Los
poetas
La reflexión
social propia del período de post-guerra se extendió por
cierto a la cantautoría francesa. A partir de los años
50, diversos autores comenzaron a introducir versos totalmente ajenos
a la estética del cabaret. Eran compositores que no querían
divertir a la burguesía, sino incomodarla. Dentro de las mismas
formas tradicionales de canción orquestada, traducían
su inquietud sobre los temas más áridos de la sociedad
europea y su intimidad de artistas: la guerra, la pobreza, la muerte,
el abandono. Nacía lentamente la "canción realista",
narraciones melodramáticas de hechos cotidianos y comunes. Su
influencia fue vital para lo que hasta hoy se desarrolla en Francia,
pues hasta los rockeros y raperos de Francia mantienen una preocupación
excepcional por el lenguaje.
Eran creadores fuertemente vinculados a la literatura. Georges
Brassens (1921-1981), por ejemplo, publicó un libro
de poesía antes de dedicarse a la música y llegó
a ganar el Premio Nacional de Poesía de Francia, aún cuando
postuló con versos de canciones suyas. Su manifiesto contenía
la expresión personal como una guía ineludible, y resultó,
por ello, una gran inspiración para autores que querían
darle mayor profundidad a sus temáticas cantadas. No ofreció
demasiados conciertos en vivo. Demoraba años en publicar discos,
pues corregía cada canción hasta casi el infinito. Pero
no quería grabar versos solemnes, sino cercanos al ciudadano
de a pie. En 1981, Gabriel García Márquez declaró
que Brassens era "sin duda, el más importante poeta francés
vivo". Y su canción de despedida, "Le testament",
puede dar visos de por qué: "He dejado esta vida sin
rencor / nunca más me dolerán los dientes / Ahora yazgo
en la tumba común / la tumba común del tiempo".
Su seguidor
más talentoso debe ser Léo Ferré
(1916-1993), un creador poco conocido fuera de Francia, pero de una
trascendencia enorme. A partir de la década de los 50 grabó
numerosos discos centrados en el trabajo de poetas franceses (Charles
Baudelaire: Les Fleurs du Mal de 1957, Verlaine et Rimbaud
Chantés par Léo Ferré, de 1964), pero luego
orientaría ese cuidado literario hacia terrenos más políticos.
Su cumbre de popularidad coincidió con las marchas estudiantiles
de 1968, y Ferré no tuvo problemas en ser identificado como un
anarquista, firmando títulos de gran agudeza, como "Thank
you Satan", "L´opression" y "Mon général"
(contra Charles De Gaulle). Su canción más conocida es
"Avec le temps", en la que Ferré reflexiona sobre el
tiempo que pasa y con el que "todo se desvanece... /olvidamos las
pasiones y las voces... / y nos sentimos arrastrados por los años
perdidos / Entonces, en verdad, con el tiempo dejamos de amar".
Se destaca en él la capacidad de combinar ternura y espíritu
revolucionario, los más caros ideales para la generación
de los 60.
Venido
desde Bélgica, Jacques Brel (1929-1978) se sumó
con entusiasmo a esta ola de "canción realista" que,
a partir de la década de los 60, barrió con las formas
de la melodía francesa. La marca de la música de Brel
es el drama. Le cante al amor o a la soledad, no puede levantar el espíritu
de la desolación que parece teñir toda su discografía.
Sus dos canciones más populares son "Le moribond" y
"Ne me quitte pas", esta última una descarnada lectura
del abandono amoroso que ha sido cantada por artistas tan dispares como
Frank Sinatra, Nina Simone, Nana Mouskouri y Olivia Newton-John. Escuchar
a Brel y no conmoverse es síntoma seguro de represión
emocional. Talentoso también sobre las tablas, su interpretación
para El hombre de la mancha (L'homme de la Mancha,
1998) se convirtió en uno de sus discos más populares,
en especial por su versión de "La quete", una de las
pocas composiciones ajenas que Brel llegó a cantar.
Tanta
preocupación literaria, terminó haciendo que muchos cantantes
optaran por "recitar" antes que entonar sus versos. Las canciones
parecían, así, manifiestos. Es una tendencia que se afianzó
a partir de los años 60, y de la cual Serge Gainsbourg
es el exponente clásico. Uno no sabe si Gainsbourg canta, recita
o gime cuando se pone al micrófono. Y, por algo, no pocos raperos
lo citan como una de sus influencias. Si el estupendo hip-hopero MC
Solaar se decidió alguna vez trabajar sobre las bases de "Bonnie
and Clyde" de Gainsbourg no fue tanto por afinidad sonora, sino
por la sintonía con su espíritu elegante y atemporal.
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