Mientras las tropas rusas continúan atacando Ucrania, el impacto económico del conflicto rápidamente se hizo sentir en todo el mundo, provocando el derrumbe de las bolsas, golpeando a los mercados financieros y haciendo que el petróleo trepara a niveles no vistos en siete años.
A su vez, los precios del gas se dispararon, en tanto que el dólar se apreció con fuerza, ante la cruzada de inversionistas que buscaban refugiarse en activos seguros.
Y pese a que estos violentos movimientos tendieron a estabilizarse la jornada después de la invasión perpetrada por Moscú -de hecho los índices bursátiles recuperaron terreno y el oro negro bajó de los US$100 el barril, aunque quedó cerca de ese nivel- el actual escenario podría suponer nuevos desafíos para la reactivación global, afectada por una fuerte ola inflacionaria y las consecuencias de la pandemia del covid-19.
Al mirar el caso de Chile, tras la fuerte expansión de dos dígitos registrada en 2021, producto del mayor dinamismo de la actividad y la explosión del consumo, lo cierto es que las proyecciones de crecimiento para este año no son tan auspiciosas.
Esto, pues si bien el Gobierno estima que la economía se expandirá un 3,5% en 2022, de acuerdo al último Informe de Finanzas Públicas del cuarto trimestre del año anterior, los expertos consultados por el Banco Central en la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) de febrero prevén una cifra bastante menor -en torno a 2,1%-.
De esta forma, la crisis en Europa del Este pone un signo de interrogación sobre las perspectivas de recuperación mundial y nacional.
Al respecto, el ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda, puntualizó este viernes, tras la cita de emergencia del Consejo de Estabilidad Financiera (CEF) que convocó a las principales autoridades financieras del país, que si bien la economía chilena tiene una baja exposición a los mercados de Rusia y Ucrania, eso "no significa que lo que está ocurriendo no nos pueda afectar", ya que "estos países son muy relevantes, sobre todo con ciertos commodities".
He ahí que la extensión de este conflicto bélico aumenta las dudas entre los economistas, especialmente por los efectos en los precios de recursos energéticos claves para Chile, como lo son el precio y el gas.
Es más, el jefe de la billetera fiscal manifestó preocupación por lo que ha ocurrido con los valores del crudo, que esta semana llegaron a superar los US$100 el barril.
Consultado por el costo de esta guerra sobre el crecimiento del país, Marco Correa, economista jefe de BICE Inversiones, "el impacto que este conflicto pueda tener en la economía local dependerá mucho de la extensión del mismo, en tiempo y actores involucrados. De ser de corta duración y mantenerse aislado en la región, sus efectos deberían ser más bien acotados, más allá de una mayor volatilidad en los activos financieros".
Sin embargo, dijo que "en el caso de extenderse el conflicto y afectar la economía global, el país sentiría mayores efectos, por ejemplo por una caída en el precio del cobre, principal producto que exporta Chile. Además, flujos de inversión hacia activos de mayor riesgo, como son los de países emergentes, también se verían afectados".
Por su parte, Francisco Simian, economista jefe de Altafid, indicó que la prolongación del conflicto repercutirá directamente en los precios del crudo y el gas. "En Chile el impacto económico se sentiría principalmente a través de los mayores precios del petróleo, que no sólo se reflejarían en incluso mayores precios de la gasolina, sino que también en todos los productos que requieran transporte o el uso de petróleo como insumo en alguna parte de su cadena de producción", dijo.
Ante este escenario, el economista y socio de PKF, Héctor Osorio, plantea que "la situación que observamos va a afectar a toda la economía de Chile, no hay sector industrial o área económica que no se vea afectada. Sin embargo, dado que el origen de la crisis básicamente es el incremento en el nivel de algunos commodities de los cuales nosotros somos importadores netos, específicamente petróleo y gas, va a implicar efectos a nivel productivo y a nivel de transporte, los mismos que no van a ser compensados con ciertos incrementos en el producto del cual somos exportadores netos, que es el cobre".
