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Volodia Teitelboim: "Un muchacho del siglo XX"

Así se definió el escritor y ex secretario general del PC en el primer tomo de sus memorias. Una denominación certera para quien fuera uno de los actores más relevantes en las esferas política y literaria de esa centuria.

31 de Enero de 2008 | 19:51 | Carlos Valderrama, El Mercurio Online

SANTIAGO.- Participó con la misma pasión tanto en el campo cultural como en el político, ámbitos en los que —con énfasis distintos, según el período histórico— se desenvolvió con igual soltura. Una carrera que anota prácticamente la totalidad de sus hitos en años que comienzan con 1 y 9, y que lo llevó a definirse como "un muchacho del siglo XX".


Hoy es el siglo XXI el que se abre paso, y cuando la centuria que lo enmarcó ya forma parte del pasado, él también partió. Volodia Teitelboim, escritor e histórico dirigente del Partido Comunista falleció a las 19:05 horas de este jueves, en el Hospital Clínico de la Univerdidad Católica, a causa de problemas renales y respiratorios contra los que sus 91 años ya no fueron capaces de luchar.


El legado que a partir de ahora comenzará a recordarse es fiel a esa carrera dicotómica que Teitelboim desarrolló, y en la que anota hitos como el Premio Nacional de Literatura en 2002, una senaturía por Santiago (elegido en 1965) y el cargo de secretario general del Partido Comunista, entre otros.


Volodia Teitelboim Volosky nació el 17 de marzo de 1916 en la prolífica ciudad de Chillán, bajo el nombre de Valentín. Hijo de Moisés Teitelboim y de Sara Volosky, a temprana edad manifestó sus inquietudes literarias como voraz lector. A la política también ingresaría pronto: con sólo 16 años, en 1932, decidió inscribirse en las filas de las Juventudes Comunistas.


Ese mismo año ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde fue durante dos períodos presidente del Centro de Estudiantes. Allí también comenzó a utilizar el nombre de Volodia, denominación familiar y cariñosa para Lenin, y que luego oficializaría para llamarse definitivamente Volodia Valentín Teitelboim Volosky.


En esa época conoció al poeta Vicente Huidobro e ingresó al periodismo para financiar sus estudios, como cronista deportivo de El Diario Ilustrado. Allí acabó de germinar su amor por las letras, que tuvo una primera manifestación en la edición de "Antología de la Poesía Chilena Nueva", publicada en 1935 con la colaboración del escritor Eduardo Anguita.


Quienes lo conocieron concuerdan en calificarlo como un hombre "amable y comunicativo". Un amante de las palabras y excelente practicante de la oratoria, al que, como tal, le gustaba conversar con la gente. "Llamaba para que conversáramos con él", dice Fernando Quilodrán, ex presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (SECh).


"Él era un buen orador, un hombre de una facilidad de palabras y de una riqueza conceptual extraordinarias", asegura Luis Corvalán, ex secretario general del PC, con quien compartió en las filas de las juventudes del partido y en el semanario El Siglo, desde que Teitelboim ayudara a fundarlo en 1940. "Fue un muy buen periodista", recuerda el histórico secretario general del PC.


Una carrera política que Teitelboim consagraría definitivamente en 1961, cuando fue elegido diputado por Valparaíso, para escalar al senado cuatro años más tarde, cuando fue elegido por Santiago, donde sería reelecto en 1973, con la primera mayoría. Ese mismo año publicó los ensayos "Oficio Ciudadano", en los que se refiere a la generación del 38 (grupo de escritores al que pertenecía), y "El pan y las estrellas". Tras la caída del gobierno de Allende, parte al exilio en Moscú.


Desde allí hay versiones que lo vinculan directamente con las memorias apócrifas del general Carlos Prats. El historiador Gonzalo Vial se refirió a ello en un artículo publicado el 6 de marzo de 2007, en el que señala que "en confesión espontánea y pública de Eduardo Labarca, conocido periodista comunista de la época de la UP y después de Radio Moscú, ha quedado establecido, sin aclaración posterior ninguna de Teitelboim, que éste ordenó a Labarca fabricar las memorias apócrifas de Prats, después publicadas y de difusión mundial".


