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¿A qué se debe tanto alboroto?
Por Patrick Blumer
El Mercurio, Artes y Letras. Domingo 9 de abril de 1995

Algunos críticos antiguos llegaran a encontrar algo de divino en William Shakespeare, y sus palabras son a menudo invocadas como si poseyeran un sello autorizado de la verdad, que compite con la misma Palabra de Dios. Pero más allá de estos excesos "idolátricos'' es innegable que sus obras poseen una dimensión eterna, universal e inmediata que ha cautivado a generaciones de lectores, actores y público. El 12 y 13 de abril los chilenos tendrán una oportunidad única para apreciar la magia creativa de este genio de la Inglaterra isabelina. La célebre Royal Shakesapeare Company montará en Santiago la tercera parte de la trilogía "Enrique VI'', en una especial producción.


En Gran Bretaña existe un popular programa de radio llamado "Desert Island Discs'' en el que se les pide a personajes famosos que elijan los seis discos que llevarían para escuchar en el caso de que naufragaran en una isla desierta. Se les pide además que nombren el libro que les gustaría llevar con ellos, pero hay dos que no pueden elegir: la Biblia y las Obras Completas de William Shakespeare. Estos les serían dados automáticamente y sin cuestionamiento, como prerrequisitos espirituales y culturales para cualquier existencia civilizada.


El genio de Shakespeare ha fascinado a culturas totalmente distintas a las nuestras. Incluso uno de los clásicos del cine japonés, "Los siete samurais'', es una adaptación del Macbeth de Shakespeare. La comedia musical de Broadway de Stephen Sondheim, Westside Story, es una nueva versión de Romeo y Julieta en la pandillera ciudad de Nueva York y recientemente nuestra propia Radio Beethoven tuvo un programa con un catálogo de óperas basadas en las obras de Shakespeare.

El 12 y 13 de abril, la Royal Shakespeare Company de Gran Bretaña visitará Santiago con su producción itinerante de Henry VI , "The Battle for the Throne'' (Enrique VI, " La batalla por el trono''), la tercera parte de la trilogía de Enrique VI. La obra es una crónica del horror de las Guerras de las Rosas, la guerra civil entre los partidarios de York y de Lancaster que conmocionó a Inglaterra durante el siglo XV. Es uno de los tesoros ocultos del cánon de Shakespeare, que no se interpreta a menudo, debido a su contexto histórico específico, y aparentemente sería de poco interés para un público moderno, sobre todo de Sudamérica. Sin embargo, la obra no trata tanto de batallas como del efecto que tiene la guerra civil sobre las familias comunes.

La directora Katie Mitchell ha usado como fuente de inspiración para su fuerte producción sus visitas a Bosnia y a Serbia. Tal vez esto explique la elección de una obra tan poco habitual un pedazo sangriento de la historia inglesa para una gira internacional: la Europa del Este del siglo XX y la Inglaterra de fines de la Edad Media son dos mundos totalmente distintos, visto de una manera superficial. ¿Cuál es entonces la cualidad luminosa en la obra de Shakespeare que le permite brillar por encima de los siglos y continentes sin perder su brillo?

La condición humana Shakespeare dominaba de tal manera su material que tenía la habilidad de conjurar temas de cualquier fábula, leyenda, historia o mito. Temas que son eternos y de suma relevancia para la condición humana. Por ejemplo, Macbeth, una historia de la fuerza corrosiva de la avaricia y la ambición, fue extraída de una oscura lucha política del siglo XI que ocurrió entre familias nobles en la humedad y neblina de las tierras de Escocia. Pero las situaciones en las que los personajes actúan sus vidas no han perdido nunca su relevancia. Las pasiones malévolas que impulsan la acción de la obra son tan tangibles que incluso hoy en día los actores tratan de evitar decir el nombre de la obra, ya que se supone que decir la palabra Macbeth trae mala suerte. El autor tomó un cuento italiano poco conocido acerca de un general moro engañado por su alférez y lo transformó en Otelo, un cuento poderoso y cautivante de las profundidades y desesperación a las que llevan los celos, "El monstruo de ojos verdes que se divierte con la vianda que le nutre''. Hay una famosa historia de una mujer que, impulsada por el desastre que veía desarrollarse ante sus ojos, se paró en medio de la representación y le gritó al actor que hacía de Otelo: "Bastardo negro, ¿no te das cuenta que es inocente?''.

