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Restauradores de escultura dañada por Fórmula E recuerdan los trabajos más difíciles que han realizado

La Fuente Alemana del Parque Forestal, Los Leones de Providencia y el Monumento La Victoria en Talca, son algunos de los trabajos más arduos que han llegado al Taller Montes Becker, donde actualmente se repara la obra "'Ícaro y Dédalo" de Rebeca Matte, que estaba ubicada frente al Museo de Bellas Artes.

01 de Septiembre de 2018 | 10:18 | Por Constanza Troncoso Mella, Emol.
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Cortesía Luis Montes R.
SANTIAGO.- Frente a la fachada del Museo de Bellas Artes se erige un cajón de madera de color blanco. Para algunos transeúntes es completamente insignificante, mientras que otros con curiosidad intentan asomarse para ver en su interior. Y una mañana cualquiera, un guía turístico explica a un grupo de extranjeros que allí se ubicaba la escultura "Ícaro y Dédalo" de Rebeca Matte, una obra de gran belleza y valor patrimonial que fue embestida por un camión, en febrero pasado. "¿Dónde está ahora la escultura?", pregunta uno de los turistas. "¿Para dónde la llevaron?", agrega.

A 18 kilómetros de allí, en la comuna de La Pintana, entre obras de artistas como Lili Garafulic, Mario Irarrázabal y Tótila Albert, descansa la dañada "Ícaro y Dédalo". "No tenemos noción exacta de cuántas esculturas hemos restaurado hasta la fecha en este taller. La última vez que intentamos calcularlas alcanzamos a contar 50", dice Luis Montes Rojas. Junto a su padre, Luis Montes Becker, lideran el Taller Montes Becker, que se adjudicó la restauración de la accidentada pieza de Rebeca Matte.

El mural Verbo América de Roberto Matta; el conjunto escultórico del Congreso Nacional de Santiago y las piezas ornamentales del Palacio Cousiño, son solo algunas de las esculturas que han sido restauradas en el lugar. En Emol, repasamos seis restauraciones que dan cuenta de la expertiz en las manos encargadas del rescate de "Ícaro y Dédalo".

Monumento de la Victoria por los suelos

Cuando el terremoto de 2010 movió la tierra chilena, muchas obras de arte cayeron al suelo, entre ellas el Monumento La Victoria, en Talca. "Yo creo que nunca nos hemos enfrentado a una pieza en tan mal estado como esta", dice Montes Rojas. "Tenía muchos daños estructurales y escultóricos", agrega su padre. El ángel partido por la mitad, con las alas quebradas, un brazo completamente doblado y una espada desaparecida: fácilmente se pudo haber tratado de una pérdida total.

Al llegar el encargo, se pusieron en acción y comenzaron por buscar registro visual que les revelara cómo era el aspecto original de la obra. Luego modelaron cuidadosamente las partes que faltaban, para finalmente pasar a la fundición de bronce. Además, con un equipo de ingenieros y calculistas, diseñaron un sistema de instalación para que no volviera a partirse por la mitad ante un nuevo movimiento. Al final se realizó el proceso de pátina, "donde se aplican distintos químicos dependiendo del color que se quiera lograr".

Fuente Alemana, refugio de bandidos

Por su tamaño, visibilidad y gran belleza, la Fuente Alemana del Parque Forestal, es una de las piezas más importantes que ha trabajado el taller Montes Becker. "Estuvieron a punto de robarla. Cuando fuimos a verla por primera vez, la tenían toda suelta y encontramos las herramientas con las que la estaban soltando", cuentan.

Precisamente, por estar en un lugar tan concurrido, la obra hecha en bronce tenía mucho desgaste, suciedad y rayados. Pero lo que más sorprendió a los escultores fue una insólita intervención, hecha nada menos que con el fierro diamantado que se utiliza en el suelo de las micros. "El barco de la escultura originalmente estaba abierto y la gente la ocupaba de baño, de guarida de ladrones, de todo... Por eso es que en algún momento decidieron cerrarla y entonces pusieron esa cubierta espantosa", dice Montes Becker.

¿Por qué alguien robaría las partes de una escultura?
'Lo hacen para vender el material por kilo, pero tiene escaso valor. El kilo de bronce cuesta máximo $1.500, el hierro aún menos, pero produce un daño mucho mayor. El que un escultor vaya a modelar una pieza, para fundirla de nuevo y reponerla, es invaluable'.

Luis Montes Rojas, escultor restaurador.
Algunas partes tuvieron que llevarlas al taller para recuperarlas. Las que estaban sueltas para ser robadas, se soldaron, y todas las que ya se habían llevado -como el timón del barco y algunos frutos ornamentales- tuvieron que ser modeladas nuevamente y fundidas.

La mano de una figura humana también tuvieron que rehacerla y soldarla, ya que había sido incorrectamente restaurada, utilizando una pieza de metal. "No puedes aplicar hierro junto al bronce porque se produce una oxidación", explican. Finalmente se limpió el material oxidado y se aplicó una pátina que homogeneizó el color de todo el conjunto. Además, se hizo un nuevo sistema de iluminación y se repararon todas las cañerías interiores.

Los Leones suplantados de Providencia

La Municipalidad de Providencia acudió a la Fundición Montes Becker, para restaurar una de sus esculturas patrimoniales más visibles: Los Leones de Providencia. Las piezas indicaban haber sido fundidas en hierro en la prestigiosa fábrica francesa Val d'Osne, durante el siglo XIX, por lo que los expertos creyeron que se enfrentarían a piezas de gran valor.