Cercanos a Teitelboim, sin embargo, han señalado que dichas versiones no son verídicas.


Vuelta a Chile


En el exilio viviría los próximos 15 años, hasta su regreso al país el 27 de septiembre de 1988, cuando fue recibido por distintos actores. Entre éstos, la SECh, que organizó una cena en el restorán El Parrón de Providencia, para recibir a su socio. En octubre de ese año viaja a Madrid para lanzar su libro "En el país prohibido".


Tras su retorno a Chile retomó tanto su carrera literaria como la política, ubicándose a la cabeza del comunismo local, desde donde fue parte importante en el apoyo que este terminó por dar tanto a la opción "No", en el plebiscito de 1988, como a la candidatura de Patricio Aylwin, en 1989.


"Era un hombre de una tremenda inteligencia aplicada a objetivos de transformación revolucionaria. Su lucidez lo llevó a ver las falencias, y los quiebres de un sistema socialista que tenía fallas, pero jamás dejó de apreciar la tremenda importancia del hecho histórico de la revolución de octubre en la historia de la humanidad", reflexiona Fernando Quilodrán.


Participante activo de la vida cultural del país, su asistencia a presentaciones de libros y eventos literarios era común, momentos en los que no se resistía a entablar nuevas amistades. Fue en una de estas ocasiones cuando conoció, en la década de los noventa, a Reynaldo Lacamara, actual Presidente de la SECh. "Yo lo conocía por la literatura, como lector. Luego lo conocí personalmente cuando él regresó del exilio. Cuando Volodia lanzó su primer libro de memorias en Curicó, me eligió a mí (para presentarlo), lo que fue un regalo", cuenta.


Es por ello que pudo cosechar amistades fuera de sus posturas políticas e ideológicas, entre los que estuvo el ex diputado DC Andrés Aylwin. "Era un hombre muy inteligente y muy culto y en el regreso a la democracia tuvo un papel muy importante, muy ecuánime, con mucha sensibilidad. Me presentó un libro y yo le presenté algunos a él", dice Aylwin, quien lo conoció cuando ambos eran parlamentarios.


Entre los amigos de Teitelboim también se contó el Premio Nobel Pablo Neruda, de quien fue uno de sus biógrafos principales. "Tenía una curiosidad enorme. Conoció a los mayores personajes de la historia contemporánea en el campo de las letras y de la política. Le gustaba ser querido, jamás pedante. Estaba convencido de que la transformación democrática y social era una tarea de mayorías y no de minorías con monopolio", cuenta Quilodrán.


A esa biografía de Neruda, se agregarían luego revisiones a la vida de Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Jorge Luis Borges, además de la propia, a través de sus memorias en cuatro tomos, publicadas bajo los títulos "Un muchacho del siglo XX", "Un hombre de edad media", "La vida, una suma de historias" y "Un soñador del XXI".


Con ellas cerraría una extensa obra, que incluye ensayos como "Hombre y hombre", "Noticias de un concierto europeo" y "Ulises llega en locomotora", además de novelas como "Hijo del salitre", "Pisagua" y "La guerra interna". Un recorrido que coronaría con el Premio Nacional de Literatura en 2002.


Su gran dolor


Ese capítulo, uno de los más altos de su biografía, tuvo su contraparte también en esta década, cuando su hijo, Claudio, se enteró en abril de 2005 de que su verdadero padre no era Volodia, sino el fallecido abogado Álvaro Bunster. Entonces el científico optó por cortar toda clase de relación con su padre adoptivo, convencido de que el secreto que se extendió por 58 años fue parte de una maquinación de la cúpula del PC.


El físico procedió rápidamente a iniciar los trámites para cambiar su apellido, y calificó públicamente el ocultamiento en torno a la identidad de su verdadero padre como "una gran porquería", para luego distanciarse definitivamente de Volodia, a quien comenzó a referirse como "el señor Teitelboim".


"No nos hemos visto y no quiero que nos veamos. Que él vaya por su camino, yo por el mío. Son caminos paralelos que no se juntan", dijo el nonagenario en una entrevista con El Mercurio, un año más tarde, asumiendo con dolor que la relación padre-hijo había quedado definitivamente atrás.

