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ROMEO Y JULIETA:
Su sangre aún está caliente

Por Juan Antonio Muñoz
El Mercurio, Artes y Letras. Domingo 2 de abril de 2000

El estreno de dos versiones para la tragedia de los amantes de Verona y la inclusión del "Romeo et Juliette" de Gounod en la temporada lírica permiten visitar sus orígenes y algunos de sus aspectos menos conocidos. Lecturas y vínculos ocultos tras el poder sugestivo de una antigua historia de amor estremecedora y viva.

-Romeo y Julieta son exactamente lo opuesto a los niños y niñas formales. Piden ser escuchados, pero no quieren ser vistos. En la foto, una escena de la película de Franco Zeffirelli, con Leonard Whiting y Olivia Hussey.

La sinfonía dramática "Romeo y Julieta", de Berlioz, se debe a Paganini y es por eso que le está dedicada. Fue el violinista del pacto con el diablo quien permitió, gracias a una fuerte ayuda económica, que Berlioz pudiera liberarse de la obligación del periodismo y de dar conciertos, y así dedicarse a hacer música y a leer la traducción de Emile Deschamps para la tragedia de los niños amantes.

Era una época que volvía a descubrir la obra de William Shakespeare y que renovaba el impulso de búsqueda de los románticos al acecho, alertados porque Goethe mismo había escrito que el inglés era carne de su carne. Como un "pobre pecador" se sintió Goethe al acceder a Shakespeare y así convirtió a "Will Power" en uno de los catalizadores más importantes del Romanticismo alemán.

Fueron "Hamlet" y "Romeo y Julieta" las piezas más recurridas. La primera, por ser un ejemplo insuperable de poesía dramática y porque los caracteres de Ofelia y Hamlet parecían hechos para el siglo XIX, y la segunda porque, en vocación necrofílica, se refiere a la fragilidad del amor y al mandato adolescente a seguir el impulso sexual.

Los queridos Romeo y Julieta son exactamente lo opuesto a los niños y niñas formales. Piden ser escuchados, pero no quieren ser vistos. Son librepensadores en bruto. Jóvenes de los cuales tienen que cuidarse los padres y que están dispuestos a levantar barricadas infranqueables y definitivas para defender su integridad.

Ellos responden ante la violencia del medio del mismo modo que lo hacen Píramo y Tisbe, su antecedente remoto, quienes se encuentran en un breve relato de la "Metamorfosis" ovidiana y cuya historia repite circunstancias como la oposición familiar a su unión y el suicidio de uno creyendo la falsa muerte de la otra. No por nada Shakespeare, en la escena de teatro dentro del teatro de "Sueño de una noche de verano", la comedia que cuestiona todos los tipos de amor, incluye una representación de esta tragedia.

A Ippolita Sforza, duquesa de Calabria, está dedicada la colección de cuentos "Il Novellino", de Masuccio Salernitano (1420?-1476), donde se expone el caso de una joven sienesa llamada Giannozza y su amado Mariotto, que inspiró a su vez a Luigi da Porto (1485-1529) para su narración "Julieta y Romeo". Es a Da Porto, entonces, a quien se deben los nombres inmortalizados por Shakespeare, quien nunca tuvo el prurito de la novedad exclusiva a la hora de escoger sus historias.

Matteo Bandello (1485-1561) siguió con el reguero al incluir el caso entre sus novelas cortas, en las que intenta reconstruir su mundo inmediato, casi con afán periodístico. No están solamente ahí las aventuras de Buondelmonte o episodios semihistóricos como el de Lucrecia y Tarquino (que también inspirara a Shakespeare), sino detalles de la vida cotidiana de la Italia renacentista y de la gente nombrada por la gente. Hasta Isabel de Este fue inmortalizada por Bandello con sus perros y sus músicos, mientras que Machiavelo aparece enfrentado a sus discretas teorías militares.

