Los Beatles recuerdan su primera gran gira a Estados Unidos como un ir y venir, entre traslados en automóviles y refugios en hoteles. “Car and room and car and room and car and room” escribiría John. Son los primeros frutos de una popularidad bien ganada, de la mano del representante liverpuliano del grupo Brian Epstein, quien había llegado así de lejos a pura sagacidad: primero los llevó hasta las temporadas de rock and roll en Hamburgo, donde los muchachos forjaron su número de directo con energía, y luego los instaló con sus modernos cortes de cabello en el club The Cavern en Liverpool.
Pero eso es nada más que el comienzo en la historia como astros globales de la música pop. Durante la Beatlemanía el mundo ni siquiera estaba preparado tecnológicamente para recibir a este fenómeno. Durante los primeros años las giras del grupo fueron un constante y lineal chillido agudísimo de adolescentes en los teatros, en los accesos a los teatros, en las salidas de los hoteles, en los estudios de televisión. Lennon recuerda que muchas veces salió a cantar haciendo nada más que la mímica de las letras de sus canciones, “dado que al final daba igual si cantábamos o no”.
La Beatlemanía es ese período de consolidación del conjunto como un todo, con Lennon y McCartney como los principales motores y receptores de la euforia juvenil. Y si bien Paul ya era un muchacho de buenos modales, galante y bien vestido, es también el tiempo en que John se vio obligado a abandonar su imagen desaliñada y callejera. John fue el más reacio a cambiar sus chaquetas de cuero de teddy boy por los primeros uniformes de tela que Epstein envió a confeccionar para los Beatles.
Durante este período escribió algunas de sus más eficaces canciones (“Please, please me”, “From me to you”, “All I’ve got to do”, “Any time at all”, “A hard day’s night”, “You can’t do that”, “It won’t belong”, “I feel fine”) y pasó de ser un muchacho de clase obrera del puerto a celebridad cosmopolita e internacional y a amasar en apenas veinticuatro meses más de cuarenta millones de dólares. Pero también fue el momento en que el propio John tuvo la angustiante sensación de que finalmente se había vendido.
Bob Dylan siempre pensó que una de las líneas de esta canción estaba dedicada a la marihuana. Creyó que decía “I can fly” (“Puedo volar”), pero el original apuntaba “I can’t hide” (“No puedo esconder”), y se refería a un sentimiento de amor postadolescente. Fue el primer grandioso éxito de los Beatles en Estados Unidos en 1963 y llegó a despachar quince millones de copias.
John y Paul la compusieron en 1963 echados en dos camas de hotel con las guitarras, en apenas una hora. “Ella te ama sí, sí, sí”, dice la letra que introdujo la muletilla “yeah, yeah, yeah” como ariete juvenil en una sociedad adulta y conservadora. Fue tal su impacto que en algunas regiones de Inglaterra se le consideró “el colapso de la sociedad civilizada”.
Incluida en el álbum A hard days night (1964) la canción representa el trabajo a dos voces principales ejecutadas por John y Paul, con un tejido armónico simple que viene de su gusto temprano por los Everly Brothers.
Es una pequeña cátedra de doctorado sobre armonizaciones vocales. Lennon comienza a mostrar sus inseguridades y su desencanto, que luego, en discos de 1965 y 1966, serían explícitos: “Si confiara en ti, por favor / no corras y te escondas / si te quisiera yo también / no hieras mi orgullo como ella”.