La substancia de la grandeza de Shakespeare reside en su profunda comprensión de la naturaleza humana que no ha sido jamás superada. A pesar de ello, esto sólo no bastaría para colocarlo en la situación única de la que goza entre los autores dramáticos, pero logró asimismo combinar su conocimiento del hombre con una imaginación de dimensiones colosales en su construcción de la trama y escenografía, fruto de sus años como actor profesional en Londres. Como si esto no fuera suficiente, era un poeta con una confianza y un poder creativo que le permitían poner en boca de sus personajes una imaginería y una audacia de expresión que le dan vida a cualquier idea que quiere que pronuncien. Al encontrarse sin una palabra adecuada para transmitir lo que deseaba, constantemente inventaba palabras nuevas. Es imposible calcular la riqueza que le agregó al idioma inglés solo con la ayuda de su pluma.

En este mismo espíritu de audacia y expansión, desechó las restricciones rigurosas de las unidades de tiempo y espacio de Aristóteles. Existía una ley de la construcción dramática según la cual la trama debía llevarse a cabo en un solo día y en un solo lugar. Shakespeare no lo hizo así. El salta libremente de un lugar al otro y deja pasar días, semanas, meses o años entre las escenas cuando le sirve a sus propósitos, algo de lo que no se oía hablar en su tiempo. Hay relatos que describen al dramaturgo escribiendo con exhuberancia hoja tras hoja de verso dramático, que antes de que la tinta se secara eran llevados por mensajeros al impresor. Puede que el imagen sea exagerada, perotransmite la idea de un hombre que rebosa de creatividad y de un talento natural irreprimible. Tenemos suerte de que haya vivido cuando lo hizo. El mundo teatral de Inglaterra durante la época de Shakespeare estaba en una excitante etapa creativa y regenerativa con compañías de teatro exitosas que competían entre sí y con ricos mecenas que demostraban un interés real.

Además de su dominio técnico, poético e imaginativo, que ya serían suficientemente impresionantes en sí mismos, Shakespeare despliega en su obra una variedad de temas y de ideas que son sorprendentes cuando uno toma en cuenta que son todas producto de una misma mente. Para tomar un ejemplo conciso, el Acto V de Hamlet comienza con dos cavadores de tumbas bromeando con calaveras y haciendo chistes macabros. Luego, en una de las imágenes más perdurables de todo Shakespeare, Hamlet toma una calavera en su mano y en un instante transporta al público de la bufonería de los cavadores de tumbas a las reflexiones más sublimes acerca de lo que significa nacer, vivir y morir.

La variedad de formas dramáticas y de áreas de la experiencia humana exploradas por Shakespeare es abrumadora: se sumerge en las profundidades de la tragedia con la desesperación, locura y maldad pura de "El Rey Lear''; "Romeo y Julieta'' es una tragedia de otro tipo, teñida con una dulzura poética que le dan esperanza e inocencia a los lastimosos acontecimientos; se regocija con el boato y el heroísmo en "Enrique V''; juega con la magia de los cuentos de hadas en "Sueño de una noche de verano'', introduce la brujería en "La tempestad'' y las oscuras fuerzas sobrenaturales en "Macbeth''. En "Las alegres comadres de Windsor'' demuestra su talento para el humor grosero de las tabernas y "La Comedia de Errores'' es una farsa total y completa con identidades equivocadas y dos parejas de mellizos.

Fallas"geniales'' A pesar de la mística que lo rodea, Shakespeare no deja de tener sus fallas. No siempre logró todo. Su primera tragedia fue "Tito Andrónico'', y para asegurarse de que el público no quedara con dudas respecto a que se trataba de una tragedia, introdujo en ella un conteo de cadáveres digno de un film de Rambo.

A menudo las escenas que escribe para payasos no son para nada divertidas y son frecuentemente omitidas hoy en día. Algunos de sus personajes menores no son más que figuras de cartulina escritas con descuido, a quienes les puede dar unas líneas pésimas, casi imposibles de actuar bien. Es innegable que a veces escribió escenas aburridas, lentas o superfluas: su humor es a menudo sorprendentemente burdo. En sus actitudes demostraba ser un buen hijo de sus tiempos; muchos encuentran que el discurso final de Kate en "La fierecilla domada'' es un terrible despliegue de chauvinismo masculino (aunque otros se lamentan tristemente de los valores perdidos de caballerosidad que ella señala).

"Enrique V'', con todo su patriotismo y extraordinarias cualidades de liderazgo, y sus poderes de retórica subyugantes, conduce a un ejército en contra de los franceses con la más dudosa justificación política y corriendo un riesgo considerable con sus hombres, sin embargo, Shakespeare lo pinta inequívocamente como un héroe. Ricardo III será siempre recordado como un villano de tomo y lomo gracias a la descripción de Shakespeare, pero la investigación histórica aparentemente nos informa que se ha cometido una injusticia con el pobre hombre. Incluso Hamlet, su creación más famosa, no está exenta de críticas: el carácter más complejo de Shakespeare a menudo excede la capacidad de cualquier actor lo suficientemente joven como para interpretarlo. No siempre, gracias a Dios.