Y aún falta para que Capuletos y Montescos lleguen a Shakespeare. Pocos saben que es a Lope de Vega (1562-1635) a quien se debe la primera "puesta en escena" del caso. En su obra, titulada "Castelvines y Monteses", los amantes se llaman Julia y Roselo, y ella despierta de su sueño mortal en brazos del jovencito.

El vínculo literario anterior más cercano a Shakespeare se encuentra en otro poeta inglés, a pesar de la influencia italiana de la historia. Es "La trágica historia de Romeo y Julieta" (1562), de Arthur Brooke. Para llegar a Shakespeare hay que esperar hasta 1597, cuando se publicaron las ediciones pirata, o hasta 1599, de cuando data la primera versión oficial in folio: "The most excellent and lamentable tragedy of Romeo and Juliet", fue el nombre.

La muerta viva

Dicen que un arquero veronés narró el cuento a Da Porto: "Os contaré una historia de amor que será para vos una distracción, pero que probará que siempre las historias de amor terminan mal".

Rara sentencia para unos hechos que hasta ahora se celebran, a la vez, como ejemplos de amor inmortal e imposible. Es más bien en esta última palabra donde radica la esencia de "Romeo y Julieta", pero no tanto en la forma de una advertencia respecto de la posibilidad del amor como sí de lo fútil que es creer que el amor es posible. Shakespeare hace optar a los amantes por la muerte y con ello restringe el estado del enamoramiento y del amor a la adolescencia. Los adultos casados no se llevan bien en sus obras, y la muerte de otros amantes más adultos, como Antonio y Cleopatra, no encuentra sus móviles sólo en la pasión amorosa.

Es cuando Hamlet sabe que definitivamente tiene que penetrar al mundo corrupto de la corte, que le dice a Ofelia que es carroña y que mejor se vaya a un convento.

No se trata, entonces, de un amor imposible: es que el amor no es posible.

La sentencia de muerte sobre Romeo y Julieta la dicta el propio Montesco cuando, en sus primeras aproximaciones, le dice a Julieta: Si yo profano con mi diestra indigna esta urna santa, deberé expiarlo. Shakespare usa holy shrine, que es tanto "relicario" como "sepulcro santo".

La vocación necrofílica de Shakespeare es indudable desde "Romeo y Julieta". Ya Matteo Bandello había tocado el asunto de la muerta viva, pero el buen William lo lleva a las alturas al metaforizar la escatología y convertirla en algo sublime. Es curioso cómo este asunto de la muerte simulada influyó luego en la literatura y hasta en la música. Berlioz, por ejemplo, se sirve de ello para realizar una marcha fúnebre en estilo de fuga, instrumental en la primera mitad y vocal en la segunda.

Hay otras obras de Shakespeare que incorporan con algún rebusque la situación. Está en "Cuento de invierno", pero sobre todo en la comedia "Mucho ruido y pocas nueces". Ahí, los escépticos Beatriz y Benedicto se convencen de que su latente inclinación amorosa podría llegar a resultar un buen matrimonio, y es un fraile el que hace correr la voz de que la calumniada Hero ha muerto. La farsa contempla hasta la simulación del funeral. Todo termina con la muerta fingida que resucita, ante el asombro de su enamorado.

Mandadme ir a una reciente fosa y allí dejadme envuelta en el sudario del muerto, dijo Julieta. Luego, fray Lorenzo le receta el narcótico exacto, ella lo bebe y los románticos le toman la palabra y la convierten en heroína absoluta. A fines del siglo XVIII proliferaron muchas novelas negras inspiradas por esta musa que no duda en ser enterrada viva.

"Aquí descansa alguien cuyo nombre se escribió con agua", dice sobre la tumba de JohnKeats (1795-1821), considerado el más grande de los poetas románticos ingleses y en cuya obra vive la angustia de amar las cosas que mueren. Su "Víspera de Santa Inés" pone en letra poética a Madeline y Porphyro, también separados por odios familiares.

