Jerry
Lee Lewis
La mezcla explosiva de talento y desparpajo llevó a Jerry Lee Lewis
a la gloria y al infierno, y su biografía fílmica Grandes
bolas de fuego es, quizás, la mejor introducción a
la historia de este enorme pianista, cantante y compositor, el primer
gran salvaje de la historia del rock & roll. A su lado, Elvis parece
un chico en extremo conservador.
Los padres de familia aprendieron a tenerle miedo al rock & roll el
día en que Jerry Lee Lewis (1935, Louisianna) se coló por
las radios y televisores en 1957 con su primer hit, “Whole lotta
shakin’ goin’ on” (algo así como “hay una
gran sacudida”), una canción sexual e insolente, cantada
por un blanco con ganas de fiesta. Un pianista precoz, Lewis supo desde
niño que lo que a él le interesaba era la música
negra, especialmente los ritmos del tipo boogie-woogie. Fue otro
de los prodigios del sello Sun, a donde llegó a los 21 años
luego de ser expulsado de un curso de Biblia, despedido de un trabajo
como costurero, haberse casado ya dos veces y permanecido un tiempo en
prisión. Tocó piano en algunas grabaciones de Carl Perkins,
mientras desarrollaba una discreta carrera como solista. Hasta que Sam
Phillips decidió endeudarse para financiarle el single “Whole
lotta shakin’ goin’ on”. Esa canción y “Great
balls of fire” lo convirtieron en “The killer”, “El
matador”, un hombre capaz de amenazar la fama del mismísimo
Elvis. Un cantante seductor, pianista parafernálico y figura de
creciente atractivo para las mujeres.
Tan genial como autodestructivo, Lewis se clavó su propio ataúd
el día en que decidió desposar a su prima, Myra Gale Brown,
una jovencita de apenas trece años de edad. Fue algo inaceptable
para la prensa y el gran público, que le hicieron la guerra a Lewis
de modo sistemático, censurando sus discos y acusándolo
de todo tipo de perversiones. Lewis lograría recuperarse pasado
el tiempo, pero su biografía es la de un hombre atormentado, golpeado
de modo sistemático por la muerte de sus seres queridos, las deudas,
los problemas con el alcohol y la ley. La biografía fílmica
Grandes bolas de fuego que en 1989 dirigió Jim McBride
(con Dennis Quaid en el rol principal) le enseñó a las nuevas
generaciones el enorme valor de Lewis, quien contribuyó a la banda
sonora de la cinta con nuevas interpretaciones para algunas de sus mejores
canciones y que hasta hoy no pueden escucharse con los pies quietos.
Un
hit: “Great balls of fire”.
Un disco: All killer, no filler: the anthology
(1993).
Una frase: “Soy un pianista desenfrenado, que
pisa fuerta; un hijo de puta... pero un gran hijo de puta”.
Más información: www.jerryleelewis.com
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