Un cuento de hadas que no fue tal

Todo parecía un cuento de hadas; de ésos que uno lee cuando chico. Él, el apuesto príncipe, millonario y de una de las casas más tradicionales de Europa. Ella, plebeya, pero una guapa estrella hollywoodense, aristócrata y refinada, hija –además- de un acaudalado hombre de negocios norteamericano. Él, el príncipe Rainiero III de Mónaco; ella, la ya famosa actriz, Grace Kelly.

Según la versión más romántica, se conocieron durante la visita de la ya afamada actriz al Festival de Cannes en 1955. Estando ahí, Grace Kelly fue citada para una sesión de fotos con el príncipe Rainiero. En principio, ella no le da importancia al asunto y decide no asistir; sin embargo, uno de sus amigos íntimos, el diseñador Oleg Cassini la convence de que es un buen "marketing" para su carrera.

Durante la sesión, el príncipe y la plebeya parecen congeniar y todas las crónicas de la época aseguran que Rainiero queda prendado de la actriz de cine. Tras un corto romance, en el estreno de la película "Alta Sociedad", en 1956, Grace luce en su mano izquierda un espectacular anillo de compromiso. Era el 6 de enero.

La actriz, acompañada por 65 personas sale rumbo a Mónaco el 4 de abril del '56. Al llegar, su príncipe la esperaba con un magnífico regalo: el yate Deo Jurante II.

El 18 de abril tiene lugar la ceremonia civil en uno de los espaciosos salones barrocos de palacio. Ella viste un vestido de tafetán rosa con un lazo crema y un sombrero estilo "Juliet", y él, un sobrio chaqué negro, pantalones a rayas y corbata gris. Sólo 80 personas participan del enlace.

Al día siguiente, hace ya cincuenta años, se casan en la Catedral de San Nicolás del pequeño Principado mediterráneo, a las 9:30 de la mañana. A la ceremonia asisten las personalidades más destacadas

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