Quizás fuera Keats el que propiciara el salto hacia América, donde Edgar Allan Poe (1809-1849) se aplica sobre el amor infantil de "Annabel Lee", un poema en el cual la hermosa niña es trasladada por un viento helado hasta el sepulcro. Una nueva insistencia, entonces, sobre el castigo a la belleza y al amor que parece perfecto.

Poe - para quien la pasión amorosa es un deseo de poder sobre el otro que termina en la muerte- se haría cargo de continuar atormentando a sus lectores con el asunto. En "El corazón delator" el asesino confiesa su delito al escuchar el latido de su víctima ya bajo tierra. Si su "Leonora" es un canto al vampirismo, morigerado por una inclinación enfermiza a la unión con la naturaleza (ecos de "Werther", por cierto), en "La caja ovalada" un hombre traslada el cuerpo muerto de su esposa y con ella se hunde en el mar durante una tempestad. "A una en el paraíso", "La Durmiente" - la morbosa esperanza en un sepulcro en el bosque donde Irene durmiera su sueño terminal- y "Gusano victorioso" se suman a esta convergencia de belleza, amor, muerte y corrupción. ... Pues yace aquí Julieta, y su belleza torna esta cripta en alcázar de luz resplandeciente (...) ¡Aquí me quedaré, con los gusanos que son tus doncellas!

Todos evitan algo

La tragedia fue atractiva desde el inicio, al punto de que incluso una tal Mrs. Hornby, quien entre 1793 y 1820 fue guía en la casa donde nació Shakespeare, no resistió lucir entre sus piezas de época el farol con el cual Fray Lorenzo descubrió a Romeo y Julieta en la tumba.

Aunque no era necesario que lo hiciera, Berlioz confesó en sus memorias que su sinfonía dramática se parecía muy poco a la tragedia de Shakespeare y que, debido a la sublimidad de la historia, es muy peligroso para un compositor tratar de describirla. Cierto, pero a pesar de eso, música no ha faltado para "Romeo y Julieta", lo que confirman compositores como Tchaikowsky, Bellini, Gounod, Prokofiev, Zandonai y Bernstein, entre muchos otros.

Todos, sin embargo, eluden algo. Bellini y su libretista Felice Romani, quizás porque su Romeo debe ser cantado por una mezzosoprano, esquivan el sexo y ni siquiera permite que Julieta se suicide con la daga, sino que inventan un repentino desvanecimiento sobre el cuerpo del amado. Las Julietas de Gounod (quien también inventa personajes y circunstancias) y Shakespeare, en cambio, se parecen algo más, porque ambas están excitadas con el descubrimiento del placer y encuentran en la muerte una nueva manera de alcanzarlo. ¡Pronto acabo! ¡Oh, dulce daga! Esta es tu vaina, entra y toma herrumbre...

En "La gente de Seldwyla", una colección de cuentos del suizo Gottfried Keller (1819-1880), uno de ellos se titula "Romeo y Julieta de la aldea" y Sali y Vrenchen se dejan arrastrar por la corriente y mueren ahogados. Un cambio radical, sin duda, pero jamás tanto como el llamado "final de Garrick", que se mantuvo en algunos escenarios del siglo XIX, de acuerdo al cual los amantes son testigos de sus muertes en el panteón.

Finalmente, mucho más allá llegó el compositor Jiri Antonin Benda (1722-1795), considerado el más importante de una familia de compositores bohemios de origen hebreo. Su ópera "Romeo und Julie", cuyo libreto es de Friedrich Wilhelm Gotter, se permite cosas como iniciar la acción en la habitación de Julieta, con ella ya enamorada del joven Montesco; agregar personajes como Laura, una amiga de la chica, y terminar el espectáculo con una canción final, entonada por los amantes. No hay suicidio, en suma: Meine Kinder! (¡Mis niños!), exclama un arrepentido papá Capuleto cuando Julie le anuncia que Romeo es la mitad de su vida...


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