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El teatro de Shakespeare renace junto a las orillas del Támesis El Teatro Globo, que se quemara íntegramente en 1613, abrió sus puertas por primera vez en tres siglos y a unos pocos pasos de su ubicación original en la época isabelina. LONDRES. Fue anunciado como uno de los acontecimientos más emocionantes de los últimos años en la historia del teatro. También es la materialización de un sueño anhelado por años. El Teatro Globo de William Shakespeare, que se quemara íntegramente en 1613, el mes pasado abrió sus puertas por primera vez en tres siglos y a unos pocos pasos de su ubicación original en la época isabelina. Esta primera y breve temporada contempló un solo título: la obra "Los dos hidalgos de Verona''. El valor de las entradas fluctuó entre cinco libras (unos 3 mil 500 pesos) y 300 libras para las doce localidades de la llamada Sala de los Caballeros. La primera temporada completa está prevista para 1997 e incluirá varios montajes de compañías internacionales, entre ellas hasta ahora como invitada el Gran Circo Teatro de Andrés Pérez, quien participó en la apertura académica del Nuevo Globo, efectuada el año pasado. El Globo es el lugar en que se produjo el gran florecimiento del arte dramático inglés, por lo que la importancia de su reapertura es imposible de dejar pasar. Para los cientos de admiradores de Shakespeare de diversos países y que ayudaron en su reconstrucción, este teatro marca el regreso a una época en que el romance con el lenguaje era común. Se espera con vehemencia que ayudará a revivir esa pasión en el público moderno y también educará a los fanáticos del teatro sobre el escritor en sí. El Globo fue esencial tanto en la vida como en la obra de Shakespeare. De hecho, después que el Poeta de Avon se dedicó de lleno a la dramaturgia, todas sus obras fueron escritas para ser representadas en el legendario "Wooden O''. Cuando el teatro se quemó durante una representación de "Enrique VIII'', su desaparición también trajo el fin de la incomparable carrera literaria del poeta. Con su teatro reducido a cenizas, el escritor abandonó su pluma y se recluyó en su ciudad natal, Stratford-upon-Avon. Murió a los pocos años después. A pesar de un sinnúmero de intentos por reconstruir el Globo en los últimos años (entre ellos, los de Sir Walter Scott y Lady Randolph Churchill), hasta ahora nadie había podido llevarlo a cabo. Pese a que el complejo del teatro Globo aún no está terminado (éste también incluye un teatro más pequeño y un centro educacional), y aunque la gala oficial fue pospuesta hasta junio de 1997 con el fin de recaudar más fondos, no hay dudas de que lo que se ha logrado ya es sorprendente. Aunque resulte irónico, todo el crédito de lo hecho va para un norteamericano, y no para un británico. ASI EMPEZO TODO Durante una visita que realizara a Londres en 1949, el actor de Chicago Sam Wanamaker quedó impresionado al ver que, al buscar el teatro histórico, sólo encontró una pequeña placa recordatoria adosada al muro de una cervecería, la que decía: "Aquí estuvo el Teatro Globo de Shakespeare''. El área estaba abandonada, pero su gloria de antaño resonaba en los nombres de las calles: Clink Street, Bankside, Skin Market Place. "Debiera construirse un Globo en este lugar'', reflexionó Wanamaker aquella vez. No obstante, sólo cuando el actor se fue a vivir a Inglaterra comprendió por qué este proyecto nunca se había materializado. Los obstáculos que encontró fueron innumerables: políticas bizantinas, burocracia lenta, enérgica oposición de determinados sectores locales, eternas luchas judiciales, esmerada difusión internacional y recaudación de fondos. Como resultado de su esfuerzo, sólo tres décadas después logró conseguir un terreno junto a las orillas del Támesis. Con todo, pese a que el actor norteamericano falleció hace muchos años, vivió lo suficiente para alcanzar a ver el trabajo inicial de lo que se transformó en una desgastadora obsesión. En una entrevista concedida antes del inicio de los trabajos, Wanamaker se refirió a su visión sobre este teatro. Con énfasis señaló que no quería otra atracción turística para Londres. Declaró que el objetivo primordial era promover la educación y la apreciación informada de Shakespeare y su obra. "Hay muchos teatros al estilo isabelino, pero ninguno se asemeja a las condiciones del Globo original'', dijo Wanamaker con orgullo, mientras miraba el sitio despoblado en que algún día estaría el nuevo teatro del poeta. CUANDO LLUEVE TODOS SE MOJAN La recreación del Globo con sus detalles exactos a los de la época isabelina iba a ser el sello distintivo del proyecto. Pese a que no existen imágenes del interior del teatro original, cientos de académicos de todo el mundo cooperaron para armar la apariencia supuesta del teatro y sus alrededores. Se sabe, por ejemplo, que la estructura poligonal era pequeña comparada con los estándares actuales (tal vez casi 10 metros de alto y unos 30 de diámetro), pero tenía capacidad para tres mil personas. Esto se lograba mediante la ubicación de la gente en balcones laterales, mientras que los "groundlings'' (público de pie) atestaba el sector frente al escenario. Los asientos no tenían respaldo y todo el sector para el público de pie quedaba expuesto a las inclemencias del tiempo. El nuevo edificio del Globo está hecho de roble y sólo con mano de obra del estilo Tudor, que emplea tarugos o astillas en vez de clavos. No se usan tecnologías modernas en el escenario, excepto un juego de luces cuya función es recrear la luz del día, de modo que se pueden realizar presentaciones de noche (en la época de Shakespeare las funciones eran a las dos de la tarde). Cuando llueve, el público de pie e incluso los actores se mojan; cuando corre viento, éste atraviesa el teatro sin impedimiento alguno. Las únicas concesiones hechas al siglo XX fueron un sistema contra el fuego escondido con discreción en la techumbre de paja y el ensanchamiento de los marcos de las puertas, para los espectadores más altos. EL TEATRO DE LOS ACTORES Entre los contribuyentes del teatro se encuentran empresas, instituciones educacionales, celebridades y otros seguidores de Shakespeare, que desde distintos países han cooperado con dinero y materiales. Después de todo, en la actualidad Shakespeare pertenece a todos y no sólo a los británicos. El mayor número de contribuyentes se centra en Estados Unidos, lo que no resulta sorprendente. No es de extrañarse, entonces, que el primer director artístico, Mark Rylance, ex actor de la Royal Shakespeare Company, sea mitad norteamericano. Mientras que la designación de Rylance no ha estado libre de controversias más por su reputación como etéreo representante del New Age que por su doble nacionalidad, el hecho de ser un líder implica precisamente mantenerse fiel a la noción que el mismo Shakespeare tenía del Globo como un "teatro de los actores'', donde cada uno de ellos trabaja como parte del equipo. Tal vez el mayor desafío para dicho equipo es nunca perder de vista la avasalladora misión de Wanamaker: hallar el modo de educar y entretener y, de esa manera, llegar a lo más profundo del corazón del público contemporáneo que ha crecido junto a los cambiantes espectáculos ofrecidos por la industria moderna de la entretención. Es una misión de la que Rylance está plenamente consciente. "El Globo
viene de una época y un espacio'', señala, "en la que
floreció el principal romance que ha habido con el lenguaje.
Espero que este nuevo Globo inspire un nuevo renacimiento en nuestro
amor por el lenguaje''.
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