Por años, bastó con una silla, un escritorio y un computador para definir un espacio laboral. Hoy, esa fórmula se queda corta. La jornada laboral no comienza cuando un trabajador enciende su computador. Especialistas estiman que empieza al atravesar la puerta de una oficina, con el olor del ambiente, la luz que entra por las ventanas, la disposición de los escritorios y hasta el color de las paredes generan un efecto inmediato sobre su estado de ánimo, su motivación y su percepción del entorno.
Actualmente, ese espacio no solo debe responder a estándares legales de seguridad e higiene, sino también convertirse en un aliado estratégico del bienestar emocional, la productividad y la prevención de conflictos.
“La normativa laboral y de salud se preocupa de ciertas condiciones mínimas que garanticen habitabilidad y seguridad en los espacios de trabajo. Ahora bien, desde lo que se considera ‘ajustado a la normativa’ hasta la configuración de espacios de trabajo que inciden en la productividad y el bienestar de los trabajadores, hay un amplio margen”.
Juan Ignacio Monge, socio del estudio Garnham Abogados
Ese margen es donde confluyen la arquitectura, el diseño, la psicología y las relaciones humanas. El impacto del entorno físico en la salud mental ya no es un tema exclusivo de revistas de decoración, ahora también forma parte de los nuevos enfoques de gestión de personas, aseguran los expertos en recursos humanos.
Neuroarquitectura, diseño consciente y regulación
Álvaro Pacheco, experto en arquitectura sustentable y socio de Civita Arquitectura -empresa dedicada a la asesoría en proyectos de arquitectura sustentable-, aporta una visión desde la neuroarquitectura. “La arquitectura y su inherente calidad espacial establecen condiciones que atañen al comportamiento de los habitantes. En particular, la neuroarquitectura nos permite entender cómo los espacios afectan el cerebro de las personas, influyendo en las conductas y las emociones”, señaló.
Luz natural, ventilación, colores armónicos, presencia de áreas verdes y materiales cálidos se asocian con entornos que estimulan estados emocionales positivos, afirma el experto. Esto no solo ayuda a reducir el estrés y aumentar la concentración, sino que también disminuye las tensiones interpersonales y los conflictos.
Por otro lado, el vínculo entre espacio y prevención de conductas inapropiadas también se hace tangible con la implementación de nuevas normativas, como la “Ley Karin”. “Una queja que se repetía en conversaciones con trabajadores era la falta de un lugar privado donde poder hablar temas laborales, lo que derivó en llamados de atención a viva voz, frente a todos. Otras veces se mencionan zonas estrechas y oscuras donde había impresoras, que propiciaban situaciones de acoso”, advierte Monge. “Ahí es donde el diseño puede aportar en la prevención y no repetición de esas conductas”, insistió el abogado.
Los ambientes ruidosos, sin privacidad y sin luz natural afectan el rendimiento y también pueden intensificar conflictos. Por eso, Monge invita a las empresas a “repensar los espacios con énfasis en la convivencia”, incluso desde pequeñas reformas, como reorganizar zonas de descanso o separar áreas de conversación.
Más allá de la estética
Romina Diepa, Head of People Cono Sur de WeWork -empresa que ofrece espacios de trabajo flexibles para empresas y trabajadores independientes-, ha observado una evolución en la percepción del espacio por parte de las empresas. “El diseño no debe limitarse al escritorio y la silla, sino considerar todos los espacios físicos, como los comedores, una buena iluminación y, sobre todo, las áreas comunes destinadas a la conversación”, señala.
Las áreas de descanso, espacios de socialización y zonas para compartir un café también cumplen un rol fundamental: disminuyen el estrés y fortalecen los vínculos espontáneos entre los equipos. “Uno de los errores más comunes es pensar que el trabajador va solo a trabajar, sin considerar que también necesita relajarse y socializar”, añade Diepa.
También destacó la relevancia de que el espacio de trabajo debe contar con luz natural y las plantas, no solo como elementos estéticos, sino como factores que influyen directamente en el estado de ánimo, el nivel de energía y el bienestar físico.
Aunque aún falta camino por recorrer, Diepa reconoce avances en Chile, señalando que “las empresas están siendo más conscientes de las necesidades de los trabajadores. No basta con cuidar la estética y la ergonomía, también es clave mejorar el clima laboral”.