Sin embargo, en los últimos días de su hospitalización, su hijo adoptivo acudió a verlo al Hospital Clínico de la Universidad Católica, donde declaró que "he venido a ver a gente a la que quiero mucho, a la que no he dejado de querer nunca". En la habitación del recinto permanecieron juntos cerca de 40 minutos, en los que el escritor tomó la mano de Bunster y lo observó largo rato, sin pronunciar palabra alguna. No le era posible, pero, tal vez, tampoco era necesario.

Su obra literaria

Pese a que no se consideraba un poeta, en sus textos de prosa abundaban las figuras poéticas y metafóricas con las que plasmaba su pensamiento y observación de la realidad. Fernando Quilodrán da cuenta de aquello y dice que Volodia Teitelboim desarrollaba en la escritura su espíritu de poeta.


"Un excelente escritor y de una gran productividad que aprovechó hasta el último momento de su vida. Poco antes de caer en esta etapa de su enfermedad, él estaba preparando un libro. (Fue) una persona con mucha profundidad como escritor y muy versada sobre lo que escribía", dice el secretario general del PC, Guillermo Teillier.


Además de los ensayos y las novelas de Teitelboim, están las biografìas a literatos que marcaron una huella profunda en las letras latinoamericanas y mundiales, como Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral y Vicente Huidobro. Alguno de los puntos más recordados, de una obra que icluye los siguientes títulos:


- Antología de poesía chilena (1935).
- El amanecer del capitalismo y la conquista de Améric (1943).
- Hijo del salitre (1952).
- La semilla en la arena. Pisagua (1957).
- Hombre y hombre (1969).
- El oficio ciudadano (1973).
- El pan de las estrellas (1973).
- La lucha continúa, pólvora del exilio (1976).
- Narradores chilenos del exilio (1978).
- Neruda (1984).
- La palabra y la sangre (1986).
- El corazón escrito (1986).
- En el país prohibido (1988).
- Gabriela Mistral, pública y secreta (1991).
- Huidobro, la marcha infinita (1993).
- Los dos Borges, vida, sueños, enigmas (1996).
- Un muchacho del siglo XX (Antes del olvido I, 1997).
- Notas de un concierto europeo (1997).
- Voy a vivirme (1998).
- Un hombre de edad media (Antes del olvido II, 2000).
- La gran guerra de Chile y otra que nunca existió (2000).
- Noches de radio (2001).
- Ulises llega en locomotora (2002).
- La vida, una suma de historias (Antes del olvido III, 2003).
- Fragmentos del eslabón perdido. Historia de una apostasía (poemas encontrados, 2003).
- Un soñador del XXI (Antes del olvido IV, 2004).
- Neruda todo terreno y multiuso (2004).

El mundo político reconoce en la figura de Volodia Teitelboim a un luchador incansable de las causas que defendía, aunque siempre abierto al diálogo. "Luchó desde y para el Partido Comunista", dice el senador socialista Ricardo Núñez.

Luego de que su colectividad tuviera un papel protagónico hasta 1973, Teitelboim buscó que el PC ocupara un lugar de importancia dentro en tiempos de la transición. "Contribuyó a la reposición democrática de este país y a todo lo que fue el desarrollo y reinvindicaciones de los trabajadores y los obreros", reconoce el también senador socialista Jaime Gazmuri.

Además, se le reconoce habver peleado por la reforma que pusiera fin al sistema binominal y permitiera a su partido participar del Parlamento. "Siempre buscó consenso dentro de las fuerzas progresistas, aunque no lo logró", precisa Núñez, quien le critica que "fue un seguidor incondicional de la Unión Soviética, tal vez un tanto acrítico de lo que ella significó".

"Fue más grande que Neruda, porque Neruda nunca ocupó un cargo relevante en la organización del Partido Comunista. Volodia, en cambio, fue un verdadero intelectual orgánico", indica Núñez.

En tanto, el ex diputado DC Andrés Aylwin lo define como "un compañero de lucha por el respeto de los derechos humanos".

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