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MAGDALENA AMENÁBAR:
La voz, el laúd y la tiorba

Por María de los Ángeles Covarrubias Claro
El Mercurio, Artes y Letras. Domingo 14 de junio de 1998

Música isabelina compuesta para el teatro de Shakespeare, más un repertorio representativo del barroco italiano, serán interpretados por la soprano Magdalena Amenábar y Eduardo Figueroa, quien la acompañará con el laúd y la tiorba. La cita es el próximo martes 16 a las 19:30 horas, en el Centro Cultural Montecarmelo

Tras la exitosa experiencia de cantar música renacentista española, Magdalena Amenábar y Eduardo Figueroa decidieron asumir otro desafío: dar un concierto de música antigua inglesa e italiana.
Dos oportunidades habrá para oír al dúo Amenábar-Figueroa. En el Montecarmelo el próximo martes 16, y en el Instituto San Martín en la ciudad de Curicó, el jueves 18, a las 19:00 horas.

Las piezas escogidas corresponden a la misma época cronológica (fines del siglo XVI, inicios del siglo XVII), pero a diversos momentos en la evolución del estilo musical. Mientras en Inglaterra estaba en todo su apogeo la música renacentista isabelina, en Italia, Monteverdi, Peri, Kapsberger, Quagliati incursionaban ya en el barroco.

Se trata de música "menos ruidosa, más sutil, más íntima que la de nuestros días, con mucha referencia al silencio", señala Magdalena Amenábar. En sus tiempos, aquella música fue pensada para espacios pequeños. Y por lo mismo con instrumentos de acompañamiento de no excesiva sonoridad, como la viola y el laúd en Inglaterra, la tiorba y el clavecín en Italia.

Una de las características de la música isabelina es estar relacionada con el teatro. Ya se tratara de composiciones escritas para determinados parlamentos de una obra o bien de piezas para ser interpretadas en los intermedios. Shakespeare viajaba con su compañía de pueblo en pueblo. Lo acompañaba un grupo de músicos que componía, tocaba y cantaba a petición del propio dramaturgo.

Un ejemplo es el anónimo "Willow song" ("Otelo"), que canta Desdémona antes de ser asesinada, comunicando un ambiente de paz previo al desastre.

Otro es "Where the bee sucks there suck I" ("La Tempestad"), en que Ariel comunica su alegría de ser proximamente liberado. Otros momentos dramáticos llevados a la música son los versos de la locura de Ofelia: "How should I your true love know".

Aunque se compusieron muchas piezas para las obras de Shakespeare, tanto instrumentales como vocales, sólo once cuentan con textos exactos del dramaturgo y se mantuvieron sin alteración hasta nuestros días. De esas once, en este recital se van a cantar siete.

Según explica Magdalena Amenábar, aun cuando la tradición de cantar trozos de las obras teatrales se perdió, se ganó en otros aspectos. En la misma época, comenzaba la ópera en Europa, y no sólo se cantaba una parte de la obra, sino toda. Siempre se reconoce que el origen de la ópera estuvo en Italia esencialmente en los madrigales dramáticos, pero siempre que la música ha estado al servicio de la palabra, puede hablarse de indicios de ópera. No obstante ser todavía renacentista, la música inglesa isabelina lleva ya la dramaturgia en la trama.

Todo el repertorio italiano que integra la segunda parte del concierto está hilvanado en la misma tonalidad, en Sol Mayor. El dúo irá pasando de una obra a otra sin que haya un cambio armónico significativo. "Quisimos partir la segunda parte del concierto con "Nel pur ardor", de la "Euridice", de Jacopo Peri, que es el primer drama lírico cuya partitura ha llegado completa hasta nuestro tiempo (la primera que responde a los requerimientos del género es "Dafne", también de Peri, estrenada en 1597)". "Euridice" debutó en octubre de 1600 para celebrar una famosa boda. La de María de Medici con Enrique IV, que tuvo lugar en el Palacio Pitti en Florencia. En esta breve pieza, el flautista Ricardo Simián acompañará al dúo de soprano y tiorba.

Interpretarán a continuación dos composiciones de Girólamo Kapsberger, uno de los pocos músicos que escribió obras para tiorba, y que para la época fue sumamente vanguardista. "Se sale de todas las reglas de la armonía, en algunos momentos parece música de rock and roll de los años '60", explica Eduardo Figueroa.

De Claudio Monteverdi se presentará el "Lamento d'Olimpia", un estreno en estos conciertos y que cuenta con texto de Ottavio Rinuccini basado en "Orlando Furioso" de Ariosto. "Esta obra es una clase magistral de Monteverdi de lo que es el parlar cantando, porque es casi todo un recitativo: la música regida por la palabra y no al revés", explica Magdalena Amenábar y agrega:

"La evolución de los conceptos musicales de este primer barroco alcanzan a Girólamo Frescobaldi, uno de los creadores de la escuela organística de Italia y compositor de ricercari, toccatas, fugas y madrigales, y al veneciano Paolo Quagliati, de quien se ofrece "Felice che vi mira"".

