“Yo te propongo ser madre”
Miguel Jordá-Chile

Dice la Historia Sagrada
que allá em Nazareth vivía
la humilde Virgen María,
un alma privilegiada.
Ella estaba consagrada
al servicio del Señor;
noche y día con fervor
pedía con insistencia
que dios tuviera clemencia
y que enviara al Salvador.

Un arcángel desde el cielo
a la tierra va llegando,
por María preguntando
para darle un gran consuelo
y ver cumplido su anhelo;
“Que Dios te salve, María,
aquí llega en este día
un mensajero del Padre:
yo te propongo ser Madre
del esperado Mesías”.

“Soy la esclava del Señor,
que Dios disponga de mí”;
y ante una actitud así
el que es el Santificador
la inundó de resplandor
y en el mismo instante aquel
el Arcángel San Gabriel
le dijo: “Concebirás
un Hijo a quien pondrás
por su nombre el Emmanuel”.

Así fue como engendró
la humilde Virgen María
a Jesús en aquel día
y en su vientre lo llevó.
Y a todos nos concibió
en su seno virginal,
pues su función maternal,
desde aquella Anunciación
se extiende, sin excepción,
también a todo mortal.

“Mi alma alaba al Señor”
canta la Virgen María,
cuando ha llegado aquel día
de encontrar al Precursor.
“Adios Padre y Creador
vaya toda mi alabanza,
porque colma mi esperanza
y la del pueblo Elegido:
el gozo que yo he sentido
a todo mi pueblo alcanza”.

“Los pueblos y las naciones
por dichosa me tendrán
y feliz me llamarán,
por estos tan grandes dones
todas las generaciones.
Mi alma alaba al Señor,
a mi Dios y Salvador,
porque en mí se cumplirán
las promesas de Abrahám
y a Israel su servidor”.

“De su trono ha derribado
a todos los poderosos
y a los que eran orgullosos
el Señor los ha humillado.
Sólo a mí Él me ha exaltado,
porque me vio tan sencilla.
Me vio pura y sin mancilla,
sin pecado original,
y en su seno virginal
hizo dios tal maravilla”.

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