Sin embargo, la mera fuerza de los relatos de Shakespeare y el impacto que logran sus personajes sobre el escenario hacen que todo esto a la larga parezca irrelevante. Al examinar cuidadosamente el texto de "Otelo'', por ejemplo, comprendemos que no existe realmente ninguna oportunidad dentro de la estructura de la obra en la que Desdémona y Casio puedan haber cometido el adulterio en el que se basa toda la obra, pero es tal la intensidad implacable de la sucesión de acontecimientos impulsados inexorablemente por los complots de Yago, que nadie advierte la falla, y si uno lo hace, realmente no tiene importancia. Esta es realmente la clave para comprender el núcleo del genio de Shakespeare. El no trata de exponer filosofías altisonantes, ni de entregar directivas morales. Simplemente cuenta historias, pero con tal intensidad y profundidad de caracterización que sostiene un espejo frente a esa parte del hombre que es inmutable. Es la naturaleza humana, desnuda en toda su lastimera debilidad y posturas ridículas, que se ve alumbrada por las luces del escenario.

Tal vez Shakespeare estaba consciente de sus capacidades cuando escribió:

"La vida es sólo una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y se pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, y que no significa nada''.

(Macbeth, Acto V, Escena V).

En la base de la autocomprensión humana está la conciencia trágica del hombre de su propia insignificancia: "Toda carne es hierba y toda su delicadeza como flor del campo'' (Is.40, 6). "Es cierto que en ninguna otra parte se puede encontrar una invectiva más feroz y un desdén más denigrante que aquel derramado por estas obras sobre el lado más bajo de nuestra naturaleza. El cuadro de un hombre adornado con una pequeña y breve autoridad que juega sus trucos fantásticos ante el cielo con un desenfado que hace llorar a los ángeles nunca ha sido pintado con una ironía más penetrante''(Peter Alexander). Al mirar a los personajes trágicos de Shakespeare llevados a sus extremos, reconocemos nuestras propias debilidades y temblamos. "Ahí voy yo por la gracia de Dios''.

Lo mismo se puede decir de las comedias. Entre las juergas y disparates, Shakespeare se ríe ásperamente de las fragilidades humanas (aquí realmente encontramos hombres y mujeres llenos de autoimportancia "agitándose y pavoneándose durante su tiempo en la escena''). Las situaciones ridículas en las que se encuentran, los nombres ridículos que él les da (Bottom, Rompesábanas) sirven como espejo magnificador que aumenta sus debilidades para hacerlas aparecer como absurdas, de la misma manera en que un artista cómico alarga la nariz o las cejas de alguien, caricaturizándolo para convertirlo en un chiste. Pero aunque estos personajes sean absurdos o hagan cosas absurdas, Shakespeare los dota de un realismo que significa que cuando el público ríe, no ríe tanto ante la burla sino ante el reconocimiento:

"Sí, realmente somos así''.

Sin embargo, la famosa imagen de Macbeth de un hombre que vive desesperadamente su breve aparición sobre el escenario global, no lo describe tanto como alguien despreocupado y sonriente sino como "lleno de ruido y furia, y que no significa nada''. Pues si realmente tuvo la percepción de lo que significa ser humano, Shakespeare comprendió que las preguntas más profundas del hombre tienen que ver con el sufrimiento, con la búsqueda de algún significado para esta vida que nos ha sido dada a vivir. En la Grecia clásica, Aristóteles definió la esencia de la tragedia como la caída calamitosa de un gran hombre producida por una única falla fatal. La compasión y la agonía del espectáculo en las obras del gran Sófocles y de Eurípides era la visión de la lucha ciega, desvalida y aparentemente infructuosa del hombre, enfrentada a la voluntad implacable del destino.

En la época en la que Shakespeare escribía, la visión del mundo había cambiado: aparecía el Renacimiento cristiano, surgido de la época medieval.

Seguía siendo su falla fatal la que produjo la caída del héroe trágico pero la rueda del destino, severa e impersonal, se veía reemplazada por la comprensión cristiana del pecado. La tragedia a la que se enfrentan los héroes de Shakespeare es su falta de capacidad para soportar el complot maquiavélico de un Yago, de una Lady Macbeth o de un Goneril o un Regan: la impotencia de la juventud o de la inocencia frente al odio ciego de la enemistad política o familiar. En ese momento la compasión del espectáculo, como la voluta de humo de la esperanza en la leyenda de la caja de Pandora, es la llama fugaz y titilante de la virtud. A menudo el mal parece triunfar por completo en las tragedias y la llama de la virtud se apaga, sobreviviendo únicamente en los corazones torturados del público, pueses el arte de Shakespeare el que nos hace amar con mayor fuerza esas virtudes aparentemente vencidas.

