Las
damas
Lo escribió
hace un tiempo un crítico del The New York Times: "Una
intérprete como Juliette Gréco hace que Madonna parezca
una niña, no porque esté carente de lujuria, sino porque,
como la mayoría de los estadounidenses, cree que no es bueno
ser visto quejándose. Y esto es algo que los franceses sí
saben: no puedes hablar -o cantar- sobre el deseo sin quejarte, sin
revisar tus caídas, tus errores pasados, y sin notar que el tiempo
pasa y las hojas caen". Edith Piaf (1915-1963) -"el gorrión de París"- convoca todas las anécdotas biográficas que pueden llevar al artista a ser visto como un héroe. De orígenes muy pobres, pasó parte de su infancia a cargo de las prostitutas de un burdel. Su único hijo murió a los tres años de edad, y su vida adulta estuvo cruzada por el exceso de alcohol y morfina, los accidentes automovilísticos (sobrevivió a tres) y el desfile de innumerables amantes, uno de los cuales, falleció en un accidente aéreo cuando viajaba a visitarla.
Es esta
vida de privaciones y riesgos la que explica, en parte, la voz poderosa
de una mujer menuda, que hoy descansa en la tumba más visitada
del cementario parisino Père-Lachaise. Su vibrato característico
animó canciones casi siempre románticas, entre las cuales
"Mon légionnaire," "La vie en rose," "L'hymne
à l'amour," "Milord," y "Non, je ne regrette
rien" (No me arrepiento de nada) son las más importantes.
Su aporte no descansa en su capacidad autoral, sino en cómo convirtió
a composiciones por encargo en himnos a los que les dio vida propia,
re-creándolos con su voz única.
Más
ingenua, Françoise Hardy (1944) fue la voz para
los romances jóvenes, camuflando tras su apariencia frágil
un excepcional talento de autora. Además de su voz tierna, destaca
en su trabajo su interés creativo por el pop y el rock en inglés
(llegó a cubrir canciones de Leonard Cohen, por ejemplo, y hace
algunos años grabó con los ingleses de Blur), lo cual
ventiló su sonido con corrientes modernas y que hasta hoy suenan
muy frescas. La misma inquietud por el pop tuvo France Gall
(1947), una chica que combinó melodías pegajosas con letras
pícaras -hasta polémicas, en el caso de "Les sucettes"-,
responsabilidad de -quién otro- Serge Gainsbourg. Aunque nacida
en Inglaterra, cabe incluir en este grupo a la hermosa Jane
Birkin, la esposa de Serge Gainsbourg y compañera inolvidable
del genio francés, en ese encendido dúo de "Je t´aime
moi non plus". No es raro encontrar el apellido de Gainsbourg entre
los créditos de muchos de los discos de estas cantantes. Inspirado
por estas bellas musas, el francés compuso un sinfín de
canciones para sus voces, incluyendo algunas tan populares como "Harley
Davidson" (Brigitte Bardot) y "La Javanaise" (Juliette
Gréco).
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