calurosos, aromáticos y muy caminados. Cuando llegamos no conocíamos mucha gente. Siempre, desde que estábamos en Chile, hemos intentado abrir espacios nuevos para tocar y montar actividades. Por necesidad seguimos con ese mismo ímpetu. Por suerte en la Europa, nos hemos encontrado con personas, colectivos y agrupaciones musicales que tienen intereses parecidos, con quienes nos hemos hermanado, tales como (los sellos) Ojalá Esté Mi Bici, B Core, (el grupo checo) Sabot y muchos más.
Katafú: No ha sido fácil Barcelona, una ciudad turística, una postal casi, pero afortunadamente es pequeña y esa gente que hace cosas en colectivos, sean o no políticos, son un underground que resiste y hace cosas y de a poco hemos ido coincidiendo, trabajando juntos y compartiendo e intercambiando experiencias.
-¿Barcelona es medio como estar en Santiago también? ¿Es un mito o hay harta colonia chilena residente?
Katafú: Tuvimos la suerte de tener algunos conocidos, el círculo cercano a Jose Junemann, antiguos amigos ligados a casas y centros sociales ocupados, o sea que tan solos no llegábamos. Barcelona es como Viña del Mar, dos o tres millones de habitantes, con bastante colonia argentina, peruana, boliviana, ecuatoriana, paquistaní. Mucho chileno sí, cada uno salvándose y a veces con un nacionalismo chauvinista que no se entiende.
Gomberoff: Mucho chileno, pero pocos nos pescan. Es distinto cuando van a tocar los amigos de (la banda de cumbia) Chico Trujillo: ahí aparecen las banderas. Barcelona es como La Serena, diría.
Jünemann: Hay una colonia residente como hay muchas otras de todas partes del mundo. En ese sentido Barcelona es muy cosmopolita. Ahora, a los conciertos de Familea Miranda no van muchos chilenos, lo que para mí, por lo menos, es bueno, y cómodo. Es mucho más interesante abrirse al mundo que quedarse en el ghetto. Si no, emigrar no tendría ningún sentido.
Como decía el gran Corleone
Es una galería de sellos independientes de diversos países la que aparece en asociación con Familea Miranda en la edición de Dramones, con nombres de disqueras como B Core, Ojalá Me Muera, Ojalá Esté Mi Bici, Xoribikes, A Giant Fern, Producciones con las Uñas, Inquinamiento Acústico, Quemasucabeza y el propio sello del grupo, Miranada Discos.
Y son sólo dos las versiones disponibles para escuchar el nuevo disco: Dramones está sólo en descarga digital de Internet o en LP de vinilo.
-Vinilo por ser un fetiche de toda la vida -argumenta Katafú-, y porque el CD si bien es práctico dejó de ser un soporte para mí hace un rato. O MP3 o vinilo. Vinilo es como editar un libro, me parece, está el formato, grande, con buen espacio para el arte gráfico, las letras, el hecho de abrirlo y sentarse al lado del tocadisco, etcétera.
-Como decía el gran Michael Corleone: "I tempi cambiano". "Los tiempos cambian" -traduce Gomberoff, con cita al filme El padrino, de Coppola-. Todavía tengo discos vinilos que compré en Fusión, Rockshop y Charlie Rock (tiendas de discos santiaguinas de los años '80) y suenan bien. Los CDs son mucho más desechables. Ya entramos en la era MP3, descargas y toda la mierda. Allí vamos.
-¿Hacer un disco fuera de Chile también fue distinto? ¿La música se fue para otros lados nuevos en Dramones?
Katafú: La música siempre se ha ido para otros lados, siempre ha estado cambiando según las influencias, el estado de ánimo, el personal, lo que para mí la hace interesante, separada de un estilo en particular, con referentes e influencias claras del rock noise americano de los '80 y '90 pero siempre dejando entrar nuevas cosas. En este caso el cambio de dinámica aportado por Jünemann es muy interesante.
Jünemann: La música que hacemos revela exactamente lo que estamos viviendo. En ese sentido puedo decir humildemente que nuestra música es bastante honesta. En la parte técnica del asunto, siempre que se cambia un elemento de la ecuación el resultado será diferente, y eso se aplica al cambio de baterista y a la disponibilidad de horas de estudio de grabación, que al ser nuestro tuvimos todo el tiempo que quisimos para darle ese sonido a Dramones.
