Astro Pop

(1962-1965)

Quiero tomar tu mano

Los Beatles recuerdan su primera gran gira a Estados Unidos como un ir y venir, entre traslados en automóviles y refugios en hoteles. “Car and room and car and room and car and room” escribiría John. Son los primeros frutos de una popularidad bien ganada, de la mano del representante liverpuliano del grupo Brian Epstein, quien había llegado así de lejos a pura sagacidad: primero los llevó hasta las temporadas de rock and roll en Hamburgo, donde los muchachos forjaron su número de directo con energía, y luego los instaló con sus modernos cortes de cabello en el club The Cavern en Liverpool.

Pero eso es nada más que el comienzo en la historia como astros globales de la música pop. Durante la Beatlemanía el mundo ni siquiera estaba preparado tecnológicamente para recibir a este fenómeno. Durante los primeros años las giras del grupo fueron un constante y lineal chillido agudísimo de adolescentes en los teatros, en los accesos a los teatros, en las salidas de los hoteles, en los estudios de televisión. Lennon recuerda que muchas veces salió a cantar haciendo nada más que la mímica de las letras de sus canciones, “dado que al final daba igual si cantábamos o no”.

La Beatlemanía es ese período de consolidación del conjunto como un todo, con Lennon y McCartney como los principales motores y receptores de la euforia juvenil. Y si bien Paul ya era un muchacho de buenos modales, galante y bien vestido, es también el tiempo en que John se vio obligado a abandonar su imagen desaliñada y callejera. John fue el más reacio a cambiar sus chaquetas de cuero de teddy boy por los primeros uniformes de tela que Epstein envió a confeccionar para los Beatles.

Durante este período escribió algunas de sus más eficaces canciones (“Please, please me”, “From me to you”, “All I’ve got to do”, “Any time at all”, “A hard day’s night”, “You can’t do that”, “It won’t belong”, “I feel fine”) y pasó de ser un muchacho de clase obrera del puerto a celebridad cosmopolita e internacional y a amasar en apenas veinticuatro meses más de cuarenta millones de dólares. Pero también fue el momento en que el propio John tuvo la angustiante sensación de que finalmente se había vendido.

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