HANDLER Y SIGALL, LOS MENTORES

Corría el año 1974. Por entonces se cumplían cien años del establecimiento de la población de Viña del Mar, obra del ingeniero José Francisco Vergara Echevers, y se hacían cada vez más comunes las actividades culturales en la ciudad, como los Salones de Verano (realizados entre 1933 y 1970, reanudados en 1996), la Escuela de Bellas Artes (1935) y la Sociedad Arqueológica Francisco Fonck (1937).

Este joven pero considerable ambiente de tradición cultural viñamarino propició la puesta en marcha de una competición para jóvenes intérpretes de música clásica, que tuvo una creación casi anecdótica.

Papel predominante en esta nueva competencia tuvo por entonces el violinista, de origen polaco, Izidor Handler (1920-1987), quien organizaba y dirigía agrupaciones que podían ir desde conjuntos de música ligera que se presentaban en el Casino, hasta una orquesta clásica, la Orquesta Sinfónica de Viña del Mar, activa desde 1964.

En 1973, el pianista polaco radicado en Suiza Witold Malcuzynski participó como solista en una presentación dedicada a Chopin, con Izidor Handler dirigiendo la orquesta viñamarina, razón por la cual aquel intérprete bautizó la presentación como el “Concierto de los tres polacos”.

De ahí en adelante derivó una amistad entre pianista y director, en cuyas conversaciones Malcuzynski planteó la posibilidad de realizar una competencia para jóvenes intérpretes de música clásica; en esta propuesta estaba implícita la idea de emular concursos como el Chopin de Varsovia, del que Malcuzynski era presidente permanente.

La idea la acogió con singular entusiasmo el médico, ex regidor y melómano Luis Sigall Morrison (1906-1982), conocida personalidad de Viña del Mar en la época, quien se convirtió en uno de sus principales promotores.

Enterado del proyecto de los músicos polacos, Luis Sigall se lo hizo saber al alcalde Luis Urzúa Merino quien, por su parte, tenía el ánimo predispuesto pues, según recordaba diez años más tarde, estaba interesado en fomentar la vida musical y de espectáculos en Viña del Mar, la que, a su vez, habría de incentivar el turismo, y la economía local. Todo ello en una época excepcionalmente dura para la vida nacional, que había culminado en los sucesos de septiembre de 1973.

La propuesta del famoso tenor nacional Ramón Vinay, en el sentido de realizar en Viña del Mar un ciclo operático de nivel internacional, coincidía en su espíritu con el planteamiento que después haría al edil el doctor Sigall.

“Teniendo en mente mis conversaciones con Ramón Vinay al respecto, este primer proyecto cayó en terreno y tiempo propicio, por lo que de inmediato comenzamos la tarea de que llegara a ser un hecho, pensando en dos condiciones esenciales: que el Concurso resultara de verdadera calidad y se autofinanciara, haciendo uso eso sí de los medios humanos y materiales disponibles”, recordaba Luis Urzúa años más tarde.

Fue así como el 6 de octubre de 1974 comenzó el que entonces se llamó el Primer Concurso Sudamericano de Música, con mención en piano y la participación de siete jóvenes instrumentalistas.

 

 

 
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