Gomberoff: Los discos han sido muy diferentes entre sí, a mí me gusta eso. Éste viene mucho más diferente porque a la hora de grabarlo y mezclarlo hubo un trabajo más profundo. Nuestro nervio siempre ha sido muy sensible y el hecho de estar en una ciudad que se parece a La Serena obviamente influye en el resultado. Y tambien está el ingrediente Junemann, que es diferente y divertido.
Yatoka punto org: acústicos en la cervecería catalana
Otro borde desconocido del grupo quedó audible cuando Familiea Miranda fue registrada por Yatoka.org, colectivo audiovisual con sede en Barcelona que desde el año pasado ha venido capturando tomas callejeras de distintos músicos chilenos en las calles de Santiago, Valparaíso o la propia Barcelona. Ahí el trío apagó los amplificadores para mostrar una canción acústica, en vivo en una cervecería.
-¿Qué les pareció la experiencia, está como para seguir tocando así?
Jünemann: Por mí no hay ningún problema. Lo que sí hay que saber bien es qué tema elegir, ya que en Familea Miranda se escribe y compone desde el sonido del rock, que es en su mayoría totalmente eléctrico. O electrocutado. Así que sería un buen ejercicio grabar o ensayar todos los temas con un set desenchufado y sacar un diagnóstico de qué funciona bien y qué no.
Gomberoff: La verdad es que fue muy experimental, porque no lo preparamos mucho. Sería buena volver a hacerla, aunque no es el sonido de la banda. La cerveza estaba buena.
-¿Siguen tocando canciones de los primeros discos en vivo, o ya ha pasado mucho tiempo?
Katafú: Seguimos tocando algunas, cómo no, pero el filtro ha sido severo.
Gomberoff: Están un poco transformadas, o trastornadas.
-A propósito del disco En vivo en calle Botella, ¿encuentran que hacía falta un disco en vivo para retratar a Familea Miranda, tiene más que ver con cómo es el grupo?
Katafú: No sé si era necesario, pero se pudo hacer y valió la pena. Es una foto del grupo después de cuarenta y dos fechas con un nuevo baterista y bien rodados por una gira que ha sido la mejor en nuestra historia.
Jünemann: A mí me interesaba hacerlo porque quería probar los micrófonos que nos habíamos comprado recién, y por otro lado al ser el último concierto de esa gira que duró casi dos meses estábamos muy en forma para grabar un disco en vivo. En todo caso escuchándolo tres años después te diría que ahora estamos más en forma que en ese momento.
Gomberoff: Es un documento de la banda, de cómo uno queda después de haber mostrado la criatura cuarenta y tantas veces casi seguidas.
Nuestro lenguaje analfabestia
Una delantera de otros cuatro años tenía respecto de sus compañeros José Jünemman, que se estableció en Barcelona desde 2002 después de integrar desde el año 2000 en Chile el grupo instrumental Mota. A la familia Miranda se unió después de los dos bateristas históricos del grupo, los sucesivos José Miguel Joselo Trujillo y Rodrigo Laiseca, y en paralelo continuó trabajando en música electrónica bajo el nombre de Zigarettenpause.
-¿Cómo fue para ti la entrada al grupo? ¿Te hacía falta tocar batería de nuevo?
Jünemann: Bueno, nunca dejé de tocar batería. Para mí tocar batería es como ir a terapia. Ahora, nunca estuve muy relacionado con el hardcore así que en ese sentido sí que fue un desafío. Siempre conecté con el lado más "post-rock" de Familia Miranda, pero claro, estábamos en la época Ensayo ≠ error y no había mucho espacio para el "post". Gomberoff y Katafú tienen su propio lenguaje, un lenguaje que nadie les enseñó, lo dedujeron por puro instinto y talento innato, y al combinarlo con uno más tradicional y académico, que es el que yo manejo, ha resultado una experiencia única. Lo mejor que me puede pasar como músico es trabajar con alguien que te haga ver la música de una forma totalmente diferente, y en ese sentido me siento muy afortunado de ser parte de la Familea.
-¿Y cómo es para Katafú y Gomberoff tocar con el actual baterista? ¿La idea era que se "aprendiera" la música o que le pusiera algo de su cosecha?
