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LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA (REMASTERIZADA)":
Shakespeare cruel
Por Juan Antonio Muñoz
El Mercurio, sábado 17 deagosto de 2002

"La violación de Lucrecia" es una de las obras líricas de Shakespeare y cuenta con una progresión dramática que atrapa al lector y que alterna la animalidad criminal con el sueño descuidado de la víctima. La cruel historia del lobo y el cordero, con un preámbulo y un epílogo. En el primero, Tarquino medita sobre lo que gana o pierde con la brutal toma: el romano asume su opción. Al final, Lucrecia reflexiona sobre si la vida vale la pena de seguirse viviendo. Su respuesta es no.

Acompañado de un contrabajo (Rodrigo Becerra) - cuyo sonido comenta el flujo de las pasiones, el crimen y el canto terminal de la víctima- , Guillermo Zerda ofrece un unipersonal en el que hace las veces de narrador, proyectándose a ratos en el violador, en Lucrecia y en su marido. Se ayuda con dos muñecos y con un resorte que sirve de antorcha y de falo.

El poema se sigue en todo lo importante a través de una opción actoral exigente en términos vocales, gestuales y de movimiento. El intérprete libra un extenuante y alucinado tour de force, describiendo una curva expresiva a través de la cual pasa por estados de ánimo y situaciones físicas y espirituales muy diversas, que comunica al espectador con furor y verdad. En más de una oportunidad mitiga el horror a través de un juego de humor que si bien aligera el relato atenta contra la inexorable tragedia descrita, que en ningún caso es para la risa.

Además de la historia narrada, persiste en la idea de la dirección una pregunta sobre la violencia en la vida común: ésa que se ejerce a diario, que no necesariamente pasa por el sexo a la fuerza, que igual destruye y que igual puede quitar la vida.

 

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