La voz y su acompañante Integrante del conjunto MúsicAntigua de la Universidad Católica y del octeto Ludus Vocalis, que dirige Alejandro Reyes, la soprano Magdalena Amenábar se ha especializado en el repertorio medieval, renacentista y barroco temprano. Titulada en la U. Católica, ha seguido perfeccionándose en Alemania y Hungría. Comparte el canto con la docencia, dando clases de voz hablada y cantada en la Escuela de Teatro de la UC.

¿Qué dificultad musical presenta un programa de música antigua como el que van a interpretar?

Eduardo Figueroa: "El principal problema es que en Chile no hay prácticamente nadie a quien recurrir para que califique si uno está bien o mal en la interpretación. Son contadas las personas conocen este repertorio.

Para ver el fraseo o como hay que implementar cierto tipo de obras hay que guiarse por grabaciones o simplemente salir fuera de Chile".

Magdalena Amenábar: "Uno de los desafíos más grandes de este repertorio es que supone restar absolutamente el vibrato que tiene la voz para obtener un sonido llano, limpio, un cristal. La otra dificultad es buscar la precisión en lo estilístico, pues si bien en las partituras está todo claro en cuanto a la música en su esencia, hay todo un trabajo en el desarrollo de los adornos musicales que suponen profundo estudio".

¿Esa dote natural de su voz la llevó al repertorio antiguo, o tuvo la suerte de que su voz se ajustara él?

Ambas cosas. Desde que partí mi carrera siempre me he estado encontrando con la música antigua. A la vez, diversos expertos me han indicado que mi voz tiene una particularidad especial para ese tipo de repertorio. La realidad es que en Chile uno canta lo que se puede cantar y cuando se puede. Pero a mí se me dio la bendición de que tengo una voz apropiada, de que me fascina esta música y que me atrae muchísimo la cultura de ese tiempo y su estudio, algo que me parece fundamental".

¿No le han dado ganas de cantar ópera?

¡A mí me dan ganas de cantar siempre!, exclama Magdalena Amenábar. La ópera es infinitamente maravillosa y tiene lo teatral, que a mí me transtorna. Creo que le daré su tiempo, pero ocurre que la música antigua viene mucho con mi temperamento y me interesa profundizar en ella. Hay un repertorio de enormes posibilidades esperando por nosotros.

Despúes de estos conciertos, Magdalena Amenábar ha sido seleccionada para intervenir en un taller de música inglesa de los siglos XVI y XVII para voces y violas, que ofrece en York la Universidad de Leeds, con profesores del Rose Consort of Viols. Todo esto en el contexto del festival de música antigua que todos los años tiene lugar en aquella ciudad inglesa. Dicho taller finaliza con un concierto público. "Me da terror ir a cantar en inglés para ingleses.

Es un gran desafío".

En Chile, los laudistas son contados con los dedos de una mano. Y si éstos son escasos, más aún quienes tocan la tiorba. Es el caso de Eduardo Figueroa. Titulado también en la Universidad Católica, fue discípulo del guitarrista Oscar Ohlsen y ha participado en masterclasses con maestros como Hopkinson Smith, Leo Brouwer y Manfredo Zimmermann. Es profesor del Programa de Extensión Docente del Instituto de Música de la UC, y es integrante invitado de MúsicaAntigua. Este año partirá a Europa, no tiene aún claro si a La Civita Scuola de Musica de Milan o al Conservatorio Real de Holanda.

¿Cómo comenzó su interés por estos dos instrumentos antiguos?

Me aburrí, no de tocar guitarra, sino del repetido repertorio que todos los guitarristas tocan. Eso unido a que siempre me han atraído los instrumentos antiguos y el repertorio antiguo. Por casualidad llegó un laúd a mis manos y empecé a meterme a tientas en esto. En Chile no hay ningún currículum que permita estudiar laúd. Aprendí entonces el continuo acompañamiento en música de cámara, y comencé a trabajar con el Conjunto de Música Antigua de la Universidad Católica y con otros cantantes.

Pero más que el laúd, me gusta la tiorba. Aun cuando el laúd se usa en música de cámara, por ser un instrumento muy polifónico es más un instrumento solista. En cambio la tiorba, con su registro grave y su versatilidad dinámica, es el complemento perfecto para acentuar los rasgos del drama musical italiano.

¿Es necesario tocar guitarra para aprender laúd y tiorba?

No. Para tocar laúd se debe olvidar completamente de la técnica de la guitarra. Poco a poco uno se va dando cuenta de que para tomar el laúd hay que colgar la guitarra, son totalmente incompatibles. Creo que tengo bastante depurada la técnica de la guitarra como para dejarla por un tiempo, pero si se quiere progresar en el laúd no se puede dejarlo de lado. En cuanto a la tiorba, la técnica de la guitarra es más aplicable.

El laúd y la tiorba son instrumentos bellísimos en sonoridad. Pienso que otros guitarristas deberían probar.

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