"Fue una lástima descubrir que no eran las originales, pues están hechas de bronce. Parece ser que alguien cambió las piezas en un momento determinado, se llevó las originales y dejó las copias", explica Montes Rojas.

Pero eso no fue todo, porque además las copias eran de mala factura, "tanto así que los ensambles estaban de rellenos de yeso con virutilla de piso". El otro problema en las piezas es que habían sido retocadas con pintura común en múltiples ocasiones, por lo que su superficie estaba muy dañada. "Las esculturas de bronce nunca deben pintarse", aclaran. Tras retirar las capas de pintura, procedieron a restituir su pátina, hasta alcanzar su color ideal, poniendo en valor unas esculturas que, aún no siendo originales, conservan la belleza de su ascendencia.

Desempolvar el Monumento Montt Varas

Con más de nueve metros de altura y casi 100 toneladas de peso, el Monumento Montt Varas es uno de los de mayores dimensiones en Santiago. Con motivo de la construcción de un estacionamiento en la zona -en el frontis norte del Palacio de los Tribunales de Justicia-, se les pidió que desarmaran toda la obra y la restauraran. "Nadie deja ninguna historia por escrito, es decir, que nadie sabe cómo esta obra se montó y nadie sabe cuál es la historia del ensamble. No teníamos más antecedentes que lo que podíamos ver", explican.

En un trabajo conjunto con arqueólogos, los expertos decidieron hacer una pequeña perforación en lo alto de la escultura, para averiguar si estaba rellena de algún material. "Si estaba rellena de cemento, por ejemplo, era un desastre, porque eso significa que no se puede mover", cuentan.

Allí descubrieron que el monumento, que fue instalado alrededor de 1905, tenía dentro una mezcla de piedras y tierra apisonada, probablemente para resistir los terremotos. Entonces comenzó un trabajo de excavación manual en altura para vaciar con ayuda de grúas, bloque por bloque, toda la obra.

El Monumento Montt Varas estaba en buen estado estructural, pero su principal problema era la coloración. La obra tenía manchas de pintura y estaba completamente negra por la gran contaminación atmosférica de la zona. La pieza estaba tan oscura, que apenas se veía, por lo que el trabajo consistió principalmente en restituir su pátina y darle brillo.

Una vez terminada, tuvieron que volver a armarla, con la ayuda de tensores y grúas. Esta vez, dejaron dentro del monumento una "cápsula del tiempo", es decir, un sobre que contiene todas las indicaciones para el proceder del próximo restaurador.

La fortuna de la Fuente Tres Gracias

¿Qué diagnóstico hace de la conservación escultórica en Chile?
'En primer lugar la contaminación atmosférica no colabora en absoluto. Por otro lado, en Chile los monumentos se cambian de lugar y las esculturas no están pensadas para moverse, se dañan. Una tercera condición tiene que ver con los terremotos y en cuarto lugar están las intervenciones. Hacer una mala restauración es tan irresponsable como aquel que vandaliza la obra..'

Luis Montes Rojas, escultor restaurador.
La restauración de la Fuente Tres Gracias, ubicada frente a la Bolsa de Comercio de Santiago, comenzó producto del azar. Los Montes pasaban en auto por la zona, en esa época trabajaban en la restauración que recién les había solicitado el Congreso Nacional de Santiago, cuando vieron una escultura quebrada en el suelo. Recién había sido golpeada por un camión y estaba totalmente destrozada. "El hierro fundido, a diferencia del bronce, es quebradizo", explican.

Luis Montes Rojas se bajó del vehículo y llamó a los inspectores municipales, ya que si no se actuaba rápido, explica, los transeúntes comenzarían a retirar las piezas. Esa misma noche los restos de la Fuente Tres Gracias estaban en el Taller Montes Becker, donde limpiaron todo su interior relleno de cemento, modelaron los pedazos faltantes e hicieron calzar, con piezas de aluminio, las partes desprendidas. "Era igual que un rompecabezas", rememoran. La fuente, de origen francés y hecha de fierro fundido, data de 1870.

Las puertas de Juan Egenau

Cuando en 1972 se inauguró el antiguo edificio de la UNCTAD, hoy bautizado como Centro Cultural Gabriela Mistral, brillaban en su portal dos grandes obras de arte que al mismo tiempo se usaban como objeto funcional: las puertas de Juan Egenau.

Más de 30 años después, cuando el taller Montes Becker se hizo cargo de repararlas, sobre ellas pesaba el paso del tiempo: rayados, bombardeos, restauraciones inexpertas, manchas de ácido, piezas faltantes, marcas de pisadas y abolladuras. "Presentamos un proyecto de restauración y lo aceptaron", cuentan.

En este punto resulta importante destacar que Luis Montes padre fue ayudante y aprendiz de Juan Egenau, y por esta razón es que se ha hecho cargo de mantener en buen estado cada una de sus obras, en colaboración con los familiares del fallecido escultor chileno.

Por la prominencia de las puertas, había mucho registro fotográfico de cómo lucían originalmente, lo que ayudó en gran medida para la labor de su restauración. El proceso inició inventariando los 60 piezas de aluminio contenidos en la obra, los que uno por uno se desarmaron, se limpiaron y se fundieron nuevamente para reponer las piezas que faltaban. Luego se logró una pátina común para todo el conjunto, pero aún faltaba una prueba final: el mismo día que se instalaron las puertas restauradas, ocurrió el terremoto 27/F. La restauración permaneció intacta.
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