Katafú: Diría que Jose ha puesto mucho entusiasmo, entrega, voluntad, dirección musical, ha interpretado nuestro lenguaje analfabestia, ha hecho suyas influencias que le eran lejanas y ahora propias, amistad, compañerismo, trabajo en colectivo y ojos y oídos muy abiertos. La idea era mantener algo del Familea Miranda (histórico) y abrirse a lo que pudiera ofrecer, y eso ha resultado muy bien.
Gomberoff: Por parte del Jose existe un cuestionamiento permanente de cómo se hacen las cosas y la música. El cuestionamiento siempre ha sido un ingrediente importantísimo en la banda, musical y extra-musicalmente. El Jose ya es parte del Familea Miranda histórico.
Jünemann: Sólo quiero manifestar mis más grandes respetos y admiración por el trabajo de Rodrigo Leyseca y de José Miguel Trujillo.
Observadores internacionales: Santiago está muy caro
En estos cuatro años de ausencia se ha movido bastante el circuito musical independiente al que era familiar la Familea Miranda en Chile. Así, la mitad de Guiso se ha transformado en Los Lentos, la mitad de Pendex se ha reinventado en Los Chinches, Ramires! dio paso a Ramixes!, Gepe y Javiera Mena ahora salen de gira por el mundo, Chico Trujillo es superstar nacional de la cumbia y un animador como Ignacio Franzani pasó de presentar a músicos independientes en la Radio de la Universidad de Chile a animar un show de conversación en la televisión nacional de Chile.
-En general ¿es mucha cosa con la que ponerse al día en este regreso a Chile?
Katafú: Para mí en este momento es más importante ponerme al día con mis amigos. La música, pese a ser hecha por gente que conocemos y respetamos, y les deseo lo mejor, diría que es algo secundario.
Gomberoff: La verdad es que hay que ver como pasan los años y las cosas cambian, o no. Ojalá que a todos les vaya excelente y que cumplan sus expectativas. En el caso de Franzani, personalmente creo que es una gran persona. Chico Trujillo es lo que tiene que ser y escucharse en cada esquina.
-Sebastián Piñera es Presidente, por lo demás. ¿Se nota algo distinto por acá, la "nueva forma de gobernar", qué impresiones en general han tenido en estos primeros días?
Katafú: Me parece que Santiago está muy caro, heavy, muchas cosas al nivel de España, y eso es mucho cuando está claro que los sueldos aquí no han subido. La gente parece bien pero seguro los niveles represivos están activos y a la orden del día, y la brecha entre pobres y pudientes no parece haberse estrechado.
Gomberoff: Esto es muy triste, pero es natural. Los dueños del país son los que gobiernan, tengan o no tengan un cargo político. Es una mierda. La represión y el control de las noticias en medios oficiales vuelve a ser muy potente. Hinzpeter (Rodrigo Hinzpeter, ministro del Interior de Piñera) anuncia golpes de justicia igual que Cuadra (Francisco Javier Cuadra, ministro Secretario General de Gobierno de Pinochet entre 1984 y 1987) lo hizo otrora.
Jünemann: Sólo te podría decir que allá le conté a una amiga alemana lo de "Deutschland über alles" y simplemente abrió la boca y los ojos de par en par y se quedó así mirándome como veinte segundos sin decir palabra, así que los que dicen que a nadie le importó y que sólo fue un error que comete cualquiera, sepan que fue uno de los disparates protocolares más potentes de la historia de Chile, como de la historia de la Alemania de la postguerra. No es sólo la falta de tino de un Presidente, aparte de un mínimo de conocimientos en actualidad internacional, sino de todo el gobierno que lleva tras de él.
-Aprovechando su experiencia de observadores internacionales, con el caso de los "33 mineros", por ejemplo, que ha sido vendido como la nueva imagen de Chile, ¿funcionaba así afuera? ¿Lo que "se veía de Chile" era un país eficiente, o era un país pobre donde todavía a los trabajadores les pueden pasar cosas como éstas?
Katafú: En general cada vez que se habla de Chile afuera es por alguna circunstancia o trágica o curiosa. La anécdota queda más que el cuestionamiento social.
Jünemann: lo de los mineros, genial, pero el Presidente quedó como un verdadero payaso y un oportunista al sacar tanto partido mediático a lo que simplemente fue la solución a un accidente laboral.
Gomberoff: La verdad es que no tengo mucha opinión al respecto, no veo tele. El elemento comunicacional de los mineros fue en formato reality y éstos están de moda en todo el mundo.