Términos y condiciones de la información © El Mercurio S.A.P.

Tito Puente, oye cómo va
(1923, Nueva York / 2000, Nueva York)


“Me resistí muchos años a la palabra ‘salsa’, hasta que me di cuenta de que, a donde viajara, estaban mis discos en los estantes de ‘salsa’”.

Miles Davis tenía la trompeta; Jimi Hendrix, la guitarra; y Tito Puente los timbales. A esa altura hay que ubicar al nativo de Nueva York, descendiente directo de portorriqueños y un hombre que hizo de la salsa un vehículo más de su carisma. Su historia sigue los cauces de las biografías de los genios: inicios musicales a los trece años y el paso por las sociedades justas en los momentos precisos: Machito, Curbelo, Johnny Pacheco. En 1949, Puente abandonó la orquesta del pianista cubano José Curbelo para formar los Picadilly Boys, conseguir su primer éxito, “Abaniquito”, y luchar con Pérez Prado y Tito Rodríguez por el trono de “rey del mambo”. Pero acaso su principal logro sea haber introducido de modo definitivo la música latina en Estados Unidos, pues era a los gringos a los que Puente hacía bailar ya en los años cuarenta, y a los que siguió cautivando cuando compuso “Oye cómo va”, el mayor éxito de la carrera del mexicano Carlos Santana. Los timbales y el vibráfono se amoldaban como cera a las manos prodigiosas de este hombre al cual nunca le cayó bien el término “salsa” (“la salsa se come, no se escucha. Esto es mambo, es guaguancó; es música del Caribe”), y que también tocaba piano y saxofón. Aunque barajó retirarse luego de publicar su disco número cien, Puente se mantuvo activo hasta su muerte. Sus muñecas irrefrenables quedaron registradas en celuloide en Los reyes del mambo, y parte de su espíritu se mantiene vivo hoy en el trabajo de su hijo, Tito Puente Jr.

Más información: www.lasculturas.com
Un disco: Lo mejor de Tito Puente: El rey del timbal (1949)