Sectores que podrían verse afectados
Al desmenuzar el impacto de la crisis por rubro económico, Simian recalca que su eventual prolongación "probablemente llevará a muchos inversores a continuar buscando refugio en activos tradicionalmente considerados como seguros. Monedas como el dólar, el euro, el yen y el franco suizo se apreciarían todavía más, lo que significa que el peso chileno perdería valor en términos relativos, lo que a su vez se traduciría en mayores precios locales de los bienes importados".
"En Chile el impacto económico se sentiría principalmente a través de los mayores precios del petróleo, que no sólo se reflejarían en incluso mayores precios de la gasolina, sino que también en todos los productos que requieran transporte o el uso de petróleo como insumo en alguna parte de su cadena de producción"
Francisco Simian, economuista jefe de Altafid
A juicio de Correa, en cambio, "el sector exportador se vería afectado directamente por menores precios en bienes como el cobre, aunque esto podría ser parcialmente compensado por el alza en el precio de otros bienes que el país también produce. Además, los mayores costos energéticos, por el alza en el precio del petróleo o gas natural, perjudicarían a sectores productivos en general".
El decano de la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Autónoma, Rodrigo Montero, subraya que el precio del combustible "es importante de manera transversal a todos los sectores productivos. Ahora bien, pensando en el mercado de bienes y en el intercambio comercial, la exposición es más bien acotada: salmón, trucha, cobre. Pero estamos hablando de volúmenes modestos, que pueden ser reasignados hacia otros mercados".
Con todo, advirtió que "con un peso más depreciado, producto de la mayor incertidumbre, puede imprimir dinamismo al sector exportador, y contrarrestar el daño que le ha estado ocasionando la inflación doméstica".
Más inflación
El mayor golpe de esta crisis, según los expertos, vendría de la mano de un aumento de las presiones inflacionarias, en una economía donde las expectativas ya están bastante alejadas del rango meta establecido por el Banco Central –en torno a 3%-, y en la cual la escalada de precios se ha vuelto persistente, apartando la idea de que se trate de algo meramente coyuntural.
Vale recordar que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió un potente 1,2% en enero de 2022,
con lo que el registro anualizado ya bordea el 8%.
Para Montero, "las presiones inflacionarias se verán exacerbadas, pero ahora desde el lado de la oferta. Y esto es complejo de manejar desde el lado de la política monetaria. Por un parte el Banco Central puede salir a endurecer más su política monetaria para intentar contender las nuevas presiones, pero por otro lado, con ello estaría poniendo más freno a la economía, restándole una importante dosis de dinamismo".
Asimismo, Osorio afirmó que "es indudable la presión inflacionaria", puesto que "los precios que nosotros observamos de los cuales tomamos ya están siendo mayores a los que observábamos en días anteriores en términos reales, esto es en términos de dólares. Adicionalmente a eso, en Chile todavía hay efectos de gran liquidez producto de las medidas gubernamentales destinadas a generar estabilidad en el nivel de consumo, esos efectos van a generar presiones inflacionarias significativas".
"El Banco Central podría, y probablemente lo haga, seguir incrementando las tasas de interés de referencia, con esto se va a generar un costo mayor en el consumo y algún grado de desincentivo a la inversión de nuevos proyectos productivos", agregó.
En concreto, Correa resume que "al aumentar el precio de los combustibles y el tener un tipo de cambio más depreciado, las presiones inflacionarias aumentaron en el corto plazo al menos. De prolongarse este conflicto estos efectos pueden ser más permanentes. Además, podría extenderse por más tiempo el problema en las cadenas de distribución".
Y remarcó que "por el lado de la demanda, los efectos deberían ser menores, manteniendo el dinamismo que se observa hasta la fecha, por lo que se plantea una dificultad adicional en la labor del Banco central para controlarla inflación".