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Dos conciertos
Por Daniel Quiroga
El Mercurio sábado 17 de abril de 1999

Junto a Shakespeare.- Dentro del ciclo programado por la Biblioteca Nacional en torno al recuerdo de Shakespeare, correspondió evocar su mundo musical. Epoca de laúdes, de violas y flautas, pero singularmente de canciones, muchas de autor desconocido; otras de músicos que el dramaturgo incluyó en sus obras y que ganaron la posteridad junto a él. "En el reino de Shakespeare" fue el título general en que la soprano Magdalena Amenábar y los instrumentistas Daniel Ganum (laúd y tiorba), Ricardo Simián (flauta) y Nelson Contreras (viola da gamba) revivieron diecisiete títulos de autores ingleses de los siglos XVI y XVII, dentro de un encuadre de época sobriamente sugerido en el vestuario, en los muebles e instrumentos, pero más que nada en el trabajo interpretativo de la cantante que contó, además, con el apoyo - en el movimiento escénico- de la actriz Gala Fernández y las acotaciones concisas acerca de la época del periodista Juan Antonio Muñoz.

La evocación del entorno shakesperiano se logró con el despliegue de naturalidad y gracia, en el cuidadoso fraseo de la soprano, cuyo ágil material de voz no tuvo inconvenientes en la arriesgada empresa del registro agudo y la obligada precisión de los adornos melódicos. Así pasó con el decir ingenuo de las cuatro canciones de autor desconocido, o las más elaboradas de John Dowland, Robert Johnson, Thomas Morley y Henry Purcell. Vinculadas al quehacer teatral, estas canciones obligaban a pasar del sentimentalismo al acento trágico; de la coquetería al mensaje amoroso. El marco instrumental revivía con propiedad la época y los breves recursos de mímica acentuaban el total de agrado y encanto surgido de ese puñado de poemas y música, entregados con honestidad estilística y bien manejados recursos vocales e instrumentales.

Orquesta de la USACh. - Inauguró su temporada anual la Orquesta Clásica de la Universidad de Santiago, dirigida por el maestro titular Santiago Meza. El centenario edificio universitario cuenta con su Aula Magna, remozada y decorada para recibir mejor a su concurrencia habitual. Esta vez, ante autoridades universitarias, miembros del cuerpo diplomático e invitados especiales, la orquesta desarrolló un programa con obras de Wolfgan A. Mozart, Benjamin Britten y Ludwig van Beethoven. La obertura de la ópera "La clemencia de Tito", su última ópera, fue compuesta por Mozart para la coronación del rey de Bohemia y estrenada en Praga con la presencia del autor, dos meses antes de su muerte. No es ciertamente una muestra de la energía y agilidad del estilo mozartiano. Quizá su acento sombrío sorprendió a la concurrencia juvenil, que no se decidía a aplaudir en su final. Esta vez el dinamismo y el colorido instrumental estuvieron de parte del compositor inglés Benjamin Britten. La "Sinfonía Simple", para orquesta de cuerdas, fue escrita en 1934. Una composición juvenil que muestra varias posibilidades en la ejecución de las cuerdas. Impera un aire liviano y expresivo, que el maestro supo animar con adecuado relieve del "humor británico" en sus cuatro movimientos. Junto con crecer el joven conjunto clásico en su disciplina de ejecución y calidad sonora, el maestro demostró también su crecimiento al dirigir de memoria la Segunda Sinfonía, Op. 36 de Beethoven. Ambos, orquesta y director, cumplieron una interesante tarea en esta obra, que refleja la influencia de Haydn, el "maestro de maestros", a quien Beethoven seguía de cerca antes de establecer su propio camino.


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