Un
escándalo total, y un momento inolvidablemente punk para un Festival
que no sabe acomodarse a los verdaderos escándalos. Aireado por
la campaña de prensa que durante semanas aseguró que Los
Prisioneros serían sacados a pifias de la Quinta Vergara, Jorge
González acumuló rabia y la lanzó toda junta en un
show importante también por la presencia de Claudio Narea (quien
no participó en el concierto del grupo de 1991).
Los dardos contra Canal 13 y ciertos sacerdotes durante la interpretación
de “Sexo” fue calificada al día siguiente como la actitud
del invitado que tira el mantel de la mesa ajena. Pero al público
presente el arrebato pareció caerle estupendamente, y, en agradecimiento,
el trío entregó versiones vivísimas de lo mejor de
su repertorio histórico. Fue una de las últimas oportunidades
para ver a Los Prisioneros como a uno le gusta recordarlos, en pleno control
de su música y sin asomo de la rivalidad que terminó con
su ruptura, pocos meses después.
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