Leonardo Mellado Osorio
Enviado especial
GINEBRA Una gran exhibición de autos como la que se lleva a cabo todos los años en Ginebra tiene un desafío: cómo mantener su potencia sin volverse inmanejable por su tamaño para el visitante. Y los organizadores del evento suizo se las apañaron para lograrlo.
El Salón internacional del automóvil de Ginebra se inició en un escenario de plena reestructuración del sector a nivel mundial, con los grupos estadounidenses en graves dificultades y los europeos cada vez más inquietos, mientras los asiáticos siguen conquistando mercados.
Pero nada de eso es evidente para el visitante ingenuo y primerizo, dado el excelente despliegue escénico de cada marca. Lo mejor de todo es que el de Ginebra confirma su propuesta de ser una exhibición de primer nivel mundial si ser abrumador para los asistentes.
Las razones son claras. Primero, el Palexpo, el recinto donde se lleva a cabo, se encuentra adosado a las instalaciones del aeropuerto de esta ciudad suiza, de modo que para el público que viene desde toda Europa y desde más allá, llegar al Salón es simple y fluido.
Segundo, las instalaciones mismas consisten en una única y enorme bóveda perfectamente iluminada y climatizada, dentro de la cual se encuentran todas las marcas expositoras: nada de largas caminatas entre una sala y otra, nada de stands ciclópeos, nada de pérdidas de orientación y nada de la casi obligatoriedad de usar un mapa para saber dónde está qué.
Salón didáctico
De hecho, el Salón de Ginebra simplemente divide el área de muestra en zonas sencillas, simplemente con fin didáctico. La fluidez del recorrido es tal, que prácticamente se puede recorrer todo lo importante siguiendo dos pasillos longitudinales, mientras que para las vistas panorámicas, un desnivel permite una perspectiva excelente.
Mejor aún, salvo por los stands adosados a las paredes del recinto, todos los demás tienen instalaciones de una altura máxima inferior a la de una persona promedio, de modo que cualquier visitante puede tener una visión amplia y libre de la muestra. Además, no hay cómo perder una marca: enormes letreros con sus nombres cuelgan sobre los espacios de muestra.
El de Ginebra, es uno de los cinco mayores salones del mundo, junto con Detroit, París, Frankfurt y Tokio, espera unos 700 mil visitantes para su 77ª edición, en un contexto en que varios grandes constructores anuncian planes de reestructuración para superar sus pérdidas financieras.
Con 250 expositores y 80 vehículos presentados en riguroso estreno mundial o europeo, el salón de Ginebra pone en efecto énfasis en los autos “limpios” y en las nuevas tecnologías, mientras el sector automotor está confrontado a una gasolina cada vez más cara y a los riesgos del recalentamiento climático.