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SANTIAGO.- En el libro "La verdad sobre Ema Pinto" se dice que en Chile hay dos Sabinas -curandera mexicana o protectora de vírgenes en Francia- organizadas como sectas religiosas: una proveniente de Colombia y otra, de Talca, tras una una investigación de Valeska, hija del abogado Sapiaín, defensor de Ema Pinto.
De hecho, los estratos económicos altos del país se estremecieron con una de las Sabinas, de nacionalidad colombiana, que se presentó como misionera católica y experta en Sagradas Escrituras.
Fue, años atrás, todo un fenómeno. Según la revista Caras, "no sólo sus ex seguidores estaban preocupados, también el arzobispo de Santiago, movimientos como Schoenstatt, Legionarios de Cristo y la Compañía de Jesús".
Los miembros se fanatizaban, al punto de dejar sus familias y hacer cualquier cosa ante el deseo de su líder. Y una de las amigas de Marcela, Auri Riquelme, alucinaba con el movimiento, como escribe Mónica Rosende en la carta notarial.
"Yo recuerdo de sus palabras el hecho de que iba a retiros esporádicos de reflexión por un grupo dirigido por Sabina, en que se ponían en meditación junto a las estrellas y se contactaban con la energía vital...", dice el texto firmado ante notario.
Mónica, en el escrito, asegura que Auri una vez le pidió un préstamo a Marcela "para ayudar a Sabina en necesidades personales y que le devolvería luego (...) Le hice ver que Auri era una profesional muy inestable emocionalmente y que se aferraba a cualquiera y que era presa fácil de la manipulación, que su conducta era extraña...".
Y finaliza Mónica Rosende, una de las amigas de la víctima: "Declaro esto porque tengo miedo de que alguien lea mi mente y me manipule, de que me suecda algo y no alcance a declarar...".