|
||||||||
Don Mario era un veterano, profesor de castellano en mi colegio, yo adoraba ese ramo y sus clases. No lo veía desde que egresé. Él me tenía mucho cariño también. - Mi querida señorita "A" -así me llamaba de cariño- ¿o señora? - Hooola Don Mario, que gusto verlo... - Señorita todavía. Respondo con la tremenda sonrisa que me robaba las orejas por el solo hecho de verlo. Entonces
él empezó con las preguntas de rigor. Que dónde trabajaba,
qué era de mi vida, por qué no estaba casada, si seguía
haciendo tanto deporte, me preguntó de todo.Y me tocaba a mí. Que cómo estaba su señora, cuántos nietos tenía, y que hacía vestido de guardia un profesor de castellano con su trayectoria, etc. Ahí empezó la triste historia de pena y soledad. Sus nietos vivían fuera de Chile, y su señora había fallecido hace dos años ya. Estaba medio solo, y decidió ponerse a trabajar. - ¿Sabe qué? -me decía-, no encontré nada mejor que ser guardia de supermecado. A mi edad es difícil encontrar trabajo, pero estoy bien, veo gente, me mantengo ocupado, y casi no me siento solo. - Pero ¿no es arriesgado Don Mario? Bastó que dijera eso, para que se sintiera un.... ¡¡BAM!! Era un tiro al cielo y luego una voz... - ¡¡Todos al suelo!! Muchos gritos, gente corriendo, escapando, los pocos que éramos realmente estábamos asustados. - ¡¡Al suelo!! Repitió la voz, y se siente otro balazo, aún mas fuerte. Sentí estar en una de mis peores pesadillas, sentí ser parte de una película de cine mudo. No oía, no entendía, mi walkman ya era pasado oculto, y roto. En eso, veo a Don Mario correr. Se dirigía hacia el pasillo del lado, hacia el lugar de los balazos. Nerviosa y sin pensar, salí tras él. Eran dos hombres armados, la alarma general ya se había activado, y Don Mario quiso atraparlos, pero no pudo, ellos al verlo empezaron a correr hacia la salida, no sin antes tirar una bala suelta. Mi profesor de castellano vestido de guardia cayó al suelo, como en sus mejores relatos de los días lunes. Yo, me espanté y corrí hacia él. Ya esto parecía una obra Griega. Estaba desmayado pálido, con una bala que solo le rozó la pierna. Me saqué el chaleco, lo puse bajo su cuello, y esperé a que llegara la ambulancia. Las visitas a la clínica se prolongaron a su casa. Volvimos a retomar los lunes de relatos, y los transformó en talleres literarios para estudiantes. Lo ayudé a reclutar alumnos y se hizo una buena clientela. Ahora está mas tranquilo, ya no trabaja en el supermercado y se siente feliz haciendo algo que realmente le gusta. Es increíble retomar una vieja relación y transformarla en pura amistad, donde las barreras de la edad, de la profesión o del pasado no existen, somos simplemente amigos, y me fascina que sea así. La última navidad la pasó en mi casa, con mi familia. Junto con recordar su música a su familia y su señora, me hizo un precioso regalo de navidad, un discman nuevo. A ver si este me dura un poco más. Amanda Kiran |
||||||||
|
|
||