Con una seguridad en el toque y una claridad devastadora, él nos lleva a reconocer que éste es realmente un mundo en el que el mal parece llevar muchas veces la delantera. Nos sacude fuera de nuestra complacencia, pero al hacerlo nos hace más seguros de lo que lo estaríamos de otra manera, sobre las aspiraciones de nuestra alma frente a lo que se advierte como desesperación.

Lo extraordinario es que lo hace sin predicar. Es casi amoral y deja que la historia se cuente ella misma con su propia furia a través de sus palabras.

Somos nosotros los que debemos encontrarle un sentido. Nos pasamos la vida buscando un significado: las obras de Shakespeare son la Vida misma claramente enfocada, desafiándonos a encontrar cierto sentido en ellas. No es explícitamente religioso, pero sus personajes cuentan sus historias con tanto apremio y claridad poética que nos vemos obligados a dar una respuesta religiosa. Uno comienza a comprender por qué Cristo se rehusó a enseñar más que con parábolas...

Lo que se Verá en Chile El Rey Enrique VI, quien le da el título a la obra que será presentada en el país fue conocido como "el rey mártir''. Bueno y apolítico, ha sido descrito como "un santo bobo''. Un inocente atrapado en las intrigas viciosas de la Inglaterra de fines de la Edad Media.

Shakespeare extrae de este período de la historia todo el pathos trágico y el horror que hemos mencionado. Las Guerras de las Rosas están en pleno apogeo. El problema comienza con el tratado que el políticamente débil Rey Enrique, de la casa de Lancaster, firma con su enemigo, el Duque de York, prometiéndole a él y a su linaje la corona tras su muerte. La Reina Margarita, la esposa de Enrique, está furiosa porque le es negada la herencia a su hijo. Reúne un ejército y cambia el curso de la guerra. Es muy poco común encontrar tal fuerza e influencia en una mujer shakespeariana (en la época de Shakespeare los papeles femeninos eran interpretados por hombres jóvenes y por lo tanto a menudo no tienen la profundidad de carácter que se encuentra en los papeles masculinos).

La obra es interesante porque además describe las tempranas maniobras de Ricardo, Duque de Gloucester (luego Ricardo III), uno de los personajes más notables de Shakespeare y uno de los villanos más fascinantes, mientras se pone como meta el trono y con una amenaza que va en aumento comienza pacientemente a complotar su camino asesino hacia él. En la escena final describe de una manera horrorosa cómo su deformidad física y la privación de amor humano que ésta le ha acarreado lo han transformado en un monstruo moral. Describe cómo al nacer: "La partera quedó confusa y las mujeres gritaban: `¡Oh, Jesús nos bendiga; ha nacido con dientes!''; lo que era verdad, y lo que significaba que gruñiría, que mordería, que haría el papel de dogo. ¡Bien! Puesto que los Cielos han modelado así mi cuerpo, que el infierno deforme mi alma, para ponerla en armonía con su envoltura'''.

Este es un maravilloso ejemplo de la viveza de expresión de Shakespeare que sobresale a través de su audaz elección de palabras y de imágenes terrenales. "Enrique VI'' es la crónica de una lucha por el poder contada desde el interior y cómo ésta afecta las vidas de la gente humilde y común, sobre todo la del propio rey.

Ninguna compañía está mejor dotada para hacer relucir los elementos universales en el relato de Shakespeare de esta historia que la Royal Shakespeare Company, que es indiscutidamente la compañía más grande del mundo y la más clásica. La obra se puede ver por sí sola (no es necesario haber visto las partes 1 y 2 de la trilogía) y según Katie Mitchell, su directora, "la producción es totalmente auténtica, gracias al auditorio itinerante que es como una nave espacial. Brilla encerrado dentro del set como lo hace en Stratford y por lo tanto no se llega a ningún compromiso artístico dentro de la gira''. Esto significa que el público de Santiago tendrá el beneficio de los efectos completos, desde un piso de tierra hasta las hojas de otoño que van cayendo, desde los sonidos animales de la estación ... ¡hasta nieve de verdad! Muchas personas conocen, y quizás demasiado, las obras más famosas de Shakespeare. Ver a los mayores exponentes de su arte desplegando sus habilidades y su antigua magia, en lo que para todos los propósitos puede ser considerada virtualmente como una obra nueva (¡no ha sido interpretada en su versión original desde 1590! ), es una rara oportunidad que sería una lástima perderse.

* Patrick Blumer, profesor, montó en Chile la obra "Otelo'' de Shakespeare con alumnos del colegio San